Ante el fuerte impacto económico que innegablemente va a tener la epidemia del coronavirus, la Reserva Federal ha bajado los tipos 0,50 puntos (la mayor bajada de emergencia desde 2008). Es posible que el BCE tome medidas adicionales de liquidez y el FMI ha anunciado una línea de crédito de 50.000 millones. Pero nuestro Gobierno no ha movido un dedo y las empresas, sobre todo las pequeñas, preferirían claramente una rebaja de impuestos y de cotizaciones sociales, o al menos un aplazamiento.
La liquidez siempre ayuda, sobre todo a las compañías con más necesidades de circulante, pero también depende de los tipos a los que se ofrezcan; por eso, sería muy interesante que el BCE condicione las posibles nuevas líneas a que los bancos las trasladen con un interés limitado. Pero cualquier pequeño empresario o autónomo al que se le pregunte responderá que, en un momento de caída de ingresos por esta crisis sanitaria, lo que más le asfixia son las declaraciones de impuestos (sobre todo el IVA) y los pagos a la Seguridad Social.
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La Fed recorta los tipos de interés 50 puntos básicos por el impacto del coronavirusPero eso ni se le pasa por la cabeza a nuestro Gobierno. La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, sostiene que el impacto de la epidemia se prevé “poco significativo y de corta duración” y que, tras ese efecto transitorio, habrá “una recuperación en los siguientes trimestres”. ¿Dónde hemos oído eso antes en otra crisis? Ojalá sea así, pero sin duda ayudaría mucho a pasar este impacto de duración incierta que el Ejecutivo echara una mano.
El obstáculo para hacerlo es el de siempre: que Calviño no puede permitirse una caída de ingresos públicos, ni siquiera temporal, por los enormes y crecientes compromisos de gasto asumidos por Pedro Sánchez para llegar a la Moncloa. No se puede renunciar a un solo euro porque hay que gastárselo. De hecho, el Ejecutivo ha renegociado los límites de défcit impuestos por Bruselas -no se iban a cumplir ni a tiros- ahora que son obligatorios constitucionalmente. Y ha dejado fuera de la tasa Tobin a la deuda pública para venderla más fácilmente.
POCAS ESPERANZAS PARA LAS PYMES
Por tanto, los pequeños y medianos empresarios españoles no deben tener esperanzas en que el Gobierno les eche una mano para aguantar esta crisis del coronavirus (que probablemente sea más larga de lo que piensan en Moncloa, a la vista de los constantes fallos de sus previsiones en este asunto). El pago de los votos en la investidura con dinero público tiene prioridad sobre las medidas para favorecer la inversión, el empleo y el mantenimiento del tejido productivo. Por eso, nunca va a adoptar ninguna medida que reduzca los ingresos: lo estamos viendo con las protestas del campo, donde la respuesta es imponer subidas de precios para los consumidores en vez de rebajar cargas fiscales, laborales o medioambientales a agricultores y ganaderos.
Si la desaceleración ya asomaba la patita desde finales del año pasado, si la inversión extranjera en España se había paralizado asustada por las políticas anunciadas por el Gobierno de coalición, ahora con el coronavirus la cuesta abajo va a ser mucho más pronunciada. Ya tenemos encima de la mesa los ERE de Airbus y de Ford (y en breve el de Abanca que adelanta hoy Bolsamanía). Y mucho nos tememos que es solo el principio.