- Fuentes sindicales temen un nuevo ajuste que se sume a los 84.000 puestos de trabajo destruidos desde 2008 en el sector
- Ambos bancos han disminuido sus plantillas en España un 27% desde que comenzó la crisis hasta los 13.000 empleados
Tres oficinas de Grupo Santander prestan sus servicios en la Avenida Concha Espina, al pie del Santiago Bernabéu, en menos de 300 metros. En los extremos, dos del Santander, y en el medio, una heredada del Popular. Un solapamiento de sucursales que se repite a lo largo del territorio nacional después de que la entidad presidida por Ana Botín agregue a sus 22.941 sucursales en España otras 1.644 de Banco Popular. Los sindicatos (y los propios empleados) temen, y casi asumen, que esto acabará generando un nuevo ajuste de empleo.
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Eso sí, la preocupación no implica facilidad para negociar, advierten fuentes sindicales a Bolsamanía: “Cuando la empresa avance (en el proceso de integración) y valore si hay solapamiento de oficinas o centros de trabajo escucharemos, pero seremos más beligerantes pues ya se han producido muchísimos recortes de empleo tanto en el sector como a nivel particular en estas entidades”. Así, frente a la actitud más pragmática en ocasiones anteriores, como en 2016, anticipan negociaciones duras.
La situación de Banco Popular se precipitó al vacío durante la primera semana de junio. El 7 de junio el banco fue adjudicado al Santander por un euro, tras ser declarado “inviable” por parte del Banco Central Europeo (BCE). La entidad cántabra anunció una ampliación de 7.000 millones de euros que ya ha ejecutado y, en la documentación facilitada a los inversores, destacó el aumento de la cuota de mercado, el peso del Popular en el segmento de empresas -especialmente pymes- y la capacidad de generar sinergias.
Banco Santander prevé sinergias con la integración del Popular a través de un ahorro anual de costes de 500 millones de euros
Banco Santander prevé una reducción de costes de la base combinada del 10% ya en 2017, mientras que a partir de 2020 el ahorro anual previsto será de 500 millones de euros. De esta forma, la ratio de eficiencia del grupo pasará del 60% actual, antes de estas sinergias, hasta el 50% a partir de 2020. Es decir, el banco será más eficiente ya que este indicador mide el volumen de ingresos que cubre los costes de explotación, con lo que cuanto más bajo, mejor.
Así, los sindicatos mayoritarios dan por hecho que habrá una nueva ola de cierre de oficinas en el grupo que se unirá a la que ya han ejecutado en los últimos años. Banco Santander tenía en junio de 2008 un total de 5.020 sucursales en España, el 40% de las 12.652 que gestionaba a escala global. Pero durante la crisis ambas cifras han evolucionado de forma diferente. En junio de 2017, las oficinas en España alcanzaron las 2.869, un 43% menos que casi una década antes. Mientras que su peso sobre el total ha bajado al 24% de las 12.048 sucursales que tiene en el mundo.
Ahora, suma 1.777 oficinas del Popular. El banco que presidía Emilio Saracho también llevó a cabo un profundo adelgazamiento de su red, en este caso bajo el mando de Ángel Ron. En diciembre de 2016 la cifra era de 1.739 sucursales, un 31% menos que en 2008. La mayor parte, según el informe anual de 2016, está en España. Aunque este dato también ha disminuido drásticamente, un 29% hasta las 1.604 sucursales en diciembre. En el primer trimestre abrió 40 oficinas para colocar los activos dudosos relacionados con el ‘ladrillo’. Precisamente este martes Banco Santander anunció la venta del 51% de estos activos a Blackstone.
DESPIDOS POR EL CIERRE DE OFICINAS
Los representantes de los trabajadores temen que la disminución del número de sucursales se traduzca en un nuevo ajuste laboral. No obstante, creen que no será inminente. Los ejecutivos del grupo calculan que el proceso de integración durará entre año y medio y dos años. Este martes el banco recibió luz verde desde Bruselas para la compra, que estaba pendiente del análisis de su impacto en la competencia.
Entre medias de este proceso de integración, el banco cántabro tendrá que valorar el solapamiento de oficinas y si procede un nuevo ajuste laboral, que ambas entidades ya realizaron por separado en 2016. El Santander acordó con los sindicatos un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de 1.380 empleos. El Popular hizo lo propio con 2.592 trabajadores. Aunque en total la reducción de la plantilla -hay que añadir bajas no cubiertas- conjunta durante el año pasado fue de 4.008 puestos de trabajo.
Banco Santander intensificó un proceso de reducción de plantilla en España que inició mucho antes. En junio de 2008 contaba con 34.678 empleos, por los 22.941 de junio de este año. Es decir, un 34% menos en nueve años en el territorio nacional. Aunque a escala global, ha aumentado su plantilla un 23% hasta los 201.596 empleos, incluyendo los 11.863 trabajadores que incorpora del Popular. En este caso, la entidad llevó a cabo un recorte importante únicamente en 2016, ya que al cierre de 2015 contaba con 15.079 empleos en total, de los que 13.480 estaban en España. Cifras ligeramente superiores a las de 2008.
LAS AUTORIDADES ALIENTAN ESTOS AJUSTES
Las diferentes autoridades españolas y europeas han venido alentando en los últimos años procesos de reestructuración que aumenten la eficiencia del sector financiero. Un proceso que, a menudo, se traduce en menos oficinas y empleados. El propio Mario Draghi, presidente del BCE, pidió un esfuerzo adicional en mayo en su visita a Madrid: “Queda mucho espacio para que una gran parte del sector financiero mejore la rentabilidad aumentando los esfuerzos para mejorar la eficiencia operativa mediante la reducción de costes orgánicos: la eficiencia de los costes de los bancos de la Zona Euro no ha mejorado desde 2010, y tienen una comparativa desfavorable con muchos de sus pares internacionales”, señaló en la sede del Banco de España.
El mensaje estaba dirigido a la banca europea en su conjunto. No en vano, el sector financiero español sí que ha llevado a cabo un importante ajuste en forma de recortes. El máximo histórico de sucursales que alcanzó la banca data del tercer trimestre de 2008, según las estadísticas del Banco de España, con un total de 46.221. En el primer trimestre, la cifra había caído hasta las 27.553 sucursales, lo que supone el cierre de 17.668 oficinas en menos de nueve años, el 38% del total.
Y esta disminución de la red ha venido acompañado de una destrucción del 30% de los empleos que tenía en aquel momento -dato de diciembre de 2008-, con 278.301 trabajadores entre las oficinas y otros centros de trabajo. Así, los bancos han eliminado 84.000 empleos hasta quedarse con una plantilla de 194.283 empleados.
Durante todo este ajuste, los bancos han compaginado las quejas por el impacto de la política de tipos bajos del BCE con esfuerzos para volver a ser rentables. Una obsesión casi obligada ante la evolución de sus acciones. Este año, podría ser un punto de inflexión. El beneficio de los ocho bancos cotizados creció un 20% en el primer semestre hasta los 8.114 millones de euros, con un incremento acompañado de mejoras generalizadas del ROE -rentabilidad del capital, el indicador más seguido por el mercado-. Pero con la mayor digitalización de las entidades, la presión de la competencia de la banca en la sombra y la integración del Popular en Banco Santander, el punto de inflexión para el empleo del sector aún no ha llegado.