- Aunque su solvencia es innegable, una chispa puede desatar una fuga de depósitos
La semana pasada se precipitaron los acontecimientos en la crisis del BBVA provocadas por su relación con Villarejo, lo que da a entender que BBVA vive un estado de pánico en el que empieza a repetir los errores de la crisis del Banco Popular. Aunque su situación de solvencia no tiene nada que ver con la de la entidad resuelta, lo que mata a un banco es la fuga de depósitos, y cualquier chispa puede provocar una. Y el caso Popular demuestra que negar la evidencia, tratar de alargar la agonía o sacrificar directivos no soluciona nada.
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La imputación del BBVA en la Audiencia Nacional provocó la inmediata destitución de su responsable de control interno. Eduardo Arbizu, un comunicado del expresidente Francisco González diciendo que se enteró del tema por la prensa y la seria advertencia de Moody's de que la crisis puede afectar a la solvencia del banco. Todo ello se suma al cese de Antonio Béjar -y el inquietante aviso a navegantes que supone- y a la retirada de la acusación contra Ausbanc.
Pero, a pesar de ello, el presidente del banco, Carlos Torres, sigue sin aclarar el meollo del caso (la relación con Cenyt, la empresa del excomisario Villarejo), sigue sin publicar la supuesta investigación interna -su CEO, Onus Genç, dijo la semana pasada que "se ha hecho en un tiempo récord"... cuando lleva 14 meses- y sigue dando largas a accionistas, periodistas e inversores. Una inacción que le ha valido duras críticas desde numerosos medios de comunicación y expertos jurídicos, y que, además, le ha hecho perder el control del relato, como apuntaba El Confidencial este fin de semana.
1. OCULTAR Y ALARGAR LOS PLAZOS NO SOLUCIONA LA CRISIS
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BBVA cambia a su responsable de Control Interno tras la imputación del bancoEsa es la primera lección que los gestores del BBVA no han aprendido del Popular: no sirve de nada no hacer nada y esperar a que escampe, porque no escampa. El expresidente del Popular, Ángel Ron, ocultó durante años los problemas de solvencia y solo hizo pequeñas ampliaciones cuando los supervisores le pusieron entre la espada y la pared. Pero ni el mercado ni los medios de comunicación ignoraron la realidad, y alargar esa estrategia en los últimos meses solo consiguió agravar la presión y las caídas en bolsa.
Salvando las distancias en términos de solvencia, ahora el BBVA se ha convertido también en el objeto del pim, pam, pum mediático, y este no va a cesar, sino que se agravará aún más en septiembre con las declaraciones de los imputados. Dar hilo a la cometa no va a servir para que pase la tormenta, sino que solo va a agravar las sospechas sobre la culpabilidad del banco y sus gestores. Máxime cuando se están destituyendo a supuestos responsables de la relación con Villarejo, lo que juega en contra del banco porque implica reconocer que el pecado existió: había gente que sabía cómo operaba el excomisario, y, en consecuencia, el presidente y el CEO también lo sabían o fallaron todos los mecanismos de control. La propia salida por sorpresa de FG de la presidencia en 2018 y de la presidencia de honor en marzo alimentan esta lectura.
2. SACRIFICAR PEONES NO SALVA AL REY
Esa es la segunda lección del Popular ignorada: sacrificar peones no salva al rey en esta partida de ajedrez. Ron se cargó a su consejero delegado, Francisco Gómez, lo cual no evitó su propia caída cuando la situación se hizo insostenible y la mayoría del consejo se puso en su contra.
Ahora, Torres ha sacrificado -de momento- a Antonio Béjar, el único que ha reconocido en la Audiencia haber trabajado con Villarejo, y a Eduardo Arbizu, que era el responsable de cumplimiento normativo mientras Villarejo trabajó para BBVA. Y sin dar ninguna explicación sobre las causas. Eso hace que la explicación más sencilla se tome como verdadera por el mercado: les considera culpables de las irregularidades y pretende salvar así a Torres y a González.
El problema es que nadie se cree que ellos (o Julio Corrochano, exdirector de seguridad) contrataran a Villarejo sin el conocimiento y la aprobación de González -o la orden directa-, máxime cuando todo el mundo sabe que en BBVA no se movía un papel sin que lo supiera su histórico presidente; menos aún, una decisión tan delicada y que se tomó para defender al propio FG del intento de asalto de Sacyr, respaldado por el Gobierno de Zapatero, al banco.
3. NADIE ESTÁ A SALVO DE UN 'RUN ON THE BANK'
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Moody's advierte que el caso Villarejo puede afectar a la solvencia de BBVAQuizá la lección más importante que debe aprender el BBVA del Popular es que nadie está a salvo de una salida masiva de depósitos y, si se produce, no importará que su solvencia supere holgadamente las exigencias del BCE. Como decía el exconsejero delegado del Banco Pastor, Jorge Gost, los problemas de solvencia son un cáncer pero los de liquidez son un infarto. Ahí está la advertencia de Moody's, que añade que, aunque la sangre no llegue al río, esta crisis distraerá la atención y los recursos del banco.
De momento, ni los depósitos ni la cotización en bolsa (ha caído en línea con el sector en Europa) se han resentido por la crisis reputacional. Pero esto puede cambiar si empeoran las noticias en el futuro. En el caso del Popular, llevaba años con problemas graves de solvencia, pero la salida de fondos se precipitó por la caída en bolsa, las rebajas de 'rating' y la publicación de noticias que revelaban la subasta de Saracho y la vigilancia en que le había colocado la JUR (Junta Única de Resolución).
¿Qué puede provocar algo parecido en el BBVA? Descartada la disolución del banco que podría implicar una condena pero que nadie se plantea, la amenaza más seria es la imputación de Torres o incluso de todo el consejo y que el BCE fuerce su dimisión en bloque, lo cual generaría una enorme incertidumbre e inquietud entre la clientela que, si se alimenta con rumores o comentarios maliciosos o manipulados, puede provocar su huida. Pero hay otras muchísimas cosas que pueden salir mal y provocar una crisis, como advierte Moody's. Aquí la referencia inevitable es la ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldrá mal. Y BBVA no está en absoluto preparado para ello.