- Los empleados de la plataforma aseguran que son falsos autónomos que viven en "una situación de explotación"
- Los taxistas se sienten inferiores salarialmente frente a los VTC en igualdad de condiciones
Glovo, Deliveroo, Uber o Cabify. Estas son algunas de las empresas que inundan las calles de las grandes ciudades con sus servicios de transporte privado y de pedidos a domicilio. Sus condiciones laborales están en entredicho, y sus trabajadores empiezan a pedir más derechos.
“Deliveroo es una empresa que coacciona a sus trabajadores a diferentes niveles. Ha contratado a nuevos repartidores durante las tres jornadas de huelga que se han hecho, ha despedido a 9 personas y ha presionado todo lo posible para que firmen el nuevo contrato, que precariza todavía más el trabajo”, explica indignada Mireia Herrera, sindicalista de Intersindical Alternativa de Cataluña (IAC) y una de las responsables de la denuncia interpuesta contra la compañía británica ante la Inspección de Trabajo por la situación “de explotación” que se vive en Deliveroo.
La empresa de reparto de comida a domicilio se encuentra en el foco mediático después de que a finales de abril decidiera cambiar las condiciones laborales de sus empleados “de forma unilateral”, denuncia Herrera. El principal problema de este cambio se encuentra en que Deliveroo aseguraba hasta ahora dos repartos por hora a sus repartidores, por lo que ganaban, hubiese pedidos o no, 8 euros por hora de trabajo. Los pedidos se pagan a 4,25 euros en el caso de la bici y 4,50 para los motoristas.
Los ‘riders’(personas que llevan el pedido a domicilio), como los llama Deliveroo, denuncian que su situación es la de un falso autónomo
Todos los repartidores son autónomos, por lo que pueden repartir en otras compañías de la competencia como Glovo o UberEats, pero ahora Deliveroo propone que los que trabajan bajo el régimen de trabajador autónomo económicamente dependiente (TRADE), que cuenta con un nivel mayor de protección que la figura de autónomo, deben facturar un 75% de sus ingresos para Deliveroo.
Los ‘riders’ (personas que llevan el pedido a domicilio), como los llama Deliveroo, denuncian que su situación es la de un falso autónomo, está a su completa disposición en cuanto a horas, controla las ausencias, ordena el trabajo y emite las facturas a sus repartidores, frente a la práctica habitual de que el proveedor presenta este documento a su cliente. Además, los repartidores deben poner su bicicleta o moto y su teléfono móvil con Internet.
Otro de los puntos conflictivos en este gremio es la seguridad. Herrera señala que en Madrid hay un siniestro diario de media en el caso de los ciclistas, y que la empresa no hace nada por remediarlo. “No se les paga nada si un día sufren una caída y no pueden ir a repartir, no tienen ningún plus de peligrosidad y no tienen ningún tipo de seguro que cubra este tipo de accidentes”, denuncia la coordinadora de la sección sindical de justicia de la IAC.
Deliveroo busca, sobre todo, que sus colaboradores -tiene vetada la palabra empleado o proveedor- estén a pleno ritmo en los horas punta de demanda los viernes, sábado y domingo por la noche. Sólo los que mejor puntuación tienen por experiencia, fidelidad en ese tipo de horarios y trato con el cliente pueden acceder a repartir entre semana, por lo que llegar a un salario de 1.000 euros se antoja complicado si antes no has cumplido todas esas pautas.
En la última semana, se ha conocido que la compañía estaría dispuesta a limitar el número de repartidores para que tengan más ingresos y ya negocia con la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) un acuerdo de interés profesional. La reputación de Deliveroo, está en juego: "Tenemos el apoyo de la sociedad, Deliveroo ha visto como en las jornadas de huelga caían los pedidos", señala Herrera.
GLOVO Y UBER EATS TAMPOCO ASEGURAN PEDIDOS
Si Deliveroo es británica, Glovo es su competencia nacional, con el añadido de que además de pedidos de restaurantes, hace recados como la compra semanal y otros envíos en menos de una hora a través de mensajeros, que la empresa catalana ha bautizado como ‘glovers’.
“Yo no creo que la situación sea tan grave como comenta la gente de Deliveroo, si la empresa nos hiciese asalariados a todos sería insostenible y acabaríamos en la calle. Es un negocio que nadie puede prever y a veces que hay escaladas de demanda y momentos en los que no se trabaja, lo único que me gustaría es que hubiese una remuneración fija de unos 6 o 7 euros haya pedidos o no”, explica un 'rader' de Glovo que prefiere mantener el anonimato.
Glovo paga a sus ‘glovers’ con 2,5 euros por pedido, 55 céntimos por kilómetro y 5 céntimo cada minuto que dure el pedido, lo que asciende a unos 6 euros de media por comanda que suele durar unos 40 minutos. El repartidor de Glovo asegura a Bolsamanía que compañero suyos tienen jornadas de trabajo maratonianas de 7 horas de la mañana a 0h de la noche, “sobre todo, gente más veterana o inmigrantes que tienen cargas familiares y quieren ganar lo máximo posible”.
Este joven graduado en Economía explica que cuando empezó a trabajar en octubre la plataforma todavía no estaba muy asentada y Glovo incentivaba a sus repartidores con aumentos del 20%, el 50% o incluso el 200% de lo que habitualmente supone un pedido. “De octubre a diciembre llegué a cobrar 1.600 euros por seis horas diarias, pero no es lo normal. Ahora Glovo se ha asentado, hay más repartidores y cobro unos 900 euros mensuales, que está bien para un trabajo sin cualificar”.
En cuanto a la otra gran competidora de Deliveroo y Glovo, Uber Eats, utiliza asalariados para poder hacer frente a los pedidos, ya que todavía está en fase de expansión en España. “Es un embrollo facturar a Uber, tiene domicilio social en Holanda y la mayoría de repartidores no sabe cómo hacerlo. No tiene horarios, te conectas en la aplicación y si encuentras una comanda la haces”, comenta el joven repartidor. Uber, además, paga de media como el resto del sector, pero incluye en sus precios el IVA, por lo que no compensa a muchos trabajadores, puesto que este impuesto se debe desgravar del salario final.
UN NEGOCIO ‘SOBRE RUEDAS’
Taxi, Uber y Cabify. Esta particular ‘santísima trinidad’ va camino de convertirse en una de las guerras laborales más importantes de la década. Los taxistas piden igualdad de condiciones y que paguen los mismos impuestos. Los VTC, mientras guardan silencio. Por eso, los taxistas se quejan de que las empresas de transporte privado puedan ganar más dinero y los trabajadores tengan un sueldo superior al de los taxistas que trabajan en flota de una empresa.
“Mientras nosotros (taxistas a sueldo) tenemos que hacernos largas jornadas de 11-12 horas para llegar a los 1.200 euros de media, ellos (Uber y Cabify) con no más de 10 horas cobran lo mismo”, señalan fuentes del taxi a ‘Bolsamanía’. Y así lo corrobora Andrés (nombre ficticio de conductor de Uber). “En Uber (la multinacional compra los coches y las VTC y contrata a conductores) hay dos posibilidades, que tengas un contrato indefinido y en plantilla y ganar unos 1.450 netos o que estés en temporal y tengas unos pequeños pluses por cada viaje”, señala. Las fuentes del taxi argumentan que esto se debe a que comprar una licencia del taxi cuesta unos 120.000 euros, por lo que para rentabilizar el permiso, tanto dueños de licencias como empleados sin licencia, tiene que “sudar tinta china”.
Según explican las fuentes del taxi, es muy habitual que alguien compre una o varias licencias para poder contratar a conductores. “Nosotros nos llevamos un porcentaje de la carrera, por eso no tenemos un sueldo fijo y tenemos que hacer jornadas maratonianas para llevar a casa un sueldo digno”, insisten.
El tercero en discordia es Cabify, que cuenta con un modelo más flexible: en esta empresa hay tres modelos de trabajo. El primero de ellos es el de ser empresario con licencia VTC y coche. A cambio de una comisión, se puede ser autónomo y realizar los viajes que se deseen. La segunda de ellas es la de ser conductor: en este caso existe un sueldo mínimo de 1.200 euros por unas 12 horas de trabajo, más algún que otro extra. Eso sí, el coche es totalmente responsabilidad suya y los desperfectos (salvo problemas de motor y desuso) lo deben de pagar ellos, así como la limpieza personal. Y la tercera es ser dueño de la licencia y contratar a alguien.
Hay que recordar que la licencia VTC cuesta una tasa administrativa de 38 euros, aunque por el traspaso de estas se llegan a pagar entre 40.000 euros y 65.000 euros, según ciudades. El coche que deben comprar los autónomos interesados en Cabify son modelos de Hyunday, Kia, Toyota o Skoda, para la categoría Lite; la categoría Executive, utiliza automóviles de gama alta; el BMW i3, es el coche elegido en la categoría Electric y por último, furgonetas estilo Mercedes Viano, para la flota de grupos.