• Las pesquisas se centran en la operativa sobre las acciones de Iberdrola entre 2014 y 2015.
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Sede de ACS en la Avenida de Burgos en Madrid.

El supervisor de la Bolsa española cuestiona a la constructora de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, sobre el impacto contable de sus operaciones con bonos canjeables y derivados con acciones de Iberdrola entre 2014 y 2015. ACS invirtió más de 6.000 millones de euros en intentar hacerse con el control de la eléctrica que preside Ignacio Sánchez Galán, pero acabó con miles de millones en pérdidas en su balance.

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El 26 d eseptiembre de 2006, ACS entró en Iberdrola como un elefante en una cacharrería con la toma del 11% del capital de la eléctrica, planes para alcanzar el 20% y fusionarla con su entonces participada Unión Fenosa. Fue un martes, 24 horas después de que Acciona hubiese tomado el 10% de Endesa y de que comenzase la guerra de las eléctricas en España con participación del grupo alemán E.On, la italiana Enel y Gas Natural. Más de diez años después de aquella operación sigue coleando para Florentino Pérez. Ha sido toda una pesadilla financiera y política para la constructora ACS durante estos años hasta el punto de provocar un cisma en su accionariado, con la progresiva y silenciosa salida de socios históricos como los March (Alba) y los Albertos (Alcor).


Ahora, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de Sebastián Albella pide explicaciones a la constructora por su operativa sobre las acciones de la eléctrica entre 2014 y mediados de 2016, periodo en el que liquidó una inversión en apariencia ruinosa para ACS -Iberdrola llegó a perder un 50% de su valor en bolsa- y que según el supervisor requiere de más explicaciones que las contenidas hasta ahora en las cuentas financieras de ACS. Desde la eléctrica Iberdrola declinaron realizar comentarios a Bolsamanía, mientras que la constructora no respondió a la petición de información.

En un requerimiento dirigido a ACS, el regulador pregunta, en concreto, sobre el estado de dos emisiones de bonos canjeables por Iberdrolas, valorada en 700 millones de euros, así como por la estructura de derivados a través de opciones put (bajistas) y calls (alcistas) que contrató para proteger su inversión y para especular con Iberdrola: ACS registró un impacto positivo de 200 millones de euros en cuestión de meses con estas operaciones de alto riesgo sobre la eléctrica Iberdrola.


La constructora emitió los bonos -que todavía cotizan en un mercado no regulado de la Bolsa de Fráncfort, según ACS- con el objetivo de liquidar un equity swap (permuta financiera) que tenía contratado con Natixis y para el cual tuvo que entregar las acciones de Iberdrola y se quedó con el derecho de uso (usufructo) de las acciones. La sofisticada ingeniería fiscal de ACS en Iberdrola fue objeto de requerimientos en el pasado por parte de la CNMV, pero hasta ahora la constructora no se había pronunciado con tanto nivel de detalle tanto en fechas, importes y precios de ejecución de sus derivados.


CÓMO ENTERRAR LA DEUDA DE IBERDROLA


Según la carta de ACS en respuesta la CNMV, la operación más relevante realizada en 2015 en relación con la participación en Iberdrola fue la cancelación del “equity swap” (permuta financiera) firmado con el banco francés Natixis sobre 164,3 millones de acciones de Iberdrola, “en el que el Grupo ACS tenía el usufructo sobre dichas acciones”. Al cierre del ejercicio la constructora contrató un “put spread” (estrategia de beneficios limitados que consiste en comprar y vender opciones de forma simultánea como cobertura de unas acciones) con los títulos de la eléctrica como subyacente. Su precio de ejercicio era un 30% inferior a la cotización de Iberdrola en aquel momento para blindarse ante las oscilaciones del mercado de la eléctrica. Sobre este instrumento, el grupo señala que “supone la ausencia del registro de un pasivo por este concepto al igual que a 31 de diciembre de 2014”. De esta manera, ACS evitó incluir en su balance la deuda asociada bajo su propio criterio y el de sus auditores.


Asimismo, ACS explica a la CNMV que en 2014 las operaciones más relevante sobre la eléctrica fueron dos emisiones de emisión 720 y 405 millones de euros en bonos canjeables sobre acciones de Iberdrola con vencimiento en marzo de 2019. Sin embargo, a los pocos meses de esta emisión realizó una oferta de canje anticipado con la que amortizó 467 millones y entregó a los bonistas 100 millones de acciones de Iberdrola. Tras ambas operaciones, ACS se anotó un impacto negativo de 33 millones de euros en sus cuentas en forma de gastos y otros 29 millones en pérdidas por las opciones financieras (derivados ligardas) a los bonos. Al cierre de 2015, la constructora propietaria de Hochtief, Cobra, Dragados o Cimic cifra en el 1,4% el porcentaje de Iberdrola que estaba en su poder, una participación valorada en unos 589 millones de euros, según las cuentas de la entidad. Estas acciones se mantuvieron, además, pignoradas (como garantía) de los bonos.


Las operaciones de riesgo de ACS en Iberdrola terminaron por generar pérdidas de miles de millones a sus cuentas y el uso de ingeniería financiera levantó las sospechas de la CNMV desde el principio, especialmente, en lo relativo al aparcamiento de la deuda que respaldaba la inversión en la eléctrica. Pero finalmente, Florentino Pérez acabó tirando la toalla en 2012 y el grupo registró unas pérdidas históricas de 1.926 millones, que le obligaron a deshacerse de su participación mayoritaria en Abertis, su empresa de autopistas para poder sobrevivir. ACS cifró en 1.863 millones de euros el impacto de las minusvalías por la venta del 3,7% de Iberdrola, las provisiones por el deterioro del resto de la participación y otros 300 millones por la necesidad de refinanciar el resto de la deuda. A partir de 2014, la constructora se pasó a los derivados para recuperar parte lo perdido y enjugar su deuda, aspecto ahora bajo la lupa de la CNMV.

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