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Francisco González, presidente de BBVABBVA
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Francisco González se va de BBVA y lo hace un año antes de lo que le exigían sus estatutos. Un banquero gallego al frente de una histórica entidad vasca, que derrocó a los neguris de BBVA y que se enfrentó a los diferentes Gobiernos en numerosas ocasiones, abandona el barco después de cambiar dos veces los estatutos para poder mantenerse en el poder después de los 65 años.

A pesar de estar Licenciado en Económicas por la Complutense, González dio sus primeros pasos laborales como informático. Se sacó las oposiciones a corredor de comercio (fue, de hecho, el primero de su promoción, la de 1980) y fue agente de cambio en la Bolsa de Madrid, donde adquirió una experiencia que le valió para fundar FG Inversiones Bursátiles en 1987. No hizo las cosas mal, pues consiguió vender la compañía a Merril Lynch, que lo convirtió en su consejero asesor para Europa.

No fue hasta 1996 cuando González llegó, gracias a su amistad con José María Aznar, a Argentaria como presidente, una entidad pública nacida en tiempos de Felipe González fruto de la fusión de Banco Exterior de España, Caja Postal de Ahorros, Banco Hipotecario de España, Banco de Crédito Local, Banco de Crédito Agrícola y Banco de Crédito Industrial.

Se encontraba en pleno proceso de privatización cuando González se puso al timón de la entidad que, una vez dejó de ser pública, se integró en el Banco Bilbao Vizcaya, nacida en 1991 fruto de la fusión de las dos históricas entidades vascas. Al convertirse en BBVA, González asumió el cargo de copresidente junto con Emilio Ybarra.

LAS CUENTAS OPACAS EN JERSEY

FG consiguió derrocar a la burguesía vasca que mandaba tradicionalmente en el BBV tras hacerse públicas las conocidas como “cuentas opacas” en Jersey, un entramado para evadir impuestos gestado desde la división de banca privada de BBVA, que tenía una filial en esta región.

El escándalo salió a la luz tras la fusión con Argentaria, que se completó en 2001. El caso llegó a los tribunales e Ybarra acabó dimitiendo del cargo. González se quedó solo al frente del banco pese a la oposición de las familias de Neguri, que solo consiguieron colocar como número dos a José Ignacio Goirigolzarri.

En 2005, González tropezó al intentar hacerse con el italiano Banco Nazionale del Lavoro (BNL), del que tenía un 15%. Pero chocó con el gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio, que frenó las intenciones de BBVA al apoyar la contraoferta lanzada por la aseguradora Unipol. Un fracaso del que González nunca quiso oír hablar.

UN BANQUERO ENFRENTE DEL PODER

Antes de esta operación fallida, por el banco pasó el que posteriormente sería ministro de Industria, Miguel Sebastián, que fue director del Servicio de Estudios de BBVA. González le echó del banco y, años más tarde con Zapatero en el Gobierno, urdiría el intento de derrocamiento de su antiguo jefe a través de Sacyr. Un episodio del que González salió reforzado y que empezó a labrar su enfrentamiento con los sucesivos Ejecutivos.

Una de las características más relevantes de González ha sido, precisamente, sido su oposición al poder, especialmente en dos momentos vitales para el sector financiero español. La ministra de Economía y vicepresidenta de la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, Elena Salgado, se encontró a González de frente cuando el Gobierno quiso que el sector salvara la salida a bolsa de Bankia.

Todos los grandes bancos acudieron a la OPV del banco entonces capitaneado por Rodrigo Rato, que se convirtió en una cuestión de Estado, pero González se negó en rotundo. Visto el desastre posterior, fue una decisión con sentido para la entidad, que protagonizó los desencuentros más sonados cuando en el Ministerio de Economía se sentaba Luis de Guindos.

Del enfrentamiento con el ahora número dos de Mario Draghi han corrido ríos de tinta. La negativa de BBVA a entrar en el capital de la Sareb, cuya creación fue impuesta por Bruselas, supuso la gran ruptura entre el ministro y el banquero. Otra operación de la que BBVA salió airoso y por la que sus competidores aún calculan las pérdidas que les generará.

TRES CEOS EN DIEZ AÑOS

El tándem González-Goirigolzarri, que se mantuvo entre 2001 y 2009, dirigía una entidad al nivel del primer banco del país, en manos de Emilio Botín, pero el segundo ejecutivo de BBVA cometió un gran error que le costaría el puesto: se postuló como sucesor del presidente del banco tras su jubilación, que debía producirse en 2009, cuando cumpliera 65 años.

Goirigolzarri, cuya carrera hasta el momento se había desarrollado enteramente en las filas de BBVA desde su llegada en 1977 al Banco de Bilbao, se veía como presidente de la entidad. Su consejero delegado iba a ser, muy probablemente, su actual número dos en Bankia, José Sevilla, también cantera de BBVA.

Sin embargo, González dio un golpe en la mesa y prorrogó por primera vez la edad de jubilación de los consejeros para poder quedarse al frente del banco hasta los 70 años. Goirigolzarri salió de la entidad con 53 millones de euros bajo el brazo en concepto de jubilación que cobrará cuando cumpla los 65 años, en febrero de 2019. Goirigolzarri no cobró ninguna indemnización tras su cese.

Como sucesor de Goirigolzarri, González ascendió a Ángel Cano, hasta entonces responsable de Recursos y Medios del banco. Duró seis años, pues González destituyó de nuevo a su consejero delegado, con el que chocaba en algunos temas, como la premura en digitalizar el banco.

Fue entonces cuando llegó al poder Carlos Torres, un McKinsey que en ese momento era responsable de la banca digital de BBVA. Su incorporación dio alas a González para pilotar la última de sus obsesiones: la gran transformación digital de BBVA. El aún número dos de González cumple este año diez en el banco, tras su incorporación en 2008 como director de Estrategia y Expansión Corporativa. Bajo su mando, BBVA decidió su entrada en Turquía a través de Garanti, una aventura en la que no se calculó bien el riesgo-país como desmuestran las turbulencias sufridas por el país este verano.

De truncarse, sería otra operación fallida en emergentes bajo el mandato de González, que lleva en su currículum el fracaso de China y la incertidumbre de su paso por Venezuela, donde también sufre por la divisa y la inestabilidad económica y política. En España, en cambio, se convirtió en la primera entidad por cuota gracias a las adquisiciones de CatalunyaCaixa y Unnim, aunque no logró materializar las sinergias previstas.

El BBVA perdió ese liderazgo en favor del Santander cuando este compró el Popular. Aquí FG jugó al gato y al ratón: en la subasta privada de Saracho pidió ayudas públicas al Gobierno y, ante la negativa de este, presentó un precio negativo. Y cuando se decidió su resolución, pidió tiempo para presentar una oferta pero al final envió un sobre vacío. Algo de lo que ahora se arrepiente, según algunas fuentes cercanas al banco.

Con su salida del banco, programada para el próximo 31 de diciembre, se cierra uno de los capítulos más importantes de la historia de los bancos que formaron BBVA. Culmina también una era en el sector bancario español, que observa la retirada del penúltimo de los viejos banqueros (el último es Josep Oliu) tras la caída de las cajas de ahorros, la muerte de Emilio Botín y la retirada de la primera línea de Isidre Fainé.

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