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Francisco González, presidente de BBVAEUROPA PRESS

Francisco González ha pasado de mirar torcido a quienes le hablaban de su retirada -"¿usted que cree?", respondió en 2014 a quien esto escribe cuando le preguntó si se lo planteaba- a acelerarla: se marchará el 31 de diciembre. Pero esta salida apresurada, lejos de cerrar incertidumbres, abre otras nuevas. Más allá de la gestión del banco, esto implica que renuncia a la compra de Bankia, lo que permite una no tan disparatada compra por parte del Santander y abre la puerta al regreso de José Ignacio Goirigolzarri.

Se desconocen las razones para que el presidente más personalista de la banca española, y que ha modificado dos veces los estatutos del BBVA para alargar su mandado, haya cambiado tan radicalmente de opinión. Máxime cuando ahora tenía una razón de peso precisamente para no irse todavía. Esa razón era la posible adquisición de Bankia, como respuesta a la adquisición de Popular por parte de Santander.

Esta posibilidad siempre estuvo en la mente de Luis de Guindos como alternativa a una serie interminable de colocaciones en bolsa aplazadas sine die por los bajos niveles de cotización de Bankia. Además, Bruselas presiona para que se privatice cuanto antes porque considera que la presencia del Estado en su capital con un 60% distorsiona la competencia. Tanto el anterior Ejecutivo como el actual pretenden maximizar los ingresos para reducir en lo posible las pérdidas del rescate, algo que parece más factible con una venta a otra entidad dispuesta apagar una prima. Y ahí el BBVA es el mejor posicionado, una vez descartado el Santander tras la compra del Popular.

Por su parte, BBVA conseguiría unas sinergias del 38% de la base de costes, según Mediobanca, y recuperaría el liderazgo en España perdido a manos del Santander-Popular. Se añade al cóctel que el BCE presiona para reducir el peso de los países emergentes, y más tras la crisis de Turquía, algo que puede conseguir aumentando el peso de España. Por último, el propio FG se haría con la entidad que preside su antiguo número dos, Goirigolzarri, y pondría un broche de oro a su mandato.

RAZONES POLÍTICAS Y ECONÓMICAS

El principal obstáculo, claro está, es que BBVA necesitaría grandes recursos para una compra que supondría unos 15.000 millones. El año pasado ingresó 1.850 millones por la venta de su banco en Chile y 4.000 por la del 80% de su ladrillo a Cerberus, pero tendría que vender otras actividades rentables, como la filial en EEUU, para reducir una ampliación de capital que el citado banco de inversión cifra en 11.000 millones (el Santander amplió en 7.000 para comprar Popular).

¿Eso es lo que ha echado para atrás a FG? Es posible. También que el Gobierno socialista es menos proclive a esta operación que el del PP, al menos hasta que tenga claro cuál es su política sobre la banca y hasta dónde piensa ceder ante Podemos. Pero, tal como están las cosas, tampoco parece que Pedro Sánchez pueda aguantar mucho más tiempo en el poder.

LA VUELTA DE GOIRI... O LA VENTA AL SANTANDER

Sea como fuere, descartar la operación Bankia abre la puerta a algo que, en teoría, daba pánico al de Chantada: que la operación de Bankia y BBVA se haga tras su retirada y que, entonces, sea Goirigolzarri el elegido para llevar las riendas de la entidad fusionada (como sería la decisión lógica por experiencia de gestión). Gori presidiendo 'su' banco, del que le obligó a salir en 2009 por osar postularse como su sucesor.

Pero la renuncia a Bankia abre otro escenario aún más inquietante para BBVA. Una compra de ese tamaño lo blindaría ante cualquier intento hostil, pero sin ella se queda a tiro del Santander. ¿Una operación impensable? No tanto. El BCE estaría encantado porque quiere grandes campeones europeos capaces de resistir nuevas crisis, y comprar el BBVA siempre ha sido el sueño del mayor banco español. Y acaba de nombrar consejero delegado a un banquero de inversión artífice de sus grandes adquisiciones...

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