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Francisco González dejó BBVA hace casi un año, pero a su relación con el banco aún le queda tiempo. El expresidente de la entidad tiene pendiente de cobro parte del sueldo variable que le corresponde por haber ostentado el cargo en los últimos tres años, dado que la política de remuneración del banco a sus consejeros ejecutivos consiste en entregar parte del variable de forma diferida en los años siguientes a haberlo devengado.
BBVA remunera a sus consejeros ejecutivos (presidente, consejero delegado y otro consejero) de varias formas, de manera similar al resto de empresas cotizadas. Por una parte, les paga una remuneración fija, que se cobra al término del ejercicio, en el primer trimestre del siguiente. Lo mismo ocurre con una parte del variable, que se paga en un 50% en efectivo y en un 50% en acciones.
Sin embargo, una segunda parte del variable (retribución variable a largo plazo) se abona de forma diferida en los años posteriores al ejercicio por el que se genera esa remuneración. La del año 2018, por ejemplo, se cobrará en los años 2022, 2023 y 2024.
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FG se desmarcará del resto de imputados por el caso BBVA-Villarejo y sí declararáAsí, de acuerdo con las comunicaciones públicas efectuadas por el banco durante los últimos años a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), González aún debe cobrar parte del variable correspondiente a los años 2016, 2017 y 2018, mientras que este año le tocaba ingresar la última parte del variable de 2015 (1,035 millones de euros en efectivo y 133.947 acciones).
De los documentos remitidos al supervisor de los mercados se extrae que estos variables corresponden a unos 2,3 millones de euros en efectivo más otra parte similar a través de la entrega de títulos del banco, si bien no es posible determinar la cifra exacta que finalmente cobrará, pues el importe del variable, como su propio nombre indica, no es estable y depende de algunas condiciones, como alcanzar un determinado nivel en algunos indicadores relacionados con el resultado, como la ratio de capital o la rentabilidad.
CLÁUSULAS CLAWBACK Y MALUS
A la hora de entregar la retribución variable a los ejecutivos, que ya de por sí está sujeta a cumplir ciertas condiciones, el banco cuenta con un arma por si considera tiempo después que el directivo no tiene derecho a cobrar este variable. Se trata de las cláusulas de reducción y de recuperación, las conocidas como malus y clawback, que, como el propio banco detalla en los documentos remitidos a la CNMV, se pueden activar en el caso de esta retribución variable a largo plazo durante todo el tiempo que dure el diferimiento, es decir, hasta que se haga entrega de la misma al directivo.
La cláusula clawback permite a la entidad recuperar lo ya entregado, mientras que la malus facilita dejar de pagar el bonus pendiente, si bien la solicitud al directivo de estos reembolsos debe estar fundamentada en una mala praxis por parte del mismo.
En todo caso, la aplicación de estas cláusulas es complicada, dado que son de reciente implantación en España. Santander ha sido pionero en esta clase de reclamaciones al ganar el primer asalto a Ángel Ron, expresidente de Popular, por su millonario bonus. El banco le achacaba las pérdidas registradas por Popular en sus últimos meses de vida y el juez le dio la razón tras meses de batalla legal. El exbanquero ha recurrido, así que, por el momento, aún no está dicha la última palabra.