ep a general view of the olympic rings inside the olympic museum amid preparations for 2020 summer
Anillos olímpicos.Adam Davy/PA Wire/dpa - Archivo

Los Juegos Olímpicos de París están a la vuelta de la esquina. La trigésimo tercera Olimpiada dará comienzo de forma oficial el próximo 26 de julio y se extenderá hasta el 11 de agosto con la celebración de 329 competiciones. Albergar un evento deportivo de estas características supone una fuerte inversión por parte del país organizador que, como la historia reciente viene demostrando, no suele ser precisamente rentable.

Según un reciente informe de la informa de análisis de datos AltIndex, el coste total de organizar unos JJOO se ha disparado a más de 187.000 millones de dólares desde el año 2000, es decir, 126.000 millones o tres veces más de lo previsto inicialmente. Las estadísticas también muestran que el sobrecoste medio de las Olimpiadas fue de 9.700 millones de dólares, con enormes diferencias entre las ciudades anfitrionas.

"El análisis coste-beneficio de albergar las Olimpiadas demuestra que es menos beneficioso económicamente de lo que afirman. Aunque las ciudades anfitrionas obtienen puestos de trabajo temporales gracias a las mejoras de las infraestructuras que siguen beneficiándolas en el futuro, los costes siguen siendo gigantescos", afirman estos analistas.

Una vez que una ciudad gana la candidatura para albergar las Olimpiadas, suele añadir carreteras y construir o mejorar aeropuertos y líneas de ferrocarril para dar cabida a la gran cantidad de personas que tendrá que recibir. Además, hay que alojar a los atletas en la Villa Olímpica y disponer de al menos 40.000 habitaciones de hotel e instalaciones específicas para eventos.

Hasta ahora, apuntan estos estrategas, Montreal ha sido el peor ejemplo de sobrecoste de la historia olímpica. La factura final de los Juegos Olímpicos del 76 fue hasta 13 veces superior a la estimación original, mientras que el coste del estadio principal tardó más de 30 años en amortizarse en su totalidad. Sin embargo, en las dos últimas décadas, muchas otras ciudades también han registrado sobrecostes gigantescos.

Los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 encabezan esta lista con un enorme sobrecoste de más de 40.000 millones de dólares. Le siguen los Juegos Olímpicos de Río 2016, con una gigantesca diferencia de 13.000 millones de dólares entre el coste final y el presupuesto previsto.

Además, las estadísticas muestran que los JJOO de Invierno de Sochi 2014 se excedieron en más de 16.000 millones de dólares, mientras que la factura de Tokio se sobrepasó en unos 20.700 millones después de que la pandemia de Covid-19 le obligara a retrasar sus juegos de 2020 y organizarlos sin espectadores ocho meses más tarde.

Por otro lado, las Olimpiadas invernales de Vancouver 2010 y Pyongyang 2018 vieron duplicados los costes finales de la organización de los Juegos respecto a sus presupuestos iniciales, un poco más que Sydney 2000 y los JJOO de Invierno de Turín 2006, que registraron sobrecostes del 91% y el 80%.

Aunque el gasto en infraestructuras de París ha superado en un 76% o en más de 9.600 millones de euros el presupuesto inicial con respecto a su proyección para 2016, se trata del segundo menor sobrecoste de las dos últimas décadas.

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