El giro verde de Endesa y la inversión millonaria en renovables va a tener su ‘cara b’. La eléctrica controlada por el grupo italiano Enel (posee el 70% del accionariado) no ve margen para elevar su dividendo por encima del 70% de su beneficio neto a partir de 2022.
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Actualmente, la política de la compañía (para 2019 y el 2020 en curso) establece que el dividendo ordinario por acción sea igual al 100% del beneficio ordinario neto. Y, de cara al futuro, tendrá que pisar el freno. El consejero delegado de Endesa, José Bogas, asumió en la presentación de resultados anuales que en 2021 ese porcentaje se quedará en el 80% y, en 2022, irá a la baja, hasta el 70%. Un porcentaje que se mantendrá a partir de ese ejercicio, según indican desde la compañía.
De momento, a cuenta de los resultados de 2019, su consejo de administración acordó en noviembre un dividendo bruto de 0,70 euros por acción, que le supuso un desembolso de 741 millones de euros a principios de enero. En total, llevará a su próxima junta de accionistas una retribución de 1,475 euros por título con cargo a los resultados del año 2019.
MEGAINVERSIÓN ‘VERDE’
Ese giro en la estrategia de retribución a sus accionistas es consecuencia de los planes de inversión de Endesa para los próximos años, que quiere acelerar su apuesta por las renovables. En concreto, su matriz italiana comunicó a finales de año que Endesa destinará 6.300 millones de euros a nuevas inversiones a lo largo de los próximos tres ejercicios.
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Las eléctricas pelean por retener el valioso acceso a la red de las plantas que cierrenEl propio Bogas justificó este martes esta estrategia de inversión. El CEO de Endesa apuntó que, hace unos años, los inversores reclamaban a la eléctrica un megadividendo. Sin embargo, la compañía optó por “un pequeño dividendo extraordinario cada año”.
“Hemos visto que se empiezan a dar las condiciones de inversión, 1.700 millones”, citó. “y hemos subido de forma tremenda este plan”, justificó sobre los planes de inversión previstos por la compañía. “Pensamos compensar el menor ‘pay out’ con el crecimiento de la empresa”, resumió. Es decir, el crecimiento de la retribución irá marcado por cómo avancen los planes de transformación renovable de la compañía.
Parte de esa transformación es el cierre de las plantas de carbón y las nucleares. Sobre estas últimas, Bogas justificó que no se refleje el deterioro en las cuentas hasta que no quede fijado un calendario definitivo sobre estos cierres, aunque el apagón nuclear ya está marcado para 2035.
En cuanto a las térmicas de carbón, que han golpeado sus resultados de 2019, Endesa aún está a la espera de saber si mantendrá bajo su control los derechos de conexión a la red eléctrica de estas centrales o si estos saldrán a subasta. Su futuro dependerá de las decisiones que tome el Ministerio para la Transición Energética y, ante esa incertidumbre, la eléctrica reclama una pronta resolución a Teresa Ribera.