• El Estado ha disparado sus ingresos con el gestor aeroportuario...
  • mientras que el sueldo del directivo y los trabajadores están muy lejos de la realidad de la empresa
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José Manuel Vargas, presidente de Aena, en el debut en bolsa del gestor aeroportuarioEUROPA PRESS

José Manuel Vargas aterrizó en Aena a comienzos de 2012. La entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, junto a su secretario de Estado de Planificación e Infraestructuras, Rafael Catalá, elegían al directivo para liderar la privatización del gestor aeroportuario y retomar la senda del beneficio. Cinco años después, los objetivos marcados por el Gobierno al exconsejero delegado de Vocento han sido cumplidos con nota. No obstante, la tensión entre ambas partes es máxima.

Este desencuentro ha evolucionado al mismo ritmo que lo ha hecho la compañía. En 2012, Aena reportaba unas pérdidas de 64 millones de euros. Entonces, el nuevo presidente asumió que le correspondía emprender medidas tajantes: ejecutó un ERE en 2013 de 1.250 personas y un ajuste del área comercial y de las adjudicaciones del gestor. A su favor, y de manera clave para el negocio, fue 'premiado con la entrada en vigor de un nuevo marco regulatorio, que dictaba el establecimiento progresivo del sistema 'dual till' (separación entre ingresos comerciales y aeronáuticos). Tras estas medidas, el gestor de aeropuertos alcanzaba la senda de los números verdes. En ese ejercicio alcanzaba un beneficio de 597 millones de euros. Y desde entonces no ha dejado de ganar dinero: 479 millones en 2014, 834 millones en 2015 y 1.164 millones en 2016.

La salida a bolsa en febrero de 2015 también puso en valor a la compañía. Aunque precisamente eso, valor, es lo que ha generado para los accionistas. En poco más de dos años, Aena se ha revalorizado cerca del 180%, lo que supone un aumento de su capitalización de más de 16.000 millones, hasta los 24.800 millones de euros que vale en estos momentos en bolsa. Este volumen convierte a la compañía, con un 51% de participación del Estado, en la séptima empresa por capitalización más grande del Ibex.

EL PEOR PAGADO DEL IBEX

Todas estas cifras alimentan ahora el fuego de Aena. Tras apretarse el cinturón en las vacas flacas, los empleados reivindican mayor reconocimiento en las vacas gordas. Y el tema de la retribución es un asunto sumamente delicado. Pero no sólo para la plantilla. También para el propio Vargas.

Pese a la mejoría de las cuentas y su buena marcha en bolsa, el presidente de Aena es el directivo peor pagado del Ibex 35, debido a que la compañía cuenta con las restricciones retributivas de una empresa pública, lo que le aleja de los niveles de empresas de su mismo sector. Una situación con la que Vargas ha mostrado su descontento en varias ocasiones. En el V Foro Anual del Consejero, el presidente de Aena reivindicó que “la remuneración del ejecutivo debe alinearse con el valor que genera”.

En 2016, el presidente de Aena ingresó, entre sueldo fijo y variable, 166.000 euros, lejos del millón de euros que cobraba en su etapa de consejero delegado en Vocento. Su sueldo es muy inferior a los cerca de 10 millones que cobró Pablo Isla (Inditex), los 9,3 millones de José Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), los 5,3 millones de José María Álvarez Pallete (Telefónica), a mucha distancia también de los cerca de 1,3 millones de Juan Lladó (Técnicas Reunidas), la empresa de menor capitalización del Ibex 35.

Aena cuenta con restricciones retributivas de una empresa pública, esto ha provocado la fuga de gran parte de la cúpula directiva de José Manuel Vargas

“La alta dirección de Aena, por sus características de sociedad mercantil estatal, está sujeta al régimen retributivo público”, indicaba el folleto de salida a Bolsa de Aena en 2015. Sin embargo, Vargas sale perdiendo también en la comparativa con la otra empresa estatal que reportó beneficio en 2016: Loterías y Apuestas del Estado. Su presidenta, Inmaculada García, cobró 215.000 euros.

Pero los topes no sólo afectan a Vargas. Su existencia le ha impedido retener a su equipo, y como consecuencia Aena ha sufrido una auténtica fuga de directivos desde 2015. Su directora financiera, Beatriz Puente, se marchó a NH Hoteles, y el director de relaciones con inversores, Ignacio Carvajal, volvió a su actividad como gestor de fondos, actualmente se encuentra en Cartesio. A estas dos piezas clave, sobre todo en la exitosa salida a bolsa de la compañía, también se unió la baja del director de comunicación, Antonio San José, que este año se sumó al intento fallido de reflotar Banco Popular y la salida del director de red de aeropuertos, Fernando Echegaray, tras su fichaje por la competencia directa de Aena, el grupo Aéroports de Paris.

Y, por supuesto, este descontento que también se extiende por toda la plantilla de Aena. Según las estimaciones que realizan los sindicatos, el total de la masa salarial del gestor aeroportuario no supera los 220 millones de euros. Una cifra que es inferior a los 300 millones que "regalará Aena", según apuntan los trabajadores, a las compañías aéreas en los próximos tres años debido a la rebaja de tasas aeroportuarias efectuada por el Gobierno. Y, por otro lado, el gasto en salarios es inferior a los 293 millones que ingresaron las arcas del Estado este año de Aena, tras el reparto del 50% de su beneficio neto en dividendo.

Este escenario indigna a la plantilla de Aena, que podría ir a la huelga el próximo 15 de septiembre para exigir, entre otras cosas, un aumento salarial. Un conflicto que llevará a Vargas a ‘chocar’ con Montoro para recibir la autorización para proceder a este aumento, ya que desde el gestor aeroportuario han anunciado que es un reivindicación que “comparten”.

MÁS LEÑA AL FUEGO: ABERTIS, INTERNACIONALIZACIÓN...

Otro punto clave de esta tensión entre Vargas y Moncloa reside en el corsé al que se le ha sometido para tomar decisiones. Y el reciente caso de Abertis lo ha puesto de manifiesto. José Manuel Vargas era partidario, junto al fondo de capital riesgo británico TCI, segundo máximo accionista de Aena, de lanzar una contraopa sobre la concesionaria, pretendida por la italiana Atlantia. Pero el Estado, su accionista mayoritario a través de Enaire, frenó esta idea.

Esta decisión molestó a Vargas. El presidente de Aena señaló en la presentación de resultados del primer semestre que la compra de Abertis era "una oportunidad única" ya que "no hay más empresas de infraestructuras de ese tamaño en España". El directivo hizo hincapié en que aquella operación no era "tan rara", puesto que en Europa hay otras empresas de infraestructuras que cuentan con más de un tipo de negocio.

Una malestar que va en línea con sus reclamaciones para expandir Aena en el mercado internacional. "Existe un fenómeno de configuración de un mercado global de aeropuertos donde Aena debería tomar un rol más activo”, apuntaba Vargas ante sus accionistas. Unas aspiraciones de expansión que se han frustrado en aeropuertos como el de la Habana. En esa ocasión el gestor de aeropuertos español no pudo optar a la concesión, en favor de Airports de París (AdP), debido al 'impasse político' que vivía España en 2016.

Por la cabeza de Vargas pasa un mayor grado privatización para impulsar la posición estratégica de la compañía en el mercado, que requiere autorización del Gobierno para concurrir a licitaciones fuera de España. Pero esta posibilidad se antoja más que compleja ante un Ejecutivo de Rajoy que gobierna en minoría en esta legislatura y que no tiene intención de mover su posición de uno de sus negocios más rentables. Otro choque en potencia. Uno más para extremar la tensión entre Vargas y Moncloa. Aena vuela en bolsa. Pero en los despachos mandan las turbulencias.

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