Elon Musk, CEO de Tesla, ha declarado ante el juez de la Corte de Cancillería de Delaware, Joseph Slights III, que la compra de SolarCity por 2.500 millones de dólares no fue un rescate por parte del fabricante de coches. El directivo se ha mostrado combativo con el abogado de los demandantes en la primera sesión del juicio.
El consejero delegado ha negado también que prometiera tomar represalias contra cualquier consejero que votara contra la adquisición y ha dicho que no tenía ningún control sobre su remuneración o las asignaciones de los comités del consejo.
Musk ha afirmado que la ahora presidenta de Tesla, Robyn Denholm, fijó el precio final del acuerdo para la compra de la energética.
La cuestión sobre quién controló la compra de SolarCity es una de las partes claves de este juicio. Los inversores y los fondos de pensiones que lideran la demanda argumentan que el directivo y el consejo incumplieron sus obligaciones fiduciarias cuando orquestaron la adquisición de SolarCity. En junio de 2016, Musk era el presidente y el mayor accionista de ambas empresas cuando asombró a Wall Street al anunciar que Tesla adquiriría la compañía instaladora de paneles solares.
Al ser interrogado por Randy Baron, el abogado de los demandantes, las cosas se han puesto tensas y los dos se han enredado en las líneas de tiempo y la rentabilidad de SolarCity después de la adquisición.
Daniel Ives, analista de Wedbush Securities, califica la adquisición como un "claro punto negro" para Musk y Tesla, en gran parte porque SolarCity no ha obtenido beneficios. "Básicamente fue poner dinero bueno tras dinero malo", señala Ives. "Entre todos los éxitos y todas los logros inimaginables que Musk ha conseguido, este es uno de los puntos bajos", afirma, según recoge MarketWatch. La mayoría de los inversores, apunta Ives, no dan valor al negocio solar de la compañía.
"Simplemente creo que Musk y Tesla subestimaron los retos y los obstáculos que conlleva el negocio", concluye este experto.