- Los críticos de Saracho recuerdan que Mustier se bajó el sueldo y compró acciones
La que puede ser la primera fusión bancaria transfronteriza, la del italiano UniCredit y el francés Société Générale (SG), tiene como artífice a Jean-Pierre Mustier, consejero delegado del primero y exjefe de mercados del segundo. Cuando el Popular se hundía, fue capaz de salvar a UniCredit con una ampliación de 13.000 millones, se bajó el sueldo y compró acciones... lo que hizo que Emilio Saracho saliera muy mal en la comparación.
La historia se remonta a la época dorada de los mercados antes de la crisis financiera que estalló en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers. Société Générale era entonces el número uno del mundo en derivados (fue la época en que vendía warrants como churros en España) y el 40% de su resultado venía de la banca de inversión. Y al frente de esa unidad estaba Mustier, un ejecutivo muy inteligente y considerado un 'killer' de los mercados.
Pero justo entonces se descubrió el fraude de Jerôme Kerviel, un trader bajo las órdenes de Mustier que hizo perder a SG 5.000 millones de euros en operaciones de excesivo riesgo que el banco aseguró que Kerviel había ejecutado por su cuenta y riesgo y sin permiso de sus superiores. Aun así, dimitió el propio presidente de SG, Daniel Bouton. Y Mustier siguió sus pasos en agosto de 2009.
Pero después de unos años en barbecho como asesor de diversos fondos, Mustier volvió a la banca de inversión en UniCredit en 2011. En junio de 2016, la situación de la entidad empezó a ser desesperada y se hizo evidente que no había más remedio que tomas medidas radicales con fuertes pérdidas para los accionistas. "Ningún italiano puede asumir esa responsabilidad o la opinión pública lo machacará", acordó el consejo del banco. Así que buscó un miembro del comité de dirección de otra nacionalidad. Mustier fue el elegido y fue nombrado consejero delegado.
LA COMPARACIÓN QUE SONROJÓ A SARACHO
El francés acometió el tratamiento de choque en marzo de 2017: ampliación de capital de 13.000 millones con enorme dilución para los accionistas, venta de 17.700 millones en activos tóxicos y despido de 14.000 empleados. Para hacer más digeribles unas medidas tan dolorosas, Mustier renunció a su bonus, se bajó un 40% su sueldo fijo y compró acciones de UniCredit por 2 millones de euros de su bolsillo.
Mientras eso sucedía en Italia, en España Emilio Saracho intentaba también salvar a otra entidad al borde de la quiebra: el Banco Popular. El español también venía de la banca de inversión (de JP Morgan) y pretendía acometer una macroampliación de capital. Pero, a diferencia de Mustier, no se jugó su dinero y negoció un elevado salario, lo que le valió numerosas críticas por parte de los accionistas del Popular por la comparación con el francés.
Al final, Mustier salvó UniCredit y Saracho no lo consiguió en el Popular. Un año después, el francés ha planteado un nuevo órdago: una fusión con su antigua casa en la que, por supuesto, mandaría él (la capitalización de UniCredit es ligeramente superior a la de SG). Está por ver si las condiciones convencen a los franceses, pero el BCE está deseando que alguien rompa el hielo de las fusiones transfronterizas, así que va a poner todo de su parte para que salga adelante. Sería la venganza de Mustier. Y el broche de oro a su carrera.