- La falta de independencia económica de los medios produce estragos sobre la libertad de expresión
- Prisa ha conseguido superar relativamente la bancarrota provocada por las políticas de Cebrián
Cinco días después de que el New York Times recogiera unas opiniones críticas de Miguel Ángel Aguilar sobre la prensa española, enmarcadas en un amplio reportaje, Prisa, la decadente empresa que hoy dirige con mano de hierro Juan Luis Cebrián, ha despedido con cajas destempladas al periodista, que mantenía una columna semanal en “El País” desde 1994.
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El gran pecado de Aguilar, un periodista de fuste con gran prestigio en la profesión y fuera de ella, ha sido manifestar que, tras la grave crisis económica que ha afectado singularmente al sistema mediáticos, hoy “los periódicos están en manos de los acreedores y también en las del gobierno, que ha convencido a los acreedores que los periódicos deben mantenerse vivos en lugar de asfixiarlos bajo sus deudas”. En el caso de “El País”, la situación podría haber “alcanzado niveles de censura”.
BANCARROTA RELATIVAMENTE SUPERADA
Ha conseguido superar relativamente la bancarrota provocada por las políticas empresariales de Cebrián
Prisa, que además de “El País” mantiene actualmente otros dos periódicos, el económico “Cinco Días” y el deportivo “As”, ha conseguido superar relativamente la bancarrota provocada por las políticas empresariales absurdas que ha impulsado Cebrián en los últimos años –sobre todo, desde el fallecimiento de Jesús Polanco, creador del grupo- gracias a benevolentes créditos bancarios bendecidos por el gobierno. Como contrapartida, el grupo ha tratado con guante de seda al Ejecutivo conservador en los últimos tiempos, y muy especialmente a los miembros del gabinete que más se han caracterizado por su disponibilidad en esta ayuda.
La falta de independencia económica de los medios produce estragos sobre la libertad de expresión
Que la falta de independencia económica de los medios produce estragos sobre la libertad de expresión es una evidencia bien conocida. Y lo ocurrido con Prisa es un secreto a voces que Aguilar se ha limitado a reseñar, sin prever quizá las consecuencias. El despido, por cierto, ha sido ejecutado por el jefe de opinión del periódico, sin que el director, Antonio Caño, obediente a las órdenes del editor, haya dado la cara en ningún momento.
“El País” y “Cinco Días”, que fueron en un tiempo referentes de la prensa española, han perdido credibilidad a raudales precisamente por la razón que ha denunciado Aguilar. Ojalá que el fin de la crisis devuelva su lozanía a un sistema mediático que, en buena parte, ha tenido que ponerse en manos del sistema financiero y, consiguientemente, del establishment político.
Por Agustín López
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