MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
Únicamente el 30% de la información recogida en las etiquetas de los productos alimentarios corresponde a datos obligatorios como la fecha de caducidad, la lista de ingredientes o el valor nutricional, mientras que el resto, un 70%, es información publicitaria y marketing del producto, según denuncia la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Además, OCU destaca que la información obligatoria suele posicionarse en la parte trasera o los laterales del envase y con una letra excesivamente pequeña, dificultando a los consumidores poder leer con facilidad estos datos.
En este sentido, afirma que la mitad de los consumidores no leen esta parte del etiquetado y entre las causas destaca el pequeño tamaño de la letra, motivo para un 52% de los consumidores, que afirman no leer con atención la etiqueta, porcentaje que aumenta al 70% en el segmento de las personas con más de 60 años.
PRINCIPALES DEMANDAS
Desde OCU, piden a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) para que, junto a las autoridades europeas, reformen la actual normativa que regula el etiquetado para aumentar de los 1,2 milímetros mínimos de tamaño de letra de las etiquetas a 3 milímetros, reclamación que llevan solicitando desde hace 14 años juntos con sus homólogas europeas.
A su vez, reclaman trasladar al frontal del envase al menos la denominación real del alimento, junto con la información de Nutriscore, sin que tengan que competir en espacio con mensajes publicitarios.
Asimismo, exigen que si los productores destacan un alimento en el frontal, por ejemplo 'con aceite de oliva virgen extra' sea obligatorio indicar el porcentaje real que contiene de este ingrediente el producto, en la misma frase y con el mismo tamaño de letra.
Del mismo modo, los productos aromatizados deben llevar la palabra 'sabor a' en el frontal y en el mismo tamaño. Y, por último, la nueva norma debería aclarar lo que se entiende por 'natural', 'casero' o 'artesanal' cuando se incluyan estos términos en el etiquetado.
OCU considera que facilitar la lectura del etiquetado redunda en una compra más reflexiva y permite a los consumidores priorizar aquellos alimentos más saludables.