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Un fin de semana. LetterOne, dueño de casi un 70% de DIA tras cerrar con éxito la opa lanzada en febrero, y Banco Santander tienen por delante un fin de semana frenético si quieren llegar a un acuerdo para evitar que la cadena de supermercados tenga que pedir el concurso de acreedores. Alcanzar un acuerdo es "muy difícil, casi imposible", señalan a este medio fuentes financieras, pero no pierden la esperanza.
El fondo de Mijaíl Fridman ha logrado que 16 de los 17 acreedores a los que DIA debe 912 millones acepten un principio de acuerdo sobre una estructura de capital viable a largo plazo para la compañía. En manos de esta mayoría de acreedores está un 77,5% de la deuda. El resto, unos 200 millones, corresponde a Banco Santander que sigue reticente a aceptar las condiciones marcadas por LetterOne para proceder a ejecutar su plan.
Fuentes conocedoras de las negociaciones indican que Santander ha defendido desde el principio su línea roja: que los bonistas asuman también pérdidas en esta refinanciación. Desde el banco de Ana Botín entienden que en un proceso como este, en el que se pide el aplazamiento de la deuda hasta 2023, tendrían que provisionar una parte en sus resultados de este año. Aun así, la provisión sería menor que llegado el caso de un concurso de acreedores donde la normativa marca un 25% de entrada y el 100% en un año.
El malestar entre los negociadores de Santander deriva de los planes que tiene LetterOne para el dinero de la ampliación de capital de 500 millones y los 100 millones adicionales que se espera obtener de la venta de Clarel y Max Descuento: además de restablecer las cuentas de la compañía (DIA tiene un patrimonio neto negativo de 175 millones, según las cuentas del primer trimestre), Fridman se dispone a reembolsar los bonos que vencen en julio. Su importe es de 308 millones. Hasta la fecha, LetterOne no ha reconocido conversaciones con los bonistas sobre el futuro de este vencimiento, pero sí ha manifestado que no tocaría ni los de este año ni los que vencen en 2021 y 2023.
Para Santander, el acuerdo al que accedería a firmar debe suponer un "trato no discriminatorio" hacia los acreedores bancarios respecto de los tenedores de bonos, apuntan fuentes conocedoras de las negociaciones. Es necesario que, igual que los bancos, los bonistas "asuman algún nivel de pérdida". Ese es el margen de flexibilidad que cuenta una negociación encallada y que pone a DIA al borde del concurso de acreedores ya que el lunes cumple el plazo de dos meses desde la junta para restablecer el equilibrio patrimonial. Pero en la entidad tienen claro que ceder en un punto tan relevante sería, además, "un precedente de cara a otros procesos de refinanciación".
Este viernes ha sido una jornada clave en las negociaciones, pero todavía queda por delante un fin de semana frenético. A favor de Banco Santander está el que Fridman es el principal interesado en lograr la refinanciación tras invertir otros 170 millones para hacerse con casi el 70% de la compañía en la opa que lanzó en febrero, sumados a los alrededor de 700 millones que le costó hacerse con el 29%. "A nadie le interesa el concurso de acreedores", apuntan fuentes del mercado.
Pero Santander tiene en contra dos elementos de presión que Fridman utiliza en las negociaciones: que si se descuelga del resto de acreedores, su posición minoritaria le dejaría expuesto a ser arrastrado a lo que decidan los demás durante el concurso y el golpe reputacional para su marca como destructor de empleo. Con un ERE en casa en el que se plantea despedir a unos 3.700 empleados, no sería fácil afrontar la liquidación de una compañía de más de 43.000 empleados (26.000 de ellos en España), más de 3.700 franquiciados y un millar de proveedores.
En caso de que no se alcance un acuerdo antes del lunes, DIA tendrá que activar el preconcurso de acreedores o solicitar el concurso voluntario. La opción del preconcurso permite seguir con las negociaciones con los bancos, pero pondría el negocio de la compañía contra las cuerdas dada su escasa liquidez para afrontar su día a día. El preconcurso se puede extender durante tres meses y, si no hay acuerdo, uno más adicional para comunicarlo al juzgado. Un escenario de excesivo riesgo para la compañía, trabajadores, acreedores y demás stakeholders y razón por la que tanto LetterOne como los bancos buscan otra salida a esta crisis.
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Con el control más que asegurado de DIA, el siguiente paso en el plan de LetterOne es lograr la refinanciación de la deuda y aplazar los pagos hasta 2023. Cerrado ese acuerdo con los bancos y 'hedge funds' que se reparten la deuda de DIA, el fondo de Fridman procederá a realizar la ampliación de capital de 500 millones que los accionistas respaldaron en marzo.
LetterOne suscribirá, como había avanzado, su parte proporcional, casi un 70%. Además, asegurará los fondos para el 30% restante para el caso de que los accionistas que representan ese capital no acudan aun a riesgo de diluir su participación.
Pero si es necesario, el fondo de Fridman está dispuesto a realizar un préstamo subordinado de hasta 500 millones. Esta medida podría implementarse de forma más ágil que el aumento de capital y permitiría al principal accionista de DIA restablecer el patrimonio neto negativo al día siguiente de acordar la refinanciación con los bancos. Como ya avanzó Stephan DuCharme, socio director de L1 Retail, el importe de este préstamo participativo se recuperaría a través de la ampliación de capital.