Deutsche Bank ha anunciado su intención de despedir a 18.000 trabajadores hasta 2022. Esta "transformación radical" le supondrá a la entidad alemana un coste de 7.400 millones y unas pérdidas netas de 2.800 millones de euros. Aunque a primera hora los accionistas reaccionaron positivamente a esta noticia y sus acciones subieron alrededor de un 4%, al cierre de la sesión se ha dejado un 5,3%.
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El banco también dio a conocer este fin de semana que cerrará su negocio global de ventas de acciones y comercio en un intento por mejorar la rentabilidad. Además, estas reformas incluyen la creación de un "banco malo". La decisión de Deutsche Bank de reducir la banca de inversión se produce apenas dos días después de que su jefe de banca de inversión, Garth Ritchie, renunciara por "acuerdo mutuo".
El mes pasado, el consejero delegado de la entidad, Christian Sewing, pidió "recortes duros" durante una reunión polémica con los accionistas. Entonces, los títulos de Deutsche Bank acumularon una subida mensual de un 16%, rebotando de los mínimos históricos que registró a principios de junio.
Como señala CNBC, la caída en el precio de las acciones ha reflejado el largo período de escándalos que ha protagonizado la entidad, muchos de los cuales se relacionan con errores contra el lavado de dinero, junto con el colapso de las conversaciones de fusión con su rival Commerzbank.
Por su parte, los analistas creen que "ya era hora" de que Deutsche Bank tomara medidas para mejorar la rentabilidad. "Todos los demás bancos europeos han tenido que enfrentarse a la realidad de que no pueden competir con los jugadores de Wall Street, como son UBS, Credit Suisse e incluso los bancos británicos. Es extraordinario que haya tardado tanto tiempo", afirma el presidente del comité de inversiones de la gerencia de Alvine Capital, Stephen Isaacs.
Añade que las reformas serán "mucho más dolorosas" para el banco. "Deshacerse de todos esos trabajadores es muy costoso, particularmente en Europa, particularmente en Alemania, va a ser muy difícil". De hecho, considera que que el asediado presidente Paul Achleitner, que sobrevivió a un intento de expulsión en una polémica reunión de accionistas en mayo, debería renunciar por la crisis.