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Fábrica de Ence en Lourizán, en la ría de PontevedraEUROPA PRESS - Archivo
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Ence Energía y Celulosa cierra una semana negra. El idilio de la papelera en el Ibex se ha visto bruscamente interrumpido por la amenaza de cierre de su planta en Pontevedra, una operación de la que depende un tercio de su Ebitda. Sus títulos encadenan siete sesiones en rojo y sólo en las cinco últimas se ha dejado un 16,75%, hasta los 4,90 euros en que ha cerrado este viernes. En el último mes, desde que presentó resultados, ha caído un 27,5%.

El desencadenante de esta semana fatídica ha sido la incertidumbre que rodea a la operación en Pontevedra. Aunque la compañía se ha mostrado dispuesta a pelear en tribunales hasta agotar todas las posibilidades, no hay seguridad de que pueda mantener la concesión del terreno en la ría de Pontevedra donde se ubica su fábrica más allá de los 75 años que marca como límite la ley, es decir, hasta 2033.

Aun así, la empresa que dirige Ignacio Colmenares, trata de calmar a los inversores y asegura que en el período que duren los pleitos, entre cuatro y seis años, tiene tiempo para reorganizar el negocio y reducir la dependencia de la celulosa. En 2018, Ence registró un Ebitda de 291 millones, de los cuales 245 millones corresponden al negocio de la celulosa que creció un 44% en el último ejercicio. La biofábrica de Pontevedra aportó 99 millones.

La compañía considera que el peor escenario (agotar las acciones legales sin éxito y echar el cierre a la planta, situación que tendría un impacto de 185 millones en sus cuentas) está todavía lejos. Aun así, Ence ya ha puesto en revisión su plan de inversión con horizonte 2023. Para esta planta había asignado 350 millones en los cinco ejercicios y, salvo los 50 millones correspondientes a este año, el resto del presupuesto está congelado. El aumento de capacidad previsto, indicaba hace unos días, será transferido a la fábrica de Navia.

REVISIÓN DEL PLAN ESTRATÉGICO

La ‘hoja de ruta’ para 2023 contempla una inversión total de 1.100 millones y la apuesta firme por la diversificación, tanto en productos como en tecnologías de generación energética. La meta es lograr un Ebitda de 550 millones, casi duplicando el actual, sostenido por el negocio de la celulosa (400 millones) pero con un acelerón en el de energía, que pasará de aportar 150 millones, desde los 45 millones del último ejercicio.

El revés en Pontevedra obliga a la papelera a plantearse una mayor diversificación, opinan fuentes del mercado, y quizá tratar de captar más oportunidades en renovables aprovechando las oportunidades que plantea la implementación del Plan Integrado de Energía y Clima y el apagón de energías de generación convencional como el carbón. La compañía dará más detalles sobre la reorientación de su plan en un plazo de un mes.

TRES MESES EN EL SELECTIVO

Ence entró en el Ibex el pasado diciembre sustituyendo los defenestrados títulos de DIA. Volvía al selectivo después de dos décadas tras un año de escalada bursátil y con buen pronóstico para su negocio pese a su dependencia del precio de las materias primas.

Hasta finales de febrero, cuando presentó sus resultados anuales, se colocaba como la compañía que mejor desempeño había registrado en el Ibex en 2019 con una revalorización de un 24%. Sin embargo, su cotización comenzó la cuesta abajo tras unos resultados que no llegaron a convencer al mercado y el conflicto por la concesión en Pontevedra han dado la estocada final: ya ha borrado el crecimiento logrado entre enero y febrero y desde su máximo de 8,84 alcanzado en diciembre, la cotización se ha hundido un 45%.

Desde las casas de análisis también han tratado de dar un empujón a Ence. Para la agencia S&P, el riesgo a medio plazo es “improbable” y asegura que no espera “ningún cambio material en los perfiles de riesgo de negocio y riesgo financiero”.

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