“No tenemos nada que decir sobre el regreso a Cataluña, cuando haya alguna novedad lo comunicaremos”. Así de contundente se ha mostrado Julio Rodríguez, consejero delegado de Cementos Molins, durante la presentación de resultados de 2018 de la cementera ante la pregunta sobre si la empresa de Sant Vicenç dels Horts se plantea revertir el traslado de su sede que ahora reside en Madrid.
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La cementera, con estrechas relaciones con el nacionalismo catalán, se unió en octubre de 2017 a la diáspora empresarial que asoló la región tras el referéndum del 1-O, cuyo juicio se celebra estos días en el Tribunal Supremo. Ahuyentada por “la situación política y social” que se vivió en Cataluña y “a la inseguridad jurídica” que se derivó, según explicaron en un comunicado a la CNMV, se mudaron a la capital del Estado, al igual que otras 3.000 empresas.
Cerca de un año y medio después, la empresa no quiere entrar a valorar si en la comunidad autónoma se dan las condiciones para repatriar la sede de la cementera. Por ahora, “no hay cambios”, ha declarado Rodríguez y “cuando el consejo considere que debe volver a reunirse para discutir este tema, así lo hará”, ha enfatizado, dando por zanjado el asunto.
GANA UN 4% MENOS
Cementos molins ha ganado un 4% menos en 2018. Sus resultados del año pasado han decrecido con respecto a 2017 debido al fuerte impacto negativo de los tipos de cambio y al deterioro de mercado en México, según ha explicado la empresa.
Hasta diciembre de 2018, alcanzó los 85 millones de euros, un recorte en comparación a los resultados con los que cerró 2017, cuando el beneficio neto alcanzó los 89,1 millones de euros, lo que representó un crecimiento del 39,5% frente a 2016.
Los ingresos disminuyeron un 2%, hasta los 765 millones de euros y el EBITDA se redujo un 6% respecto al ejercicio anterior, unas cifras que, en términos comparables, eliminando el efecto de paridades en las monedas, habrían crecido un 15% y un 12% respectivamente, según la compañía.