La demanda de estudios universitarios es mucho más flexible y se adapta a mayor velocidad que la oferta en las universidades públicas ante el cambio estructural que se está produciendo en el mercado laboral, según publica Funcas en sus Papeles de Economía Española.
En concreto, los autores Aitor Lacuesta, Marta Martínez-Matute, Jorge Sainz e Ismael Sanz analizan los cambios en la oferta universitaria ante la nueva naturaleza de los trabajos y muestran diferentes indicadores de demanda y oferta de titulaciones que son coherentes con un incremento de los desajustes entre ambas, especialmente tras la crisis sanitaria.
Demuestran con datos sobre España que la demanda de los estudios universitarios se determina en parte por las expectativas de los ingresos. Como reacción a la heterogeneidad en ingresos futuros de los distintos grados, las notas de corte (un indicador del incremento de la demanda) aumentaron para los estudios con salarios esperados más altos.
Por el contrario, la oferta de plazas de las universidades públicas no se modificó con respecto a los resultados esperados de cada tipo de estudios en el mercado laboral. Este potencial desajuste entre oferta y demanda se ve agravado por la estrategia de las universidades de aumentar el número de carreras ofrecidas sin incrementar las plazas de los estudios con exceso de demanda.
La interacción entre universidad y mercado laboral también centra el artículo de José Ignacio Conde-Ruiz, Juan José Ganuza, Manu García y Carlos Victoria, que analizan la evolución de la demanda de estudios universitarios en España en las últimas tres décadas y constatan importantes diferencias de género en la elección de los grados. Los autores han elaborado una serie de índices que son un primer paso para entender el nivel de exposición de los grados universitarios al cambio tecnológico, permiten ordenar los estudios según el grado de amenaza o complementariedad con la digitalización y la IA y son informativos tanto de la posibilidad de encontrar empleo como del salario de los diferentes estudios.
El artículo presenta dos grandes conclusiones. La primera, respecto a las brechas de género, que las mujeres están sobrerrepresentadas en los estudios relacionados con la salud y, en general, con todos los estudios englobados en la economía de los cuidados, mientras que están infrarrepresentadas en grados científicos, ingenierías y arquitectura. La baja proporción de mujeres en estudios STEM es preocupante porque esta no ha variado en las últimas dos décadas y porque, dado que los estudios STEM tienen ventajas en términos de inserción laboral y salarios futuros, puede estar detrás de las brechas de género en el mercado laboral e, incluso, tender a amplificarlas.
La segunda conclusión es que debemos centrarnos en la calidad en lugar de en la cantidad: España tiene una posición de relativo liderazgo en Europa respecto al número de estudiantes universitarios, por lo que los esfuerzos deben estar focalizados en elevar la calidad de los estudios superiores y mejorar la interacción con el mercado laboral.