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La empresa química BASF recortará 2.600 puestos de trabajo, lo que implica el 65% del total de sus empleados en Alemania. Además, la empresa alemana también paralizará la recompra de acciones para la que había destinado 3.000 billones de euros a principios de año. El pasado octubre, BASF anunció que recortaría cerca de 500 millones de euros de su inversión en Europa.
Los despidos afectarán fundamentalmente a puestos administrativos, pero también cerrarán centros de producción en su sede de Ludwigshafen, como con ocurrirá una de sus dos plantas de amoníaco. Además, también dejará de producir caprolactama, que a partir de ahora saldrá de su línea de producción de Bélgica. Por último, también cerrará su planta de producción de TDI en Alemania.
Estas decisiones vienen motivadas por las pérdidas que la empresa espera por la subida de los tipos de interés en Europa y la incertidumbre provocada en los mercados por la guerra en Ucrania. La compañía planea también recortar otros 200 millones de costes anuales. Sin embargo, buscará minimizar los daños con la creación de nuevos puestos de empleo.
Asimismo, BASF anunció este viernes que, según sus cálculos, el EBIT de 2023 rondará entre los 4,3 y los 5,4 billones. Esto estaría por debajo de los 6,9 billones de 2022, que a su vez se encontraban un 11,5% por debajo de las ganancias netas de 2021.
El consejero delegado de la compañía, Martin Brudermueller, ha querido señalar que la competitividad del mercado europeo "está sufriendo con la sobrerregulación, la subida de los precios de producción y la lenta burocracia", como ha recogido CNBC. Además, ha asegurado que su empresa debe adaptarse a los "crecientes cambios que se están produciendo en la economía mundial".
BASF también anunció el mes pasado 1,38 billones netos de pérdidas en 2022 para Wintershall Dea, su negocio energético, a causa de la salida del negocio de Rusia.