- El fabricante instaló un dispositivo que detectaba cuándo se estaba realizando un test
- Los técnicos de Volkswagen defendieron que se trataba de un error técnico
Volkswagen recurrió a la informática para falsear deliberadamente los resultados de las pruebas de emisiones de las autoridades de protección del medioambiente de Estados Unidos. El sistema, que es lo suficientemente discreto para evitar ser detectado, permite al vehículo saber cuándo está siendo sometido a un test oficial y cuándo está circulando.
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La compañía ha confirmado que este sistema se incorporó a unos 11 millones de vehículos vendidos en todo el mundo. Este dispositivo permitía activar los controles de emisiones del coche para que el rendimiento del motor se ajustara durante la prueba a los límites que imponen las autoridades.
Si detectaba que el vehículo estaba siendo empleado en condiciones normales de tráfico, se desactivaba, con lo que las emisiones podían ser hasta 40 veces superiores al límite permitido. Volkswagen no ha precisado cómo funcionaba, aunque, según El País, el software tenía en cuenta parámetros como la posición del volante, la velocidad, la duración del uso del motor y la presión para cambiar de un modo a otro.
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ASÍ SE DESCUBRIÓ EL ENGAÑO
Esta trampa fue descubierta por la Universidad de Virginia Occidental, mientras llevaba a cabo un estudio encargado por el Consejo Internacional para el Transporte Limpio (ICCT por sus siglas en inglés) para demostrar que el diésel es un combustible ‘limpio’.
Los técnicos de Volkswagen defendieron que se trataba de un error técnico o que los controles de los vehículos no estaban bien calibrados
Los investigadores lograron reproducir en un laboratorio las condiciones reales de circulación, por lo que el dispositivo no se activó. Al ver que los resultados no coincidían con los datos facilitados por Volkswagen, el ICCT decidió alertar a la agencia de protección medioambiental de EEUU (EPA por sus siglas en inglés), que abrió su propia investigación.
Los técnicos de Volkswagen defendieron que se trataba de un error técnico o que los controles de los vehículos que se utilizaron para las pruebas no estaban bien calibrados, escudándose en las dificultades que tienen los fabricantes para realizar este tipo de mediciones en vehículos diésel.
La EPA no aceptó estas explicaciones y amenazó con no expedir certificaciones a los nuevos modelos de la marca si ésta no admitía que falseó las pruebas, además de hacer una llamada a revisión a los modelos afectados. Hace un año, EEUU sancionó a Kia y Huyndai por haber subestimado el consumo de carburante, excediendo los niveles de emisiones de la EPA, un caso que se resolvió con una sanción de 100 millones de dólares.
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