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Planta termosolar Xina Solar One de Abengoa en SudáfricaABENGOA

Dice el saber popular que ‘segundas partes nunca fueron buenas’ y algo así es lo que le está pasando a Abengoa, que vuelve a tener que recorrer el complicado camino de la renegociación con la banca acreedora de una deuda que ahoga. Lo hace de una forma muy similar a lo ocurrido hace menos de cinco años, cuando estuvo a un paso de protagonizar una de las mayores quiebras de la historia empresarial española, al margen del sector del ladrillo, con un pasivo de casi 9.000 millones de euros.

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Ahora, Abengoa vuelve a luchar contra el reloj. La compañía tiene que conseguir una inyección de alrededor de 300 millones de euros antes de que acabe el mes de julio. Si no consigue esos fondos, la compañía presidida por Gonzalo Urquijo estará, de nuevo, a un paso del concurso de acreedores. Unas negociaciones donde Santander y Bankia tendrán un papel fundamental.

Hace cuatro años, esa maratón de reuniones con la banca se saldó con éxito para la compañía, tras lograr que las entidades asumieran una recapitalización.

La empresa, a día de hoy, es optimista. Las negociaciones siguen en marcha, según fuentes de la empresa, no sólo con los bancos acreedores, también con proveedores y con entidades públicas como ICO y CESCE, para lograr avales con garantías del Estado. “La compañía espera y desea que fructifiquen”, indican.

CASI 6.000 MILLONES DE DEUDA

La propia compañía detalla lo elevado de su pasivo. Al cierre de 2019, su endeudamiento financiero bruto creció un 5% respecto a 2018 y alcanzó los 5.948 millones de euros. De ellos, más de 4.000 millones, con vencimiento en el corto plazo y 1.165 en deuda de sociedades mantenidas para la venta.

Abengoa cerró ese ejercicio 2019 con pérdidas por valor de 517 millones de euros. Sin embargo, más allá de esos números rojos y de lo elevado de su pasivo, la relevancia de su situación está en su patrimonio. La compañía reconocía a finales de mayo, en la presentación de resultados anuales a inversores, que había encargado a un experto independiente que determinase el valor razonable de su participada Abenewco 2, una de las sociedades a través de las que ha realizado emisiones de bonos convertibles.

Y la valoración puso de manifiesto que, al cierre de 2019, el “patrimonio neto de la sociedad individual Abengoa S.A. fue negativo por importe de 388 millones de euros”, como consecuencia del deterioro contable de esa participada. Una situación de patrimonio neto negativo que, sobre el papel, le conlleva estar en causa de disolución.

Por eso, la propia empresa asumió que “en aras de reequilibrar el patrimonio de Abengoa” había puesto en marcha nuevas medidas, como la suscripción de una nueva línea de liquidez por importe de 250 millones de euros y un plazo de cinco años, con garantía del ICO. También, nuevas líneas de avales ‘revolving’ por importe de 300 millones para cubrir las necesidades del negocio hasta finales de 2021. Y, por último, la negociación con proveedores y acreedores, lo que podría “implicar quitas y capitalizaciones de deuda”. Es decir, de nuevo, la banca puede tener que jugarse fondos con Abengoa si quiere garantizar su supervivencia.

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