• Incluye el beneficio de la venta de Itinere y otras plusvalías no especificadas
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Juan Carlos Escotet, presidente de AbancaABANCA - Archivo

Estamos en el año 2019 después de Jesucristo. Toda la banca española ve cómo su beneficio crece mínimamente o incluso cae por culpa de los tipos negativos. ¿Toda? ¡No! Una entidad resiste al romano Mario Draghi y anuncia un crecimiento del 53% en 2018. Se trata de Abanca, cuya poción mágica son 190 millones que se apunta por la venta de Itínere y otras plusvalías latentes (no materializadas) para elevar su resultado bruto en 2018 hasta 426,22 millones de euros, el 53% más que el año anterior. Sin este impacto, sus ganancias habrían caído el 33%.

La información enviada por Abanca a la CECA (Confederación de Cajas de Ahorros), que es la comparable con las demás entidades, registra un beneficio antes de impuestos de 426,22 millones, un 53,09% más que los 278,40 millones de 2017. Si tomamos el beneficio atribuido a los propietarios de la dominante, la cifra de 2018 es de 383,65 millones, con un crecimiento del 32,93%. Estas cuentas no coinciden con las que el banco que hizo un intento fallido de comprar Liberbank en febrero publica en su informe anual, donde el beneficio bruto crece el 26% y el atribuido, el 17,25%.

En cualquier caso, se trata de unos crecimientos muy importantes en un entorno de tipos negativos y de un crecimiento muy reducido del crédito. Máxime cuando los gastos no solo se reducen, sino que aumentan el 6% en una entidad, la que preside Juan Carlos Escotet, que tiene el peor nivel de eficiencia del sector financiero español (el 68,9% en 2017).

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INYECCIÓN DE 190 MILLONES DE PLUSVALÍAS REALES Y LATENTES

La poción mágica de estas cuentas está en un epígrafe llamado "Ganancias o pérdidas por activos financieros no destinados a negociación valorados obligatoriamente a valor razonable con cambios en resultados", que no existía el año anterior puesto que fue introducido en las modificaciones de la circular contable del Banco de España, y que registra un saldo positivo de 190,04 millones (el 59,5% nada menos del resultado atribuido).

¿Y eso qué es? Pues consiste en el beneficio o pérdida de valorar una serie de activos (acciones y bonos básicamente) a valor razonable. Si cotizan estos títulos, debe ser el valor de mercado ('mark to market'); y si no, se toman modelos "generalmente aceptados" o los precios de transacciones parecidas. La diferencia con el precio al que estuvieran valorados en libros (normalmente el de adquisición) es esa ganancia. Lo normal hasta ahora era llevar estos ajustes contra reservas (capital), pero la nueva norma permite hacerlo en la cuenta de resultados. Y Abanca ha exprimido esta posibilidad al máximo.

Según fuentes cercanas a la entidad gallega, la plusvalía por la venta de Itínere supone alrededor de un tercio de esta cantidad. El resto, por tanto, serían plusvalías latentes no ejecutadas. Algo que, según estas fuentes, ha generado cierta polémica en el supervisor porque en realidad son beneficios extraordinarios que deberían estar más abajo en la cuenta y porque el principio de prudencia contable impone que los beneficios solo se registran cuando se producen, cosa que no ha ocurrido aún.

Abanca no aclara en su informe anual la procedencia de esta cantidad ni tampoco ha respondido a las preguntas de Bolsamanía a este respecto.

CAÍDA DEL 33% DEL BENEFICIO SIN ESTE EFECTO

Sin este epígrafe, el beneficio de Abanca se habría reducido hasta 193,61 millones (versión enviada a la CECA), lo que supondría una caída del 32,9% respecto a 2017 (en la versión de la web, la caída sería del 34,5%). Por el contrario, está inyección permite a la entidad sostener, pese al aumento de los gastos, que su ratio de eficiencia se ha reducido del 68,9% al 56,5% (esta ratio mide cuántos euros gasta un banco para ingresar 100, luego cuanto más bajo, mejor).

No es la primera vez que el heredero de las antiguas cajas gallegas -compradas por el venezolano Banesco en diciembre de 2013- exprime al máximo la norma contable para disparar su beneficio. En 2014, su primer ejercicio, se apuntó un beneficio de 2.751 millones, mayor que el del mismísimo BBVA, gracias a apuntarse como beneficio el fondo de comercio negativo y los créditos fiscales. En 2015, esto se tradujo en un desplome del 95% del beneficio hacia niveles más acordes con el tamaño de la entidad.

Pero, en 2016, Escotet volvió a estirar la contabilidad (siempre dentro de la legalidad) para lograr un nuevo crecimiento del 88%. Esta vez, su principal arma, aparte de los créditos fiscales, fue la liberación de provisiones. Es decir, en vez de dotar saneamientos para los inmuebles y créditos morosos con cargo a resultados, 'desdotó' los que se habían realizado con cargo al rescate con dinero público (más de 9.000 millones para las cajas gallegas) y se los apuntó como beneficio para podérselos pagar como dividendo.

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