La posición del PSOE después de las elecciones generales del 28 de abril se centra en intentar un gobierno en solitario excluyendo a socios como Podemos o el PNV, así como a los independentistas catalanes. El cambio de tercio ha obligado a una rápida adaptación de ERC y JuntsXCat al nuevo escenario. Además, la aritmética parlamentaria ha convertido a ambas fuerzas en prácticamente prescindibles durante la próxima legislatura. Y a pesar de contar con el 40% de voto en en Cataluña, han tenido que amoldar su discurso ya que su influencia se ha visto reducida considerablemente.
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Aunque han seguido reivindicando sus principales peticiones, no han tenido más remedio que rebajar el tono. El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, quiere llegar a La Moncloa libre de ataduras, mucho más cuando se trata de los partidos secesionistas, que hicieron caer la anterior legislatura apenas nueve meses después de la moción de censura contra Mariano Rajoy. Así, donde antes se exigía un referéndum de autodeterminación para apoyar al futuro Ejecutivo socialista, ahora se pide que se tenga en cuenta a Cataluña y a los catalanes que quieren la soberanía de la región.
Durante la campaña política, los socialistas ya habían declarado que tenían intención de soslayar a las formaciones de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont si las urnas les sonreían. Y estos, viendo que las encuestas pronosticaban un avance para el PSOE, ya habían aflojado su presión. Durante la campaña, el presidente de ERC afirmó que "nadie debería cometer el error de fijar líneas rojas", en alusión a las condiciones para respaldar a Sánchez. En cuanto a Junts per Cataluña, supeditaron su apoyo al reconocimiento del derecho a la autodeterminación, para después aclarar que no había prisa en la celebración de un referéndum.
Con la resaca electoral haciendo estragos, la diputada neoconvergente, Laura Borràs, se ha aferrado a sus convicciones de campaña, para después matizar que, dados los resultados, “cuesta imaginar que el PSOE quiera hablar de referéndum pactado”. "Nosotros mantendremos la misma propuesta de fidelidad al 1-O y al país”, ha agregado.
Gabriel Rufián, fortalecido por los 15 escaños obtenidos por los republicanos, ha apostado por retomar la vía del diálogo y pedir al PSOE que se sienten a la mesa de negociación. El objetivo: hallar una salida política que permita levantar las causas judiciales sobre los soberanistas presos. En cuanto a la cuestión de la reedición del 1-O con garantías, han pasado de puntillas, aunque han reiterado que es la solución política que busca ERC.
PACTO DE GOBIERNO, NO, ABSTENCIONES, SÍ
Ambas formaciones han insistido en su mensaje al futuro jefe del Ejecutivo de que no puede ningunear a los catalanes que han votado independencia. Pero la realidad es que no son imprescindibles y lo saben. Al menos no hasta que entre en juego el 'intercambio de cromos' que se desarrollará después de las elecciones municipales y autonómicas. Los expertos coinciden en señalar que la aproximación entre el PSOE y los republicanos sólo se producirá después de esta cita con las urnas. "En este momento no nos planteamos un pacto con ERC", expresan fuentes del partido que reconocen que los números sólo salen con su abstención.
En este sentido, el 28 de abril fue la primera vuelta de un ciclo electoral que tendrá en el 26-M la segunda prueba de fuego y explican que, dependiendo del resultado, se podría dar un entendimiento entre ambos partidos. Junts per Catalunya, por su parte, también se encomienda a esta cita con las urnas, donde espera resistir mejor aún que en los comicios que acabamos de dejar atrás.
La negociación futura en las alcaldías derivará, como mínimo, en contar con la abstención de uno o ambos partidos en la investidura de Sánchez. Esta será posible en una segunda vuelta si cuentan con más síes que noes, lo que también pone de relieve que ya que no es necesaria una comunión de los 22 diputados independentistas. "La abstención les sale gratis", señala Jordi Pacheco i Canals, decano del Col·legi de Politòlegs i Sociòlegs de Catalunya (Colpis). "Es más cómodo que votar en contra para estas fuerzas", explica, ya que se evitan alinearse con la derecha y pueden aducir que se mantienen al margen, "mientras siguen defendiendo los valores de la repíblica".
"Sin apoyar abiertamente al PSOE, facilitarán la formación de un gobierno más progresista, más abierto y flexible", prosigue, y pronostica el experto que esta no injerencia llegará hasta los presupuestos de 2020, que deberán aprobarse en otoño. Entretanto, según ha podido saber Bolsamanía, no se descarta que ambos partidos negocien a puerta cerrada, una vez se ha apartado la cuestión catalana del ojo público.