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REUTERS/Umit Bektas

El brutal desplome de la lira turca, del que la moneda otomana se ha recuperado en gran parte, ha provocado una fuerte sacudida entre los inversores que no se esperaban la destitución del gobernador del banco central a manos del presidente Recep Tayyip Erdogan. Las fuertes ventas en la moneda se explican por el temor de que la política monetaria del país ponga en peligro de forma significativa la estabilidad macrofinanciera y la confianza del mercado. Y de que esta situación se contagie a otras economías de los mercados emergentes.

"Los programas de vacunación, el nuevo estímulo fiscal y el estímulo monetario en curso de los bancos centrales están alimentando las esperanzas de un fuerte repunte de la producción económica y de los beneficios corporativos, pero esto significa que los inversores están potencialmente más expuestos ahora a choques inesperados, y Turquía podría proporcionar uno", señala el director de inversiones de AJ Bell, Russ Mould.

Según explica, "algo que podría ser capaz de hacer caer a los mercados (más allá de un resurgimiento del virus) es un bamboleo de los mercados emergentes a la antigua". "Al fin y al cabo, fue una crisis monetaria en Asia y luego en Rusia lo que hizo que los mercados mundiales se tambaleasen inesperadamente en 1997-98", argumenta el experto.

Con la lira turca en declive, Ankara afronta ahora la pregunta de si "otra crisis económica está a la vuelta de la esquina", abunda Mould tras la destitución del tercer gobernador del banco central en poco más de dos años ya que Naci Agbal sigue a Murat Uysal (2020) y, antes, a Murat Çetinkaya (2019). Con todo, no es inminente ya que la lira aún no ha cedido todo el terreno que recuperó bajo el mandato de Agbal, cuya política ortodoxa de subir los tipos de interés para sostener la moneda y mantener la inflación y la economía bajo control le ha acabado enfrentando con el presidente. Sin embargo, para los expertos de TD Securities, la decisión de Erdogan evidencia que "la política monetaria de Turquía no está concebida para controlar la inflación".

Por otra parte, la carga de la deuda de Turquía tampoco es excesiva, a juzgar por una relación deuda/PIB de apenas el 40%, según la última estimación del Banco de Pagos Internacionales (BPI). Esta entidad cifra la deuda nacional en 276.000 millones de dólares, incluyendo la deuda financiera y la de las empresas no financieras. "Reino Unido, Estados Unidos, la UE y Japón soñarían con tener una cifra tan baja", indica el analista de AJ Bell. "El problema es que alrededor de la mitad de esa cifra está financiada en divisas extranjeras en manos foráneas. Si ese dinero se va a otra parte, Turquía podría encontrarse con falta de liquidez y si la lira se hunde, la financiación de esas deudas en el extranjero se vuelve mucho más cara de la noche a la mañana", argumenta.

El aumento de los intereses, en términos de liras, absorberá el dinero de la economía turca "y los mercados están claramente lejos de estar convencidos de que Turquía está en el buen camino", subraya Mould. Además, el desplome de la lira deja al país expuesto a los volubles flujos de dinero internacionales. Afortunadamente, el experto explica que la situación no es todavía comparable con la de 2018, cuando el Banco Central Europeo llegó a advertir del riesgo potencial para los bancos que tenían exposición al país y del peligro de que los problemas de Turquía pudieran provocar efectos dominó en todo el sistema financiero".

LA POLÍTICA MONETARIA DE TURQUÍA, EN EL OJO DEL HURACÁN

"Los mercados emergentes tampoco parecen excesivamente inquietos, aunque hayan perdido un poco de impulso últimamente", reconocen los expertos. Sin embargo, los inversores deben esperar a ver qué políticas aplica el sucesor de Agbal en el banco central de Turquía. La subida de los tipos de interés no parece ser una opción, por lo que quedan cuatro posibles vías de actuación, describe el analista de AJ Bell.

En primer lugar, "Turquía podría devaluar la lira (aunque los mercados parecen estar haciéndolo por ella de todos modos)". Asimismo, "Ankara podría recortar el gasto o aumentar los impuestos", elabora Mould.

Por último, el experto indica que el país otomano podría entrar en mora. Esto es posible, especialmente porque Erdogan ha llamado en el pasado a los tipos de interés "la madre de todos los males", aunque podría dejar a Turquía fuera de los mercados internacionales durante algún tiempo y, por tanto, almacenar más problemas para el futuro. Por último, "Ankara podría imponer controles de capital. Esto impediría que los bancos y las empresas extranjeras retiraran su dinero en efectivo".

Lo que parece claro para los expertos de TD Securities es que el uevo gobernador, Sahap Kavcioglu "tendrá el mandato de reducir y mantener los tipos lo más bajos posible". Si esta hipótesis resulta cierta, no sólo veremos una política más relajada en Turquía en los próximos meses, sino que también es probable que experimentemos una vuelta a la gestión a través de medidas poco ortodoxas, incluyendo un uso activo de los requisitos de reserva, contratos de swap, intervenciones directas/indirectas en el mercado a través de los prestamistas estatales, y controles de capital de baja intensidad coordinados con el BDDK (el organismo de vigilancia bancaria de Turquía) para limitar las posiciones cortas en la lira.

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