- Estaba previsto que se aprobase este verano, pero las diferencias entre la UE y EEUU no lo ha hecho posible
- Este tratado ha levantado muchas voces en contra, que han podido hacer que se paralice el tratado
En España, el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP por sus siglas en inglés) ha quedado sepultado en los últimos meses por la trifulca política. Pero conviene no perderlo de vista. Este tratado de la Unión Europea con EEUU pretende armonizar el acceso a los mercados con la reducción de aranceles. Las negociaciones están en punto muerto y parece que no van a avanzar más, por lo menos hasta 2017.
Francia dio un golpe en la mesa. El ministro de Comercio del país, Matthias Fekl, pidió el fin de las negociaciones. Pero antes, el ministro de Economía alemán, Sigmar Gabriel, reconoció que "las negociaciones con Washington han fracasado de facto porque no podemos capitular como europeos ante las demandas estadounidenses”.
Como en todos los temas internacionales que involucran a más de una parte, el TTIP tiene detractores y defensores. Los primeros aseguran que este tratado perjudicaría a los trabajadores y que quitaría la protección europea a los productos. En el otro lado, los que aseguran que favorecería la internacionalización y beneficiaría a las pymes, entre otras cosas. Ante esto ¿qué pierde Europa si no se firma el tratado? y ¿qué perdería España?
Las negociaciones del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones están en punto muerto
Almudena Semur, coordinadora del servicio de estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE), señala que el TTIP favorecería la internacionalización de las empresas españolas al reducir las barreras al comercio y facilitar los flujos de inversión, y ofrecería grandes oportunidades de mercado a las empresas españolas, sobre todo a las pequeñas y medianas empresas (pymes). “Esto es especialmente relevante en el contexto español, donde más del 90% de las empresas exportadoras son pymes”, asegura.
LA POSTURA DE FRANCIA Y ALEMANIA
La negociación para crear una Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión comenzó a principio de 2013. La última ronda negociadora tuvo lugar del 22 al 26 de febrero de 2016 y el objetivo declarado de los negociadores era que, para el verano, estuvieran encima de la mesa prácticamente todas las propuestas, incluyendo temas tan sensibles como los relativos a la aproximación, convergencia o reconocimiento mutuo de normas.
Sin embargo, no ha habido movimientos hasta ahora. Francia y Alemania parece que no quieren seguir, pero ¿por qué? Tal y como explica Federico Steinberg, investigador principal de Economía y Comercio Internacional del Real Instituto Elcano, hay que poner esta decisión en un contexto electoral. Ambos países celebran comicios en 2017. “En Francia y Alemania hay una gran oposición de la población por la apertura y un gran descontento por la globalización y el libre comercio, además de que no hay que olvidarse del euroescepticismo. Los partidos tradicionales se mantienen cautos”, explica.
Añade que debido a que el TTIP “es muy controvertido”, estos partidos creen que las negociaciones “podrían dar alas a los partidos extremos como el Frente Nacional en Francia o el Partido por la Alternativa Alemana”.
Otro punto que se debe tener en cuenta, tal y como explica Steinberg, son las elecciones de EEUU. Ni Hillary Clinton, candidata a la presidencia por el Partido Demócrata, y Donald Trump, su homólogo del Partido Republicano, hablan sobre este tratado, sino que se centran más en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Ecoómica (TTP). Este tratado está suscrito por doce países de Asia, el Pacífico y América, con Estados Unidos y Japón como principales economías.
Por este motivo, el investigador del Real Instituto Elcano afirma que no va a haber ningún movimiento en las negociaciones del TTIP antes de las elecciones de EEUU (8 de noviembre de 2016). “Es un acuerdo muy complejo y ninguna de las dos partes está dispuesta a ceder”, puntualiza.
La negociación consta de 27 capítulos muy amplios. Ahora mismo están en la ronda negociadora 14. La salida del Reino Unido de la Unión Europea, conocida como Brexit, también ha podido perjudicar o paralizar estas negociaciones, ya que era una de las economías que más apostaba por el TTIP.
BENEFICIOS E INCONVENIENTES
Steinberg asegura que, como en todo, “hay ganadores y perdedores, pero lo que ganan los ganadores es más de lo que pierden los perdedores”. Sin embargo, puntualiza que los beneficios a largo plazo no son cuantificables. “Lo malo es que las pérdidas recaerían sobre los sectores más perjudicados tradicionalmente”, apunta.
Estaba previsto que se aprobase este verano, pero las diferencias entre la UE y EEUU no lo ha hecho posible
Almudena Semur asegura que los beneficios del TTIP no solo favorecen a la economía europea, sino que “España resultaría altamente beneficiada por la reducción de aranceles y de barreras no arancelarias”. Reconoce que los aranceles son bajos, pero en determinados sectores, muy importantes para la economía española, son todavía muy altos. En cuanto a las barreras no arancelarias, “su reducción supondría nuevas oportunidades y normas más claras para nuestras pymes a la hora de exportar, lo que repercutirá en el crecimiento y en la creación de empleo”, explica.
De hecho, el Instituto de Estudios Económicos prevé que este tratado creará entre 36.000 y 143.000 nuevos empleos. Además, estima que la renta per cápita del país también se incrementaría entre un 0,31% y un 6,55%. “También se prevé un incremento de la inversión de las empresas estadounidenses en nuestro país, factor muy importante para crear crecimiento y empleo”, comenta Almudena Semur. Algunos expertos creen que este acuerdo podría abrir el mercado estadounidense a los sectores más exportadores, como son el vino y el aceite de oliva.
Por otro lado, el miedo a que los alimentos no cumplan los estándares de calidad europeos ha hecho que muchos sectores de la población se muestren en contra de este tratado. Por ejemplo, el sector agrario no está de acuerdo con que salga adelante, porque, según señalan desde la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), el TTIP influiría negativamente tanto en los productores agrícolas como en los consumidores. “Los estándares de calidad de los productos agroalimentarios europeos son los más altos del mundo”, explican, por lo que cualquier otro producto procedente de más allá de las fronteras de la Unión “no garantiza cumplir estos estándares”.
Otro punto polémico de las negociaciones, en las que se podría ver afectada España, es el tema de las Denominaciones de Origen o marcas geográficas. En EEUU no se reconocen las variedades geográficas, es decir, una denominación de origen no se marca porque se haya producido en un lugar, sino porque se produzca de una manera. La Comisión ha tranquilizado a los productores asegurando que la protección geográfica será una línea roja y que sus productos se seguirán vendiendo en California con la etiqueta correspondiente, aunque los agricultores y ganaderos no están convencidos de que este punto se mantenga.
El modelo norteamericano apuesta por copiar la elaboración de determinados productos y sacar al mercado alimentos similares y a un precio más económico con el que sería imposible competir desde España. Esta posibilidad sería una de las principales consecuencias para la región si finalmente la Unión Europea y EE UU firman el TTIP.
Desde UPA explican que “nuestros agricultores y ganaderos consiguen esta altísima calidad invirtiendo más tiempo y dinero a la hora de producir, por lo que nuestros alimentos son de mayor calidad, pero también son menos competitivos económicamente”. De esta manera, lamentan que la entrada de alimentos procedentes de Estados Unidos provocaría el cierre de innumerables explotaciones agrícolas.
LOS POSIBLES FUTUROS DEL TTIP
Federico Steinberg explica que hay diferentes posibilidades en el futuro del TTIP. Se pueden dar por muertas las negociaciones y el acuerdo o esperar a las elecciones de EEUU y a las que se celebrarán en 2017.
De esta manera, plantea tres escenarios. El primero de ellos es el que estaba previsto, que las negociaciones concluyen antes de final de 2016, aunque es una de las menos probables. “Las negociaciones se están revelando mucho más difíciles de lo esperado, sobre todo en materia agrícola, en compras públicas y en el mecanismo de resolución de disputas entre inversores y estados”, explica. Por otra parte, “el creciente rechazo de la opinión pública europea al tratado tendrá a endurecer la posición negociadora europea, lo que reducirá los márgenes para alcanzar un acuerdo. Y el Brexit complica las cosas” añade Steinberg.
Este tratado ha levantado muchas voces en contra, que han podido hacer que se paralice el tratado
El segundo escenario consiste en que las negociaciones continuarán y se cerrará un acuerdo más adelante, pero con dudas sobre el proceso de ratificación. Desde un principio la Unión Europea ha estado interesada en un acuerdo amplio y ambicioso, mientras que Estados Unidos ha preferido uno limitado a la reducción arancelaria y el establecimiento de un mecanismo de arbitraje entre inversores y estados.
“Como la UE no dará su brazo a torcer, lo más probable es que las negociaciones continúen a lo largo de 2017, lo que permitiría además posponer su posible ratificación hasta después de las elecciones en Francia y Alemania”, apunta el investigador. Sin embargo, puntualiza que si el crecimiento económico europeo no mejora y continúa el auge de los partidos eurocríticos y eurofóbicos, “el TTIP enfrentará enormes problemas de ratificación en los parlamentos nacionales”.
El tercer escenario: las negociaciones se abandonan durante los próximos meses por la imposibilidad de llegar a un acuerdo. Según explica Federico Steinberg, aunque el TTIP pudiera generar ventajas, ambos bloques “podrían optar por no querer llevar adelante un pacto que despierta el escepticismo de amplios sectores de la opinión pública y cuya aprobación podría dar alas a las figuras más xenófobos y proteccionistas a ambos lados del Atlántico”.