• Los efectos de esta desaceleración china sobre la economía de Estados Unidos, según la mayoría de los estudios, deben ser limitados
  • No hay ninguna evidencia histórica de que el precio del petróleo juegue un papel tan significativo como indicador adelantado de los ciclos económicos
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La economía mundial, en este inicio de 2016, parece estar un tanto confundida con la caída de los mercados bursátiles. Todos los grandes índices van hacia abajo pero, ¿cuáles son los motivos? Los expertos no se ponen de acuerdo. Unos lo atribuyen a los bajos precios de las materias primas, otros al frenazo de China y a esto se le una un comportamiento de rebaño por parte de los inversores ya que no hay una explicación clara de los motivos.

Los movimientos de la bolsa en estas últimas dos semanas son desconcertantes. Tomando como explicación China, un colapso de su economía cambiaría el mundo. Eso sí, de momento no hay ninguna evidencia clara de tal colapso. Como mucho, existe evidencia de una desaceleración leve aunque, dada la opacidad del gobierno chino, sólo ellos saben qué va a pasar.

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Los efectos de esta desaceleración china sobre la economía de Estados Unidos, según la mayoría de los estudios, deben ser limitados.

Los efectos de esta desaceleración china sobre la economía de Estados Unidos, según la mayoría de los estudios, deben ser limitados. Si nos fijamos en las exportaciones estadounidenses a China, estas suponen menos de un 2% del PIB. El principal efecto de la desaceleración del país asiático es, sin duda, uno de los causantes del bajo precio de las materias primas, algo que debería favorecer a EEUU (en lugar de frenar el crecimiento de un país que importa casi el 50% del petróleo que consume).

Si tomamos como explicación el precio del petróleo todo se vuelve aún más desconcertante. Tradicionalmente se daba por sentado que una disminución del precio del petróleo era una buena noticia para los países importadores, como EEUU. Los consumidores con más dinero disponible aumentan su consumo y esto lleva a un aumento de la producción. Las empresas consiguen una reducción de costes energéticos y, por tanto, aumenta la inversión. Parece sencillo. Sin embargo, los titulares de las grandes portadas hablan de que el bajo precio del petróleo está arrastrando a los mercados. Ante esto se nos ocurren dos explicaciones posibles y ninguna de ellas muy convincente.

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En primer lugar, que los precios bajos llevarán a tener serios problemas a los productores de petróleo y esto terminará afectando a EEUU. De esto no hay duda, de hecho algunos países ya lo están. También se puede pensar que los bajos precios pueden ocasionar cambios geopolíticos en Oriente Medio con efectos inciertos para el petróleo. Es algo posible pero no está nada claro si esto afectaría a los ingresos directos reales de los consumidores estadounidenses.

No hay ninguna evidencia histórica de que el precio del petróleo juegue un papel tan significativo como indicador adelantado de los ciclos económicos

La segunda explicación sería que lo que realmente reflejan los bajos precios del petróleo es una caída aún no medida del crecimiento mundial, una caída que aparentemente no se puede comprobar en ningún otro dato y que el petróleo, a modo del canario usado por los mineros en las minas de carbón, nos está adelantando lo que los datos no hacen. No hay ninguna evidencia histórica de que el precio del petróleo juegue un papel tan significativo como indicador adelantado de los ciclos económicos, pero supongamos que esta vez es así, supongamos que nos está avisando de la desaceleración de China. Aunque este fuera el caso, como hemos explicado anteriormente, la mayoría de los estudios coinciden en que esto tendría un efecto bastante limitado sobre EE.UU.

LA ALTERNATIVA

Tal vez lo que se está viendo es una reacción tardía a la desaceleración de la economía mundial, una desaceleración que se ha prolongado durante demasiados años.

Tal vez no deberíamos creer los análisis de mercado. Tal vez no es culpa ni del petróleo ni de China. Tal vez lo que se está viendo es una reacción tardía a la desaceleración de la economía mundial, una desaceleración que se ha prolongado durante demasiados años. A lo mejor los mercados solamente se están dando cuenta de que el crecimiento de los emergentes es el más bajo en mucho tiempo y que los países avanzados no van a crecer.

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Puede que, en gran medida, estemos asistiendo a un comportamiento de rebaño entre los inversores. Todo cae y si otros venden será porque saben algo que yo no sé. Por lo tanto, tengo que vender y vendo.

¿POR QUÉ AHORA?

Quizás es porque hemos entrado en un periodo de mayor desconcierto. Una incertidumbre geopolítica cada vez mayor, la Reserva Federal (Fed) planteando un escenario de subida progresiva de tipos de interés y las dudas sobre la capacidad del gobierno chino para controlar su economía pueden ser los causantes del castigo que están experimentando en este inicio de año las bolsas mundiales.

Si en unas cuantas semanas se pone de manifiesto que los análisis fundamentales no son tan malos, veremos cómo los precios de las acciones se recuperarán, justo como lo hicieron el pasado verano, y esto será rápido. Si, en cambio, la caída continúa, se puede convertir en una predicción autocumplida. Caída de las acciones mayor de lo normal, miedo, caída del consumo y recesión. Esto unido a una Fed que acaba de empezar a subir los tipos desde un nivel de cero, hace que su actuación para contrarrestar una caída de la demanda sea bastante limitada. Por lo tanto, lo recomendable sería esperar el primer escenario, pero estar preparado para el segundo.

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