La noticia que está marcando este viernes 4 de marzo, con diferencia, es el ataque ruso a la mayor central nuclear de Europa, la de Zaporiyia, situada en el sureste de Ucrania.
La Inspección Nacional de Regulación Nuclear de Ucrania señaló rápidamente a través de un comunicado publicado que las instalaciones de Zaporiyia "han sido tomadas por las fuerzas militares de Rusia". "A las 05.55 horas (hora local), se ha localizado un incendio en el edificio de entrenamiento de la central nuclear Zaporiyia en Energodar en un área de 2.000 metros cuadrados. No ha habido víctimas ni heridos preliminares", ha asegurado en un informe el Servicio de Emergencias de Ucrania.
Tras el ataque ruso, la secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, declaró que no había indicios de niveles elevados de radiación en la planta, que proporciona más de una quinta parte de la electricidad total generada en Ucrania.
El ataque a la mayor central de Europa supone un riesgo extremo de liberación de radiación y su posible explosión. El ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, ha advertido que si llega la peor de las circunstancias, "la central nuclear de Zaporiyi, será una catástrofe diez veces más grande que la de Chernóbil" en 1986.
CHERNOBYL, UN RECUERDO DEL PASADO NO TAN LEJANO
En esta línea, cabe recordar que en la central nuclear de Chernobyl tuvo lugar la explosión del reactor 4 de la central nuclear Vladímir Ilich Lenin durante una prueba de corte eléctrico, el 26 de abril de 1986. En la catástrofe perecieron de forma directa en torno a 30 personas, aunque se estima que la mayoría de muertes se dieron de forma indirecta y extendida en el tiempo, debido a cánceres u otras enfermedades inducidas por la radiación durante varias décadas después de la tragedia.
El daño medioambiental en Chernóbil ha dejado inutilizada la tierra agrícola durante años, y los daños adicionales de otra fusión nuclear serían "catastróficos", remarca Michael Hewson, director de análisis de 'CMC Markets' en Londres. "Los primeros informes sugieren que el incendio está bajo control, pero como indicación de hasta dónde llegará Rusia para lograr sus objetivos, es un acontecimiento aún más preocupante, haciendo que los precios del trigo y el maíz se disparen", comenta.
El mayor miedo existente en todo el continente es que una hipotética explosión en Zaporiyia supondría una catástrofe inimaginable a escala casi mundial. No solo afectaría a los países circundantes a Ucrania y al propio estado, sino que Europa se vería inundada de radiación. El viento sería un factor determinante para conocer la extensión y dirección de la nube radiactiva, ya que no sólo la propia explosión sería fatídica.
UNA GUERRA NUCLEAR, PRESENTE PERO DIFÍCIL DE PRODUCIRSE
En la mesa existe la posibilidad de que se produzca una guerra nuclear entre Rusia y las potencias de la OTAN lideradas por Estados Unidos. Este extremo conllevaría la devastación de los países en los que cayese una cabeza atómica.
Los civiles sería los primeros afectados por esto, no siendo responsables de los ataques en los que se verían afectados. Los refugiados se contarían por millares, y los recursos disponibles serían limitados, además de los lugares que podrían acogerles.