La transición energética ha llegado para quedarse. La evolución hacia el cero neto y la reducción de las emisiones de carbono forman parte de la agenda de empresas y gobiernos a nivel mundial. La guerra de Ucrania puso de manifiesto la necesidad de apostar por fuentes de energía locales, pero los últimos acontecimientos geopolíticos y la globalización han llevado al sector a poner el foco en otra cuestión: la seguridad energética.
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Fitch respalda a las 'utilities' europeas: "No se altera la transición energética""La inestabilidad geopolítica de los últimos años ha puesto al descubierto los riesgos de la interconexión o la globalización, especialmente en lo que se refiere a la energía. La pandemia de Covid-19 fue el comienzo de un periodo de varios años de trastornos y cuellos de botella a escala mundial. A este escenario le han seguido los conflictos en curso en Europa y Oriente Medio, que han amenazado constantemente el suministro de petróleo y gas", afirma Mark Lacey, responsable de renta variable temática de Schroders.
En este sentido, la dinámica de desglobalización en la que el mundo se encuentra inmerso ha acelerado la necesidad de que los gobiernos y las poblaciones identifiquen rápidamente fuentes de energía seguras con bajo riesgo geopolítico, es decir, un suministro convencional que esté más cerca de casa o situado en regímenes estables y democráticos.
"En consecuencia, la cuestión de la seguridad energética -cómo obtener, transportar y almacenar energía de forma resistente, segura y asequible- ha pasado a primer plano. Se trata de una cuestión económica compleja a corto y largo plazo; también es una cuestión política delicada, tanto a escala nacional como mundial", añade el experto.
A nivel nacional, crece la necesidad de autoabastecerse de energía. Los gobiernos recurren a las políticas públicas para fomentar la producción local de energía y reducir la dependencia de las cadenas mundiales de suministro, como la REPower en la UE, la Ley de Reducción de la Inflación en EEUU y el 14º Plan Quinquenal en China.
Por ello, la diversificación y la seguridad energética han pasado a encabezar la agenda de las autoridades públicas. "Se trata de acelerar la transición energética desde el punto de vista de la necesidad climática, pero sin quedarse atrás desde la perspectiva de la seguridad energética. Estos son los dos motores. A corto plazo, la seguridad energética y el bloqueo de los distintos métodos de suministro a través de las energías renovables se desplegarán en los próximos años", remarcan desde la gestora.
LOS 'CULPABLES' DE LA PREOCUPACIÓN
En este escenario de preocupación hay una serie de factores "superpuestos y entrelazados" que tienen cierto grado de responsabilidad. Tal es el caso, por ejemplo, de la falta de inversión, que "ha provocado una reducción de la capacidad excedentaria, y se ha producido una aceleración del crecimiento de la demanda de energía tanto en los países desarrollados como en los emergentes", indica Lacey.
La descarbonización es otro factor clave en esta carrera por la seguridad energética, aunque conlleva un calendario más a largo plazo. "La sostenibilidad y la resiliencia pueden ir de la mano en lo que respecta a la energía, ya que la descarbonización y la electrificación del sistema energético es una forma de acabar con la dependencia energética al tiempo que se aspira a las emisiones netas cero", matizan desde la firma.
Y dentro de los esfuerzos de los países por descarbonizar, se producirá una aceleración del crecimiento en industrias bien establecidas como la eólica, la solar y la de red, así como en tecnologías más nuevas como el almacenamiento en baterías, la captura de carbono, el hidrógeno y la energía nuclear.
"También necesitamos infraestructuras de red para hacer frente al aumento de la carga eléctrica intermitente procedente de las energías renovables", agrega el estratega.
ENFOQUE HÍBRIDO
El desarrollo de un suministro nacional de energía renovable podría ser mucho menos vulnerable a tensiones geopolíticas como la guerra, el terrorismo y los problemas sanitarios mundiales. Aunque todo ello requiere una inversión de capital inicial a una escala nunca vista.
"Estos mercados no pueden acelerarse de la noche a la mañana (por ejemplo, se tarda entre cinco y diez años en desarrollar un parque eólico marino), pero ahora parece haber un verdadero impulso para eliminar los obstáculos de procedimiento que han frenado estas tendencias", señala Lacey.
Pero, de nuevo, la decisión de cómo conseguir la seguridad energética no es binaria. No es una cuestión de convencional o renovable.
"En su lugar, será necesario un enfoque híbrido. Desde nuestro punto de vista, las empresas líderes en energía convencional son una parte importante de la solución, más que parte del problema, y con el impulso de la tendencia a la descarbonización, estas empresas van a tener que demostrar su capacidad para adaptarse en consecuencia a áreas sostenibles de rápido crecimiento", comentan desde Schroders.
En vista de que los riesgos no van a desaparecer, y mucho menos de un día para otro, la seguridad energética seguirá siendo una preocupación importante tanto para los gobiernos como para la población y los inversores.
"Es probable que el camino a seguir requiera medidas tácticas y estratégicas que aborden las necesidades inmediatas y tengan en cuenta las tendencias a largo plazo, como la descarbonización y la desglobalización. Para superar el déficit de los mercados energéticos actuales, lograr una mayor seguridad energética requerirá una inversión significativa en una amplia gama de ámbitos y a lo largo de varios años", concluye Lacey.