"El buen momento en el que se encuentra el sector bancario europeo podría definirse como un estado de frágil equilibrio", señalan desde Scope Ratings, donde creen que, tras haber evitado grandes problemas derivados de las tensiones a las que se ha enfrentado en los últimos años, los bancos europeos siguen afrontando importantes retos.
Después de todo lo ocurrido durante el tiempo que duró la pandemia, por los impactos de la guerra de Rusia en Ucrania, o por las breves pero violentas turbulencias bancarias centradas en Estados Unidos a principios de este año, hay una "señal evidente de lo fuertes que se han vuelto los bancos europeos desde la crisis financiera mundial de 2008. Pero esto no significa que todo vaya bien en la banca europea o que los retos futuros no sean significativos. Por el contrario, creo que el buen momento en el que se encuentra el sector bancario europeo podría definirse como un estado de frágil equilibrio", afirma Sam Theodore, consultor senior de Scope Group.
Asegura no haber visto a los bancos en una posición más fuerte que la actual desde el punto de vista de las medidas prudenciales y crediticias. "La vigorosa reestructuración de la arquitectura reguladora desde la crisis ha conducido a una reducción significativa del riesgo del sector. Del mismo modo, hemos sido testigos de importantes mejoras en la supervisión bancaria, que ha pasado de un enfoque débil e ineficaz antes de la crisis a un proceso proactivo e incisivo basado en el riesgo".
Theodore cree que la actitud de los bancos ante el riesgo ha cambiado visiblemente desde la crisis financiera mundial. Como detalla, las estrategias y los modelos de negocio se han alejado de la asunción excesiva de riesgos y de la opacidad deliberada. "Desde hace varios años, los bancos se han centrado en limpiar sus balances de las exposiciones morosas heredadas y en reforzar el capital. Una prueba de resistencia tras otra muestran que el sector bancario está bien capitalizado y, salvo algunos casos atípicos, seguiría siendo prudencialmente viable en los peores escenarios posibles", dice.
En su opinión, esto es "tranquilizador, pero no suficiente". Y aporta dos razones principales, ambas relacionadas con la confianza.
La primera es la liquidez: "Al igual que Silicon Valley Bank o Credit Suisse, los bancos que cumplen las normas de capital regulatorio pueden sufrir dramáticas retiradas de depósitos de clientes no asegurados, que pueden arruinarlos. Marzo de 2023 surgió como un nuevo giro imprevisto a octubre de 2008, cuando el colapso de la confianza se desencadenó principalmente en los mercados mayoristas".
El segundo es el riesgo de mala conducta: "Un banco con buenas métricas prudenciales y financieras puede experimentar un golpe repentino en la confianza del cliente si se revela un caso importante de mala conducta. Esto es lo que ocurrió con Danske Bank en 2017 en relación con el blanqueo de capitales. El banco ha tardado mucho tiempo en recuperar la confianza de los clientes y del mercado".