"La recuperación del consumo no comenzará en serio hasta que el Banco Central Europeo (BCE) empiece a recortar los tipos de interés". Así lo ven los expertos de Oxford Economics, que señalan que la reactivación del consumo en la eurozona está teniendo un inicio tardío, pero, incluso con un comienzo lento, es poco probable que el rebote se desvíe.
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La inflación de la eurozona se mantiene en el 2,4% en abril y la tasa subyacente cae al 2,7%Anticipan una recuperación gradual del consumo en 2024 que comenzaría lenta, pero luego se consolidaría en todos los componentes y sectores a lo largo del año. Los últimos indicadores publicados sugieren que el arranque del año ha sido irregular en lo que al consumo de la zona euro se refiere.
"En nuestra opinión, el factor clave que impide que los consumidores aflojen sus bolsillos es la política monetaria restrictiva", aseguran. Por ello, creen que los recortes de tipos, que el mercado espera que arranquen en junio -algo que varios miembros del BCE también han dejado entrever-, deberían impulsar el consumo a través de varios canales.
Como explican, en primer lugar, los tipos de interés más bajos deberían reducir los costes de pago de la deuda existente e impulsar nuevos préstamos. En segundo lugar, los recortes se traducirán en tipos de depósito más bajos, lo que a su vez debería reducir la elevada tasa de ahorro de los hogares. Por último, las bajadas de tipos deberían ayudar al gasto en bienes duraderos al sacar al mercado inmobiliario de su estancamiento y abaratar los préstamos para artículos costosos como los automóviles.
"La flexibilización de los tipos de interés, la flexibilización de las condiciones financieras y crediticias y la deflación de los precios de los bienes duraderos respaldan un aumento del consumo. Creemos que esto podría desencadenarse por el inicio de los recortes de tipos y posiblemente podría concentrarse en el inicio", añaden.
Además, plantean que, dada la naturaleza gradual del repunte del consumo, el BCE no debería considerar que el repunte de la demanda es inflacionario y, por lo tanto, no debería desacelerar el ritmo de los recortes de tipos.
"Todos los ingredientes para una recuperación del gasto de los consumidores (crecimiento del ingreso real, empleo sólido y bajo desempleo, balances saneados y tasas de interés en caída) están en su lugar o pronto lo estarán". Por lo tanto, mantienen su previsión de que el aumento del ingreso real, junto con la flexibilización de los tipos de interés, se traducirá, con el tiempo, en un sólido crecimiento del consumo.
Calculan que el crecimiento trimestral del gasto de los consumidores promedie el 0,4% este año y el 0,5% el próximo, sumando cifras anuales del 1,2% y 2%, respectivamente.
No obstante, avisan: "Algunos factores podrían retrasar la recuperación del consumo". Aunque ven un riesgo relativamente bajo de que el rebote se descarrile. "Creemos que los acontecimientos recientes sugieren un inicio retrasado de la recuperación del gasto de los consumidores, en lugar de desviarla de su curso. Dicho esto, también vemos algunos riesgos a la baja para el gasto de los consumidores". ¿Cuáles son?
En Oxford Economics apuntan tres. El primero de estos riesgos sería que los tipos de interés fueran recortándose de manera lenta. Hay que recordar que los miembros del Consejo del BCE han dado una indicación clara de que el primer recorte de tipos debería producirse en junio, pero lo que vendrá después está menos claro. "Con una inflación persistente y una Reserva Federal (Fed) más agresiva en EEUU, el camino de normalización de los tipos del BCE podría no ser fácil ni regular", dicen.
Y estos recortes de tipos más lentos o intermitentes retrasarían la recuperación del consumo. "Una vez que comiencen los recortes de tipos, la tasa de ahorro de los hogares debería bajar. Pero este será un proceso gradual debido a la estructura del ahorro (mantenido en depósitos a plazo) y el margen limitado para el consumo de reposición en algunos segmentos como el de bienes no duraderos".
El segundo riesgo tiene que ver con el empleo y los salarios. Opinan que, hasta la fecha, la resiliencia del empleo se ha visto impulsada en gran medida por el acaparamiento de mano de obra en un mercado laboral ajustado debido a una gran incertidumbre en la demanda. "A medida que el panorama se vuelve más claro, las empresas podrían comenzar a despedir trabajadores", aunque "las intenciones de contratación de las empresas se han estabilizado justo por encima del promedio de largo plazo y no indican grandes despidos en el futuro".
Además, con márgenes cada vez más estrechos en medio de una baja demanda interna y externa, así como un empeoramiento de la posición competitiva internacional debido a los mayores costes de la energía, las empresas estarán menos inclinadas a aumentar los salarios.
"Esto diferirá según el sector, siendo los sectores de fabricación de bienes de capital y construcción probablemente los más afectados", dicen. No obstante, creen que cualquier deterioro sectorial en el empleo o el crecimiento de los salarios será limitado y no debería afectar demasiado el ingreso agregado, ni debería desencadenar una ola de ahorros preventivos.
Por último, el tercer riesgo son los ingresos reales, dado que los nuevos shocks que hagan subir los precios podrían volver a afectar el poder adquisitivo de los hogares, así como aumentar las expectativas de inflación.