portada pedro sanchez quim torra

Como si del slogan de la campaña de las elecciones generales de marzo de 2008 se tratara, el PSOE echa mano del "si tu no vas ellos vuelven" para lanzar un mensaje a Podemos e independentistas. Si no votan los Presupuestos Generales del Estado (PGE), habrá elecciones y el resultado puede colocar en Moncloa un tripartito de derechas a la andaluza que incluya a Vox.

Sólo hay que leer entre líneas las palabras de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quien ha vuelto a agitar el fantasma del adelanto electoral. De no repetirse el pacto de la moción de censura y, por lo tanto, ni la formación morada ni ERC y el PDeCAT garantizan la supervivencia de Pedro Sánchez hasta 2020, los comicios deberán celebrarse este año, un escenario que no interesa a ninguna de las partes implicadas, aseguran expertos consultados.

La presión de Montero es clara: o se obtiene luz verde a las cuentas o podemitas y soberanistas se las tendrán que ver con unas elecciones ahora cuyo resultado apunta a tragedia para la fuerza de Pablo Iglesias y puede derivar en un 155 'sine die' para Cataluña. "El desmoronamiento de Podemos en Madrid coloca a la fuerza de izquierdas al borde de convertirse en extraparlamentaria", comentan los mismos expertos, por lo que a los de Iglesias lo último que les conviene es tener que afrontar unas elecciones generales en medio de una crisis que ya les ubica a la cola en las municipales y autonómicas del 26 de mayo.

Y todas las encuestas indican una irrupción de la ultraderecha de Santiago Abascal sin precedentes en municipios y autonomías, que les coloca en la 'pole' de las generales. Por lo tanto, la jugada del socialismo es aprovechar que el resto de jugadores aún tiene más que perder para lograr mantener la silla hasta junio del año próximo y hacerlo reforzado por unas cuentas propias refrendadas por el Congreso.

A priori, Podemos es el único socio de Sánchez que se ha mostrado abierto a apoyar su proyecto presupuestario. De hecho, el partido morado firmó un acuerdo con los socialistas antes de someterse al examen de los diputados. No obstante, en la sesión de debate de los Presupuestos del 22 de enero, acabó por dar la espalda a su decreto ley del alquiler y aunque ambas formaciones se esforzaron en desligar este resbalón de los PGE, los socialistas no quieren exponerse a nuevos contratiempos a poco más de 15 días de las primeras votaciones.

El 12 y 13 de febrero la Cámara Baja votará las enmiendas a la totalidad que presentarán PP y Ciudadanos. No se espera guerra de Podemos en estas sesiones, pero son la primera prueba de fuego para medir hasta dónde están dispuestos a aflojar el PDeCAT y ERC. Por ahora, ambos partidos siguen ofreciendo un "no" rotundo y sujetan su abstención en estas votaciones a que haya avances con los políticos presos, como reclaman los republicanos, o en el terreno del reconocimiento del derecho a la autodeterminación, que es la condición de los postconvergentes.

ARTADI NEGOCIA CONTRARELOJ CON CALVO

Las negociaciones con los soberanistas están en manos de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, y de la consellera de Presidència, Elsa Artadi, y del vicepresident de la Generalitat, Pere Aragonès. Desde que se llevaron las cuentas al Congreso, ya se han visto en dos ocasiones para sentar las bases del diálogo político que Gobierno y Generalitat acordaron el 20 de diciembre para desatascar la situación en Cataluña. No obstante, el objetivo fundamental de estas reuniones es lograr que los Presupuestos no se tumben en la fase de las enmiendas.

En el bando soberanista, especialmente en el partido de Carles Puigdemont, la división es total en cuanto a la postura que debe adoptar el independentismo. El PDeCAT libra una dura pugna interna entre los partidarios de respaldar unos Presupuestos históricos para Cataluña que destinan casi el 19,1% del PIB que recoge el Estatut, entre los que se halla la misma Artadi o el presidente el partido, David Bonvehí. El ala dura, encarnada por Puigdemont y el jefe del Govern Quim Torra, se inclina por incluso presentar enmiendas propias si en las dos semanas próximas no hay avances significativos en el tema de la autodeterminación.

Fuentes próximas a la dirección del partido explican la incomodidad de algunos dirigentes con alinearse junto a populares y ciudadanos en este trámite. En tal caso, podría darse la paradoja de que ninguna enmienda saliera adelante y los Presupuestos siguieran su curso. Es decir, que los independentistas no apoyaran los vetos del PP y Ciudadanos y que estos, a su vez, no lo hicieran con los de los partidos separatistas, por lo que se prolongaría el debate presupuestario hasta marzo sin que nadie hubiera dado su brazo a torcer en esta primera fase.

Pero en el plazo de dos meses, a mucho estirar, republicanos y postconvergentes deberán decidir entre el PSOE conocido o el Vox por conocer. Quedarse con el mal menor o aventurarse a un destino incierto en manos de la derecha populista, como indican fuentes próximas. En cualquier caso, el PSOE no moverá ficha en el terreno electoral hasta después del verano, según los expertos, porque primero habrá que digerir el resultado del 26 de mayo.

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