- La mayor parte del empleo que se crea es poco productivo y arrastra los salarios a la baja
La subida de los salarios vuelve a estar encima de la mesa. El preacuerdo sellado entre los sindicatos y la patronal esta misma semana acerca la mejora en los sueldos, aunque la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) alerta de que sólo con ello no se logrará un cambio real. Para que eso se produzca, España debe atajar el problema de fondo: la baja productividad de la economía.
El desacoplamiento entre los salarios y la productividad "puede estar impulsando las desigualdades en los ingresos y la riqueza"
Los últimos datos de la OCDE sobre productividad apuntan que la mejora de la calidad de vida se está viendo comprometida en España, pero también en otros países como Italia, Reino Unido y EEUU, por el tipo de empleo que se está creando. La organización señala que los nuevos empleos se concentran en actividades con una productividad "relativamente baja", lo que está incidiendo directamente en los salarios, que se ven arrastrados a la baja.
"El mayor número de empleos de baja productividad ha pesado en los salarios", afirma la OCDE, que recuerda que los sueldo reales (ajustados por la inflación) cayeron entre 2010 y 2016 en países como España, Portugal y Reino Unido. Además, explica que a pesar de que algunos países como Alemania y EEUU ya han empezado a aumentar los salarios reales en línea con el crecimiento de la productividad laboral, que sube a un ritmo muy lento, lo cierto es que en los últimos años son muchos los sectores que han retrasado el aumento de los salarios alegando, precisamente, la baja productividad. Así ha ocurrido, según la OCDE, en un tercio de todos los sectores en Alemania y Estados Unidos.
Y eso está afectando al nivel de calidad de vida. "El desacoplamiento a largo plazo del crecimiento de los salarios y la productividad que vemos en muchos países de la OCDE también puede estar impulsando las desigualdades en los ingresos y la riqueza", ha indicado el jefe de estadística de la organización, Martine Durand, que apunta que la ralentización del crecimiento de la productividad y la cada vez mayor cantidad de empleos de baja productividad que se crean "limita el alcance de las mejoras en materia de bienestar".
La desaceleración del crecimiento de la productividad laboral (medida como valor agregado bruto por hora trabajada) ha afectado especialmente a sectores como el de la manufactura, sobre todo a las actividades relacionadas con la tecnología, y ha provocado que la brecha entre los niveles de productividad laboral entre empresas grandes y pequeñas siga siendo alta.
Precisamente sobre ello ya alertaba el Banco Central Europeo (BCE) hace un año. En el boletín económico publicado en agosto el organismo que dirige Mario Draghi señalaba que el "débil crecimiento de la productividad" es una de las causas que está lastrando el avance de los salarios. De hecho, aprovechaba para recomendar a los países de la Eurozona que intensificasen sus esfuerzos de reforma para mejorar la productividad y el entorno institucional y empresarial. Y es que cuanto más produce el mismo número de trabajadores, más capacidad tienen de presionar a la empresa para recibir mayores salarios, y la compañía tiene a su vez más predisposición a acoger sus peticiones porque podría soportar el aumento de costes. Sin embargo, para ello hace falta invertir, y ese es otro de los problemas que se ha constatado.
LAS EMPRESAS DESTINAN CADA VEZ MENOS A PAGAR SALARIOS
Según la OCDE, las empresas destinan cada vez menos dinero a pagar salarios. La parte de los ingresos de la actividad económica destinada al pago de los sueldos de los trabajadores "ha disminuido en la mayoría de los países en los últimos años", aunque de forma mucho más notable en Hungría, Irlanda, Israel, México, Polonia y Portugal. Y tampoco se ha recuperado la inversión en maquinaria, equipo y otros activos tangibles, claves para propiciar un aumento de la productividad. En 2016, último año del que se tienen datos comparables, la inversión empezó a aumentar, pero aún sigue muy por debajo de los niveles previos a la crisis en muchos países de la OCDE.
Si se quiere aumentar la productividad, y con ello los salarios, lo que hay que hacer es "trabajar más inteligentemente y no más duro", dice la OCDE, porque sólo así las empresas demostrarán su capacidad de producir más combinando mejor las ideas, las innovaciones tecnológicas y la fuerza de trabajo.