"La perspectiva económica para la eurozona es saludable pero enfrenta otro shock adverso". Es lo que señalan desde S&P Global Ratings, en cuyo informe recogen que las economías europeas se preparan para una desaceleración a medida que aumentan los precios del petróleo y el gas en respuesta al conflicto entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, la agencia no espera una recesión este año.
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¿Mayor inflación y menor PIB? La guerra en Ucrania oscurece las perspectivas europeas"Gracias a un fuerte impulso de recuperación y suficientes reservas de efectivo, no esperamos una recesión para todo el año, sino una caída en el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) al 3,3% este año frente al 4,4% anterior", afirma Marion Amiot, economista sénior de S&P Global Ratings.
Destaca que "la incertidumbre en torno a nuestras previsiones es mayor de lo habitual, con riesgos a la baja para el crecimiento para 2022 y riesgos al alza para la inflación este año y el próximo" al tiempo que prevén que el poder adquisitivo de los hogares se debilitará y se espera que la inflación alcance el 5% este año y se mantenga por encima del 2% en 2023.
Añade que, si los riesgos a la baja no se materializan, "vemos al Banco Central Europeo (BCE) en posición de subir los tipos de interés en diciembre, especialmente porque las presiones inflacionarias durarán más que antes del conflicto ruso-ucraniano. Aun así, reconocemos que la ventana de posibilidad para una primera subida de tipos se abriría en septiembre".
En un escenario más severo, considera que los efectos a la baja sobre el crecimiento y al alza sobre la inflación pueden verse amplificados por varios puntos. Uno de ellos es un shock del precio del petróleo mayor y más prolongado. "En nuestros modelos, un aumento del 10% en el precio del petróleo, que es casi equivalente a un aumento de 10 dólares por barril ahora, eleva los precios al consumidor en un 0,5% y reduce el PIB en un 0,2% a lo largo del plazo", explican.
Otro aspecto es el de los cortes absolutos en el suministro de gas. Como ya se dijo, el BCE considera que un corte del 10% en el suministro de gas podría poner en peligro alrededor del 0,7% del PIB de la eurozona. A esto se añaden los efectos de confianza más fuertes, que llevarían a los hogares a ahorrar más, especialmente si los salarios no alcanzan la inflación. "Por ahora, la caída en la confianza del consumidor es aproximadamente la mitad que en 2020 cuando se adoptaron las primeras restricciones del Covid-19", dice.
Señalan también los desafíos más agudos en la cadena de suministro, como paradas puntuales de producción, especialmente en pequeñas y medianas empresas, con un riesgo de efectos colaterales, si los sustitutos de los productos básicos industriales y alimentarios importados de Rusia resultan difíciles de encontrar. "Tanto en el escenario base como en el escenario severo, vemos un aumento de la inflación a pesar de una perspectiva de crecimiento más débil como argumento para que el BCE comience a normalizar la política monetaria este año, pero sin precipitarse", concluye.