Los periodistas tenemos un dicho: la credibilidad cuesta años ganarla y se pierde en un minuto. Los medios de comunicación debemos construir la confianza del público a lo largo del tiempo con muchas noticias que se demuestren verdaderas y fiables. Pero, con que patinemos solo en una y resulte ser errónea (o lo más habitual, una intoxicación), se derrumba todo ese edificio que había llevado años construir. Y eso es exactamente lo que acaba de hacer el Gobierno con su credibilidad en materia de pensiones.
El Ejecutivo de Mariano Rajoy no es tonto y sabe perfectamente que el sistema de pensiones, tal como está diseñado hoy, no es sostenible. Por eso, en 2013 aprobó una reforma que, aunque cuestionable (como todo), era bastante sensata: limitaba el incremento anual mientras el sistema tuviera déficit -como ahora- y creaba un factor de sostenibilidad ligado a la esperanza de vida: ahora vivimos más y, si queremos cobrar durante más años de los mismos recursos, no podemos percibir lo mismo cada mes.
Pero esta semana se ha cargado por completo toda la reforma de un plumazo a cambio de un plato de lentejas: el apoyo del PNV a unos presupuestos que van a tener medio año de vida en el mejor de los casos; los importantes son los de 2019, como ha explicado Bolsamanía. Así que hala, alegría, todas las pensiones (no solo las más bajas) subirán el IPC este año. Y con efecto retroactivo desde enero, faltaría más.
No hay que engañarse: tanto la exigencia del PNV como la rápida cesión del PP tienen detrás las protestas de pensionistas movilizados por los sindicatos. Son muchos votos y, tal como está el patio, nadie está dispuesto a jugárselos. Y menos que nadie el PP, al que lo único que le faltaba era el 'caso Cifuentes'. Así que subimos las prestaciones el 1,6% y el que venga detrás, que arree.
Porque, ¿adivinan cómo se va a pagar este incremento si el sistema es deficitaro y la hucha de las pensiones está llena de telarañas? Han acertado: con deuda pública, que se devolverá con impuestos futuros. Es decir, nos vamos a endeudar simplemente para pagar las pensiones de hoy. ¿Y las de mañana? Dios proveerá.
¿PARA QUÉ VOY A AHORRAR SI SIEMPRE HABRÁ DINERO?
Y lo más grave no es eso, sino que el Gobierno se ha quedado sin ninguna credibilidad en su mensaje de que hay que reformar el sistema. Como dijo ayer Pedro Saura (PSOE) en el Congreso: decían que no había dinero y, de repente, sí que hay. Aparte de la demagogia habitual (no había presupuesto para pensiones pero sí para defensa, etc.), a ver cómo retoma ahora el PP el discurso de que hay que apretarse el cinturón para que sea sostenible. Y lo tendrá que retomar más temprano que tarde.
Por si fuera poco, esta medida supone un varapalo para el argumento de que es necesario ahorrar para la jubilación. Si el Gobierno siempre va a encontrar dinero para pagar las pensiones aunque el sistema esté quebrado, ¿para qué me voy a preocupar? Me lo gasto y a vivir que son dos días. Sumado al maltrato fiscal a los planes de pensiones (a Montoro se le ponen los pelos de punta cuando le hablan de mejorar sus tributación), esto puede ser la defunción del ahorro a largo plazo y del 'chollo' que tienen montado los bancos con estos productos.
Hay que ser serios. Es preciso decirle a los ciudadanos que el sistema actual no es sostenible porque cada vez vivimos más tiempo y porque los nuevos pensionistas cada vez cobran más. Se estima que un pensionista medio se 'pule' en 12 años todo lo que ha cotizado en su vida. Se debe explicar que cualquier reforma para hacerlo sostenible pasa, ineludiblemente, por pensiones más bajas. Y se debería incentivar el ahorro individual para complementarlas. Lo contrario es dar patadas adelante que, como demostró el Banco Popular, tienen un límite. Y cuanto más tardemos en hacerlo, peor.