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Christine Lagarde, presidenta del BCE.

Decepción y preocupación son los dos adjetivos que mejor describen el sentimiento del mercado este viernes tras la decisión de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE). Bolsas y euro en rojo como reacción a que "la tan cacareada herramienta de control de los diferenciales no era más que palabrería", indica Stephen Innes, analista de SPI Asset Management, y eso pese a que la mayoría de expertos no esconden cierta sorpresa después de que hablara el banco central de una subida de tipos que podría ser del 0,50% en septiembre, si la inflación así lo propicia.

El consenso de analistas consultado por 'Bolsamania' se focaliza, en cambio, en el objetivo incumplido de evitar la fragmentación de la Eurozona una vez que acabe de comprar bonos soberanos. O al menos, fallido a la hora de comunicar medidas claras para esquivar el peligro de que los rendimiento de los bonos y las primas de riesgo de los países con mayores desequilibrios presupuestarios y mayores niveles de endeudamiento, como Italia, Grecia, Portugal, España e, incluso, Francia, se disparen al alza, pudiendo provocar una nueva crisis de financiación en la región.

"Sobre este tema el BCE se limitó a señalar que usará el importe de los vencimientos de los bonos comprados con el PEPP para evitar la mencionada 'fragmentación'", comentan los expertos de Link Securities. Posteriormente se filtró a la prensa que la mayoría de los miembros del Consejo se negaron a que se diera a conocer una herramienta concreta para este tema. También se filtró que parte del Consejo apoyaba una subida de 50 puntos básicos en el mes de julio.

En concreto, la presidenta del supervisor monetario, Christine Lagarde, aseguró, durante su comparecencia ante los medios que el banco central "no tolerará una fragmentación en la zona euro que impida la transmisión de la política monetaria". "Tomaremos medidas y actuaremos según el país", dijo la presidenta del BCE, algo que ha suscitado una 'pañolada' en toda regla del mercado en su conjunto.

Ha sido "preocupante" ver menos detalles de los esperados sobre los futuros programas del Banco Central Europeo (BCE) para prevenir los riesgos de fragmentación dentro de la eurozona como consecuencia del endurecimiento de las condiciones monetarias, afirma Timothy Graf, jefe de estrategia macro de State Street. "Aunque los diferenciales de la periferia, como manifestación de estos riesgos, aún no están en niveles que hayan provocado anteriormente una intervención o respuesta, sospechamos que los mercados seguirán poniendo a prueba la determinación del BCE hasta que aborde estas preocupaciones", señala Graf.

La deuda pública italiana, que ha tenido un rendimiento muy inferior al de sus homólogos tras las decisiones del BCE del jueves, sigue debilitándose. La rentabilidad del BTP a 10 años sube casi 7 puntos básicos, hasta el 3,670%, mientras que la del Bund a 10 años se mantiene prácticamente plana, en el 1,433%, según Tradeweb.

"El riesgo de fragmentación del mercado es significativo y no hay duda de que el BCE debería ofrecer detalles sobre una posible nueva herramienta en los próximos meses", afirma Nicolas Forest, responsable mundial de renta fija de Candriam. El fin de la expansión cuantitativa (QE) del Banco Central Europeo (BCE) a partir del 1 de julio es el primer paso de la normalización de la política monetaria y supone una "clara amenaza para la estabilidad financiera", enfatiza el experto.

En cuanto a cuales podrían ser las medidas, no se ponen de acuerdo los expertos. "Cualquier programa de compras habría sido difícil de justificar en el contexto de la salida del APP y de los tipos negativos, y las reinversiones del PEPP simplemente no servirán", redondea Innes.

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