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Hace un mes, la preocupación del mercado giraba en torno a un escenario de tipos más altos durante más tiempo del previsto inicialmente. Sin embargo, desde el pasado 7 de octubre, tras el ataque de Hamás a Israel, la guerra ha vuelto a ocupar los titulares y los temores de los inversores se centran, desde entonces, en los riesgos económicos de una expansión del conflicto por Oriente Medio.

"El problema para los mercados ya no es la incertidumbre de 'Errrr... por más tiempo', que ya era bastante mala. Ahora nos enfrentamos a la terrible perspectiva de una 'guerra por más tiempo', a medida que el orden de seguridad global se desmorona (y no sabemos con qué final)”, explican los estrategas de Rabobank.

Si, como si sucede hasta el momento, los combates siguen centrados únicamente entre Israel y Gaza, entonces, a pesar del terrible coste humano, el impacto global será relativamente menor.

En cambio, si Hizbolá opta por abrir un segundo frente contra Israel, y éste y Estados Unidos responden, y si Irán decide ayudar a Hamás y a las milicias libanesas a través de una desestabilización en múltiples frentes contra Israel y la infraestructura energética regional, entonces el escenario sería similar al de 1973 o 1979.

"Para aquellos que no estaban presentes en ese momento, la energía hizo lo que hizo en 2022 y más; y frente a un mercado laboral ajustado y cambios en la arquitectura financiera global –donde acabábamos de pasar del patrón oro a la moneda totalmente fiduciaria– el resultado fue una década de inflación muy alta", analizan en la firma neerlandesa.

Por tanto, los riesgos de cola deberían ser evidentes, aunque, de momento, el mercado lucha por incorporarlos, en parte debido a la complejidad de la situación y la amplia gama de resultados, pero también "porque los riesgos de cola siempre son incómodos de digerir", añaden.

Con todo, "los escenarios en los que vemos una escalada por parte de actores clave (Israel, Hamás, Irán, Estados Unidos y, fuera de la región, Rusia e incluso China) son preocupantemente creíbles porque existen tanto la capacidad como los incentivos para hacerlo", afirman en Rabobank.

VOLATILIDAD EN LOS MERCADOS ENERGÉTICOS

Los precios de referencia europeos del gas TTF aumentaron alrededor de un 20% en el mes de octubre, alcanzando un máximo mensual de 54 euros el megavatio hora (MWh) el 13 de octubre, cuando el ataque de Hamás a Israel y la posterior invasión terrestre de Gaza por parte hicieron que los precios se dispararan.

"La guerra entre Israel y Hamás ha generado preocupaciones sobre el suministro para los compradores europeos de gas en un momento en que la demanda aumenta gradualmente a medida que se acerca el invierno. Las paradas de producción en los yacimientos de gas de Israel tienen sólo un impacto marginal en el equilibrio del gas europeo a través de la reducción de los flujos hacia el suministro de GNL de Egipto al mercado mediterráneo. Sin embargo, la prima de riesgo más amplia surge del potencial de posibles interrupciones en los flujos a través del Estrecho de Ormuz y el Canal de Suez, dos rutas principales para los envíos de petróleo y gas desde Oriente Medio a Europa", advierten en Rabobank.

Por el lado del petróleo, el Brent comenzó con una caída masiva y bajista, seguida de un aumento de la volatilidad desde el comienzo del conflicto bélico.

Tras el ataque a Israel, según los analistas, los fundamentos del mercado son mixtos y no ha habido interrupciones en el suministro físico de crudo debido a la actual agitación geopolítica, aunque es posible que se esté gestando una corrección más profunda, ya que 2023 ha estado marcado por un importante déficit de oferta, que se ha profundizado a medida que la producción de la OPEP+ se ha reducido, mientras que la demanda ha sido sólida.

"No obstante, seguimos siendo optimistas a largo plazo. El crecimiento de la oferta de crudo y la falta de nueva capacidad de refinería durante la próxima década pesarán contra la demanda aún creciente de productos petrolíferos. La revolución de los vehículos eléctricos de batería aún es incipiente, y la tecnología para desplazar la demanda de diésel aún está lejos y es poco probable que afecte al mercado hasta la década de 2030", indican los expertos.

Asimismo, los riesgos de una escalada en Oriente Medio que conduzca a una posible nueva perturbación de los mercados energéticos han aumentado los temores de que los bancos centrales puedan tener que lidiar con otro episodio de inflación energética.

"Seguramente, las autoridades monetarias no pueden pasar por alto otro impulso inflacionista en un momento en que el IPC todavía está muy por encima del objetivo del 2% y se espera que se mantenga elevado al menos durante el próximo año. Con la crisis energética aún fresca en la memoria de la gente, el riesgo de que tal shock inflacionario quede arraigado en las expectativas es enorme", aseveran los estrategas.

IMPACTO EN LA EUROZONA

La economía de la zona euro se contrajo un 0,1% en el tercer trimestre, aunque con una divergencia significativa entre los Estados miembros. Mientras tanto, la inflación ha disminuido significativamente en los últimos meses, y en tasa general cayó por debajo del 3% en octubre.

Sin embargo, una nueva escalada de la guerra en Oriente Medio podría provocar un gran aumento de los precios de la energía y el impacto económico en la eurozona sería mayor al provocado por la guerra de Ucrania.

"Los gobiernos ya no tienen el mismo poder fiscal para amortiguar el golpe, debido al aumento del coste del endeudamiento y a los déficits estructurales, y la mayoría de los consumidores ya no pueden depender de un exceso de ahorros pandémicos", señalan en la entidad radicada en Países Bajos.

Mientras tanto, las empresas también están en una posición más débil para hacer frente a un nuevo shock de precios de la energía, ya que se enfrentan a unos costes financieros significativamente más altos y costes laborales cada vez mayores.

"La desaceleración de la economía significa que probablemente no puedan cargar completamente esos costes más altos a sus clientes. Por lo tanto, el precio económico de un nuevo shock energético podría ser mayor", alertan los analistas.

Además, si una guerra en Oriente Medio rompe importantes cadenas de suministro o conduce a mayores tensiones entre los grandes bloques económicos, "Europa podría resultar muy vulnerable, dada su gran dependencia de las materias primas", concluyen en Rabonbak.

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