El economista Santiago Niño Becerra se ha pronunciado en torno a la sugerencia del Círculo de Empresarios de abaratar el despido. “Pienso que se está vendiendo un mensaje perverso” en torno al mercado laboral, denuncia.
El catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull analiza en su blog en La Carta de la Bolsa el impacto que tendría un abaratamiento del despido en España. Para ello, pone un ejemplo concreto, una pregunta que habría que trasladar a las asociaciones empresariales: “Imaginen que mañana se instaurase en España el despido libre, y sin indemnización alguna; imaginen que fuese anulado el derecho de huelga; e imaginen que los salarios se fijasen según mercado. Pregunta: ¿cuánto empleo estiman que se crearía?”.
España sigue igual, intentando arañar competitividad empeorando las condiciones laborales y abaratando el trabajo
Añade a la pregunta la posibilidad de que se reduzcan las cotizaciones sociales, y también si se eliminan las figuras de contratos en prácticas, becarios y similares.
“¿Qué creen ustedes que responderían esas asociaciones empresariales? Pienso que prácticamente ninguna respondería a la encuesta porque la demanda de trabajo en España, más que en otros países, no depende de esos parámetros sino de que las empresas tengan pedidos, es decir, que haya actividad económica”, se contesta a sí mismo el experto.
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CUANDO ESPAÑA IBA BIEN...
Cuando “España iba bien”, recuerda el economista, “la tasa de desempleo fue la más baja de la España postfranquista”. Esto se produjo sin despido barato, y con la presencia de huelgas, así como cuotas empresariales de la seguridad social elevadas.
“Pienso que se está vendiendo un mensaje perverso”, denuncia Niño Becerra. El mensaje al que se refiere, es: “Si ustedes, trabajadores, aceptan peores condiciones de trabajo y más precariedad las empresas contrataremos más. Estarán más fastidiados, pero al menos estarán ocupados”. “Cuando ni los empresarios, ni nadie en el sistema capitalista, puede garantizar una demanda de trabajo”, apostilla el catedrático.
A su juicio, “España sigue igual, intentando arañar competitividad empeorando las condiciones laborales y abaratando el trabajo”. “Y no se hace por sadismo”, apunta. “Pura y simplemente se hace porque ni se sabe ni se puede hacer de otra manera”, añade.
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