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La estanflación empieza a resonar en muchos ámbitos económicos y financieros. La situación que se vive de alta inflación y un crecimiento que se ve constantemente amenazado, son su principal argumento. Sin embargo, desde Morgan Stanley apuntan a que no se dan todas las circunstancias para que llegue ese escenario, aunque sí apuntan a una mayor presión de los precios.

“No es difícil entender que el tema esté en la mente de los inversores”, dicen los analistas atendiendo a que, en las últimas semanas, se están produciendo interrupciones de suministros, aumento de los precios de las materias primas y caídas de los PMI. Sin embargo, la estanflación “es algo complicado de definir”, insisten.

A diferencia de los años 70, cuando se produjo uno de los episodios más fuertes de este fenómeno, cuando los tipos estaban elevados y las valoraciones por los suelos, ahora se vive la situación inversa. “El tiempo transcurrido desde entonces se ha definido generalmente por una desinflación constante, lo que limita cualquier estudio histórico”, afirman.

Según indican los expertos del banco americano, en los últimos 40 años la inflación ha mantenido la tendencia a la baja y los picos han estado asociados al crecimiento económico. “La debilidad de la demanda tiende a hacer bajar los precios, no a subirlos, lo que significa que normalmente se necesitaría un choque exógeno de la oferta para que la estanflación se produzca, y eso no ocurre en cada ciclo, a diferencia del flujo y reflujo de la demanda”, argumentan.

Asimismo, remarcan que la alta inflación y el debilitamiento de la economía han coincidido, en muchas ocasiones, con las crisis del petróleo y los periodos de fin de ciclo. “No creemos que estos entornos sean totalmente equivalentes a la estanflación a ojos de los inversores”, sentencian.

Aún así, los analistas de Morgan Stanley sí que comparan el periodo actual con el de 2005, cuando en medio de una desaceleración del crecimiento económico, la inflación pasó del 2% anual al 4%, con un precio del petróleo desbocado, que se disparó de 30 dólares por barril a 80 dólares. “Los niveles son diferentes, pero las similitudes en las tendencias de las expectativas de la inflación y los PMI están ahí”, argumentan.

Entonces no se llegó a producir la estanflación porque pronto volvió a crecer el PIB. Y la renta variable observó una fortaleza generalizada, con rendimientos elevados en Japón y los mercados emergentes. La energía y los materiales son los que obtuvieron mejores resultados, junto con el sector financiero.

En la situación actual, estos analistas concluyen que no habrá un escenario de estanflación, pero sí una mayor inflación. Es por ello que, en base a lo vivido, recomiendan los sectores defensivos globales, productos básicos, la atención sanitaria y los servicios básicos, que son los que mejor rendimiento tienen en un escenario de precios por encima de la media, “típico de un entorno tardío”.

En cuanto a las materias primas, el petróleo registra unos rendimientos absolutos modestos cuando la inflación es alta y está en aumento, mientras que se vuelve fuerte cuando los precios son altos, por encima de la media, pero en tendencia bajista. “El oro también tiene un rendimiento inferior y ofrece un rendimiento negativo en promedio”, concluyen.

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