Las bolsas recibieron este miércoles de buen grado el acuerdo alcanzado entre Italia y la Comisión Europea sobre el presupuesto del país para 2019. Los inversores se mostraron confiados tras meses de enfrentamiento, y aunque los analistas han celebrado la noticia, también han querido lanzar una advertencia. Creen que el efecto del acuerdo solo se notará a corto plazo, ya que los riesgos que acechan a la economía italiana "siguen ahí". "2019 será un año difícil para Italia", señalan.
Desde Barclays se muestran bastante pesimistas al respecto. De hecho, definen el acuerdo como una "paz pírrica", es decir, apuntan que Bruselas, que en este caso puede considerarse como el 'vencedor' ya que ha logrado que Italia rebaje el déficit del 2,4% inicial al 2,04%, ha ganado con muy poca ventaja, y ha sufrido tal daño que la situación puede verse como una derrota para el Ejecutivo comunitario.
La Comisión Europea venía manteniendo una posición firme sobre el cumplimiento de las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento en sus negociaciones con Italia, pero su postura quedó en entredicho cuando Francia anunció que aumentaría su déficit para 2019 por encima del 3% del PIB para poder adoptar una serie de medidas que contenten a los 'chalecos amarillos', en un intento de calmar las protestas. "La reciente decisión del gobierno francés ha desempeñado un papel fundamental en la relajación de la relación entre Italia y Bruselas", remarcan los expertos del banco británico.
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Bruselas dice que el nuevo presupuesto de Italia evita el procedimiento por déficitY en la misma línea se expresan los analistas de Danske Bank, que dicen que el "cambio de política de Emmanuel Macron ha debilitado la posición de la Comisión en la lucha por el presupuesto italiano", ya que se da por hecho el incumplimiento de la normativa comunitaria por parte de Francia. Ya lo habían adelantado algunos analistas, que afirmaron que la decisión francesa era el mejor regalo de Navidad para Luigi di Maio y Matteo Salvini, aunque ahora el acuerdo alcanzado entre Bruselas e Italia ha acabado por ratificar esta postura.
Aunque los analistas no se quedan ahí, y señalan que pese al acuerdo Italia no debe confiarse porque los riesgos no se han esfumado. Desde Barclays no descartan que las tensiones entre Roma y Bruselas puedan resurgir el año que viene, ya que la previsión de crecimiento del PIB italiano en los nuevos presupuestos, que ha bajado del 3,5% inicial al 3%, "es todavía optimista", y los esfuerzos fiscales adicionales anunciados por el Gobierno de Giuseppe Conte son "débiles", lo que hace "poco probable que la ratio deuda/PIB disminuya". Las dudas sobre la capacidad italiana para rebajar la deuda, que actualmente supera el 130% del PIB, fue el argumento esgrimido por la Comisión Europea para iniciar los trámites para abrir el procedimiento de déficit excesivo (PDE), que tras el acuerdo ha quedado aparcado.
CUESTIONES SIN RESOLVER
Los expertos de Danske Bank creen que los riesgos pasarán a un plano a corto plazo, pero recuerdan que muchas de las cuestiones fundamentales "siguen sin resolverse". Se refieren, más concretamente, a que la economía italiana "sigue coqueteando con la recesión" y eso, unido al hecho de que aumentará el coste de los préstamos y se van a endurecer las condiciones crediticias tras el fin de los estímulos del Banco Central Europeo (BCE), no augura nada bueno para el país transalpino. "Siguen siendo un viento en contra para la economía italiana", remarcan.
"Persistirán las debilidades estructurales, y aunque las medidas expansivas del Gobierno pueden prevenir una recesión, es difícil ser demasiado optimista en cuanto a las perspectivas de crecimiento y de endeudamiento", señalan también estos expertos. Por su parte, desde Ostrum AM insisten en la misma idea: "A pesar del acuerdo, y aunque a corto plazo los inversores estén satisfechos, la cuestión de la sostenibilidad de la deuda no está resuelta".
Además, desde esta firma destacan que "la economía italiana ya está en recesión (el crecimiento del PIB fue negativo en el tercer trimestre), lo que significa que el déficit presupuestario convergerá al 3% y no al 2%" y que "la deuda pública tiene un sesgo creciente", por lo que el Gobierno debería preocuparse por encontrar un "camino sostenible para la deuda" y "encontrar la forma de impulsar el crecimiento", algo que a día de hoy parece inimaginable. Por eso, Ostrum AM aconseja a los inversores que se preparen para "la próxima crisis financiera que se avecina".