Cuando se cumple el segundo aniversario del referéndum ilegal del 1-O, la posterior declaración de independencia y la diáspora empresarial que siguió a estos hechos, la economía catalana no ha sido capaz de remontar el hondo bache. La merma de influencia de Cataluña en la vida empresarial del Estado y la pérdida de nuevas oportunidades han erosionado el poder económico de la región, en un momento en que los empresarios están en alerta ante lo que pueda pasar tras la sentencia del 'procés' y soplan claros vientos en contra desde el exterior.
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Los datos del colegio de registradores evidencian que la fuga de empresas ha sacado del territorio más de 5.554 sedes, de las que han desandado el camino 1.374, un proceso que no se ha frenado del todo y se siguen viendo traslados, especialmente ahora "en el sector farmacéutico", explican fuentes empresariales de alto nivel. Y lo que es peor, en los planes a corto plazo de la mayoría de las cotizadas y de grandes compañías no entra el volver a la región. "Los bancos no regresarán jamás", cuenta un ejecutivo o a Bolsamanía. La consecuencia directa es que la comunidad autónoma ha visto recortado su peso en los procesos de toma de decisiones de las juntas directivas.
"Antes del 1-O, un 60% de órdenes ejecutivas llegaban de Madrid y un 40% de Barcelona", explica el director de una firma de marketing y comunicación que ha preferido permanecer en el anonimato. "Ahora, la proporción es de un 85% frente a un 15%". El llamado 'efecto sede' ha provocado también que muchos negocios de servicios a empresas como agencias de comunicación, consultorías y gestorías se hayan decantado por la capital, dando lugar a lo que se conoce como 'lucro cesante': "Todas aquellas oportunidades empresariales que se han perdido y que son casi imposibles de cuantificar", lamentan estas fuentes.
El balance no es bueno pese a que algunos indicadores llaman al optimismo, como por ejemplo las exportaciones, que dan alegrías con un crecimiento del 2,8% hasta julio de este año y que, dentro de la macro, son un oasis ajeno a la inestabilidad. Algunos sectores también quieren ver síntomas de recuperación en el retorno de más de la mitad de los depósitos que los bancos que se fugaron en otoño del año pasado. De los 37.500 millones que calculó el Banco de España, 20.064 millones han ido recolocándose en las sucursales bancarias catalanas.
Pero el vigor de la economía catalana no ha recobrado el empuje anterior a la crisis territorial, lo que se refleja en los datos del PIB o en la caída del desempleo. La comunidad pasó de expandirse a un 1% a mediados de 2017 a hacerlo al 0,4% a finales de aquel año para mantenerse desde entonces por debajo del ritmo de crecimiento del conjunto de España, según datos de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef). En cuanto a la tasa de paro, en Cataluña ha caído 1,4 puntos en dos años, con respecto a los 2,3 puntos nacionales. Con todo, el paro es mucho inferior en la región: 11,17% frente al 14,02% de todo el territorio.
La inversión extranjera es otro de los ámbitos donde el daño ha sido irreparable, aunque hay esperanza. Según datos del Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), los fondos indirectos internacionales se vieron recortados en un 89%, coincidiendo con el 1-O, para acabar 2018 con el peor dato desde 2014. En 2019, sólo en el primer semestre han entrado 1.235 millones de euros, cifra que supone un 16,1% más que el mismo periodo del 2018 y supera ya los 1.063 millones de todo el año pasado.
COYUNTURA ECONÓMICA
El declive del dinamismo económico y empresarial mantiene a los empresarios en alerta, más cuando las entidades soberanistas y el activismo independentista han pisado el acelerador por la inminente sentencia del juicio a los líderes del 'procés'. La respuesta que quieren dar al dictamen del Tribunal Supremo toma forma de un paro de país que muchos quieren que sea indefinido, aunque entidades como Pimec han rebajado esta actuación a una respuesta "simbólica". El presidente de la patronal de las pymes, Josep González, ha aludido directamente a la "desaceleración económica" como razón para no agregar aún más tribulaciones al empresariado.
El Banco de España ha enfriado el PIB de 2019 hasta el 2% y las amenazas foráneas sumadas a la parálisis institucional doméstica atenazan el crecimiento. El presidente de Empresaris de Cataluña, Carlos Rivadulla, añade la coyuntura económica a la lista de preocupaciones que suscitan los CDR y otros movimientos afines y subraya la profunda "incertidumbre" que provocan estas acciones ya que "el contexto ha cambiado y el deterioro económico puede amplificar su impacto".
"Tuvimos suerte en 2017 y se evitó la catástrofe, en parte porque estábamos en pleno ciclo expansivo y porque se aplicó el 155 inmediatamente", señala Rivadulla, pero ahora "no nos podemos permitir más daño a la economía, redondea.