Más de la mitad de los que quieren mudarse a una zona rural tienen menos de 34 años. Así, el perfil que se desprende del demandante de vivienda en zona rural es el de personas jóvenes, con una situación económica ajustada y que buscan poder independizarse.
Se trata de una cifra considerablemente más alta que hace unos meses, cuando solo el este rango de edad suponía el 33% de los españoles con planes reales de mudarse a un pueblo.
Según un análisis de Fotocasa Research, de la mano del Proyecto Vivienda, ha descendido la edad media de los demandantes de vivienda que han planificado irse a una zona rural: actualmente son 36 años mientras que en agosto de 2022 eran 41.
Por lo tanto, el perfil que se desprende ahora es el de personas jóvenes, con una situación económica más ajustada y que buscan, yéndose a una zona rural, poder independizarse. Como consecuencia de este cambio de tendencia, también ha cambiado el perfil de los que asegurarían que no se irían nunca a vivir a un pueblo. Las personas que rehúsan la vida en entornos rurales se caracterizan por ser más mayores (el 37% tiene 45 años o más), residen mayoritariamente en capitales de provincia (37%), tienen un nivel socioeconómico alto o medio alto (47%), están casados (52%) y viven con su pareja e hijos (28%).
Su índice socioeconómico, en cuatro de cada diez casos es el nivel medio. Además, el 37% se engloba en un perfil alto o medio alto y el 21% en un perfil bajo. Si hablamos exclusivamente de ingresos mensuales brutos de la unidad familiar, la mitad (49%) tiene unos ingresos que son de 2.000 euros o menos. En agosto de 2022 eran el 37% los que declaraban estos ingresos, una cifra doce puntos más baja que la actual.
En cuanto a su CCAA de residencia, el 21% procede de Andalucía, el 13% de la Comunidad Valenciana, el 9% de Cataluña y otro 9% de Madrid. Además, el 59% de ellos procede de una ciudad que no es capital de provincia y que tiene menos de 50.000 habitantes. Esta cifra es sensiblemente superior a la de agosto de 2022 (53%).
"Los altos precios de la vivienda y su encarecimiento continuado en el centro de las ciudades, van expulsando cada vez más a las rentas más bajas y los colectivos más vulnerables, entre los que se encuentran los jóvenes. Por ello, las zonas rurales son la esperanza de un volumen de jóvenes cada vez mayor, en las que el precio de la vivienda se ajusta a su situación económica y laboral. Sin embargo, la mayoría de las zonas rurales terminan siendo descartadas por las franjas de edad más jóvenes por la lejanía de los servicios esenciales o la mala comunicación con los núcleos más poblados, requisitos que consideran necesarios para poder establecer su residencia habitual y desenvolver su futuro”, comenta María Matos, directora de Estudios y portavoz de Fotocasa.