- El organismo subraya la influencia que la deuda estadounidense tiene sobre los bonos internacionales
- La rentabilidad de los títulos españoles a 10 años marca otro mínimo histórico en el 0,97%
El carrusel de la deuda pública vuelve a girar. Se siguen acumulando mínimos históricos en muchos bonos, como el español o el británico, a rebufo de las últimas medidas expansivas de los bancos centrales. Es la 'nueva normalidad' de los tipos de interés. Y precisamente sobre ella lanza una seria advertencia el Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés).
En concreto, el organismo considerado como el banco de los bancos centrales reconoce, precisamente, que las instituciones monetarias no son todopoderosas. Y mucho menos en lo que se refiere al control que pueden ejercer sobre los tipos de interés a largo plazo. Los propios banqueros centrales ya lo han reconocido en distintas ocasiones, pero en estos momentos en los que el dinero vuelve con fuerza a los bonos, y por tanto su rendimiento cae porque se mueve de forma inversa al precio, el aviso del BIS adquiere una mayor relevancia y pretende enviar una señal a los mercados: la denominada 'nueva normalidad' de los tipos de interés está caracterizada por conducir a unos rendimientos y unas primas más bajos que nunca, pero no destierran los riesgos ni los peligros de sufrir accidentes.
El mensaje del BIS es claro: el control de los tipos de interés a largo plazo se escapa de la jurisdicción de los bancos centrales
En un artículo titulado Los bajos tipos de interés a largo plazo como un fenómeno global, los autores -Peter Hördahl, Jhuvesh Sobrun y Philip Turner, todos ellos del BIS- analizan la 'nueva normalidad' en la que se mueven los rendimientos a largo plazo, marcada por unos tipos en mínimos históricos a escala planetaria. Aunque tras esta realidad figura la mano visible de los banqueros centrales y su decisión de luchar contra los efectos de la crisis financiera con los tipos oficiales más bajos de siempre, el BIS insiste en lanzar un recordatorio: "Los tipos de interés a largo plazo no están totalmente bajo el control de las autoridades". "El insatisfactorio crecimiento global y el incremento de los ahorros globales también influyen a la baja sobre los rendimientos", sostienen.
EL RECUERDO DEL 'CONUNDRUM'
Es decir, refrescan el fenómeno que el expresidente de la Reserva Federal (Fed), Alan Greenspan, definió como "enigma" -'conundrum'- para enfatizar que a comienzos de 2005 los rendimientos de la deuda estadounidense a largo plazo no estaban subiendo pese a que el banco central estadounidense estaba subiendo los tipos oficiales desde junio del año anterior. Más de una década después está ocurriendo algo similar. En 2013, cuando la Fed, entonces presidida por Ben Bernanke, empezó a preparar el terreno para ir desmantelando sus medidas monetarias más extraordinarias, la rentabilidad del bono estadounidense a 10 años tocó el 3%. Ahora, con esas medidas desactivadas y después de que su sucesora, Janet Yellen, incluso haya subido los tipos en una ocasión, para llevarlos del 0-0,25% al 0,25-0,50%, el rendimiento del bono norteamericano a 10 años se limita al 1,56%.
Este movimiento confirma la 'nueva normalidad' de bajos tipos de interés que analiza el BIS. De hecho, siguen bajando más. Este martes, y espoleado por las medidas expansivas anunciadas el pasado jueves por el Banco de Inglaterra, la rentabilidad del bono británico a 10 años se situó bajo el 0,6% por primera vez en la historia. Y el bono español también marcó un nuevo mínimo histórico -en términos nominales, que no reales- en el 0,97%.
La nueva normalidad en los tipos a largo plazo se caracteriza porque son más bajos que nunca, no por la desaparición de los riesgos
Aunque tras estos rendimientos figura un escenario condicionado por las expectativas de que la normalización monetaria aún tardará en llegar, por la ausencia de fuertes presiones inflacionistas y por un contexto de búsqueda de rentabilidad en un mundo marcado por los tipos negativos, el aviso del BIS pretende recordar que los riesgos no han desaparecido. Y que es difícil predecir la evolución de los tipos a largo plazo cuando se normalicen las condiciones monetarias.
En este sentido, lo que sí exponen los autores es la influencia que la deuda estadounidense ejerce sobre los bonos internacionales. Subrayan que "la correlación de los bonos de las economías avanzadas y emergentes con la deuda estadounidense a largo plazo ha crecido sustancialmente durante la última década". Y detallan que desde 2005 un incremento de 100 puntos básicos en el rendimiento de los bonos estadounidenses a 10 años se traduce en aumento de 70 u 80 puntos básicos en los bonos de otros mercados.
De este modo, y por mucho que ahora impere la creencia de que los bancos centrales son los que mandan y nunca dejarán que ocurra nada, el BIS no lo tiene tan claro. "¿Qué es la 'nueva normalidad' para los tipos de interés?", se preguntan los autores. "Sería gratificante poder concluir con una respuesta a esta pregunta acerca de lo que supone la 'nueva normalidad' para los tipos de interés globales. Gratificante, pero no realista", admiten. Lo único que se atreven a decir es que esta 'nueva normalidad' trae unos tipos más bajos que en el pasado. Y otra cosa más: "En cualquier caso, las autoridades deberían reconocer que la 'nueva normalidad' sólo llegará a estar clara cuando los acontecimientos se revelen y que, independientemente de la 'nueva normalidad', se enfrentarán a choques abruptos y discontinuos que no pueden ser previstos". Dicho queda.