Una cierta estabilidad y hasta tranquilidad han reemplazado a la fortísima volatilidad que la lira turca experimentó el jueves de la mano, primero, del presidente del país, Recep Tayyip Erdogan y, después, de la “atrevida” acción de su banco central, según la califican los expertos. El mercado ha digerido el auge de 625 puntos básicos de tipos en la moneda turca, hasta el 24%, y la moneda fluctúa en una estrecha banda de un 1,5%, sobre la franja de las 6,00 liras por dólar.
Los analistas son casi unánimes este viernes al valorar la decisión del supervisor monetario de “audaz”. El incremento fue el doble del esperado por el consenso de mercado y, lo que es más importante, toda una declaración de intenciones ante las demandas de Erdogan, tan sólo unas horas antes de hacerse pública la subida de tasas, de bajarlas. “La moneda ha recuperado credibilidad”, indica Jasper Lawler, de london Capital Group. “Un auge del 24% demuestra a los inversores que el banco central está preparado para actuar a lo grande para apuntalar la moneda”, agrega.
A este sentimiento contribuyó el comunicado del banco central, “con un tono marcadamente agresivo que muestra que el organismo endurecerá más aún las condiciones monetarias si es preciso”, indican con su parte analistas de Danske Bank. “Lo visto ayer en Turquía ha ofrecido un respiro a los mercados, especialmente a los emergentes”, prosigue Lawler. De hecho, otras economías que se han visto vapuleadas por la crisis que ha azotado este año a los países en desarrollo recibieron un balón de oxígeno, animadas por el rally de la lira de más de un 5% de mínimos a máximos.
Sin ir más lejos, el rand sudafricano ha avanzado un 1,3% contra el dólar y el peso mexicano un 1%. El yuan logró un auge del 0,4%, aunque este viernes vuelve a las caídas y se deja un 0,2% hasta los 6,8520 yuanes. El contrapunto lo pone el peso argentino que acabó la jornada con un nuevo mínimo histórico en precios de cierre por encima de los 39,09 pesos.
LOS MIEDOS PERSISTEN
El enérgico gesto del banco central de Turquía, “ha disparado una oleada de apetito por el riesgo en las monedas de los países en desarrollo”, explican desde Danske Bank.
Con todo, Lawler avisa de que los tipos de interés a estos niveles o, como en el caso de Argentina, al 60%, “no cambiarán completamente la actitud de los inversores y borrarán los miedos que se amontonan sobre los países en desarrollo”.