- El magnate se muestra pletórico ante las inversiones de Ford, Fiat Chrysler y Toyota anunciadas en Estados Unidos
- El sector de los componentes remarca la importancia del NAFTA para España
La 'era Trump' arranca en menos de una semana. Los calendarios de todo el planeta han señalado esta fecha, 20 de enero de 2017, como un día clave para su futuro. Todos los actores sociales mirarán con expectación cada paso del nuevo presidente de Estados Unidos, sobre todo, aquellos que han sido señalados por su dedo acusador, como el último en unirse a la lista de objetivos de Donald Trump: el sector del automóvil.
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General Motors, Fiat Chrysler, Ford o Toyota han sido algunas empresas amenazadas por Trump en los últimos días. Su mensaje es claro: “Fabricad en Estados Unidos o vuestros coches entrarán en el país pagando más impuestos”. En concreto, llegó a anunciar que implantaría un arancel de hasta el 35% a estos vehículos. Aunque en su alerta a las empresas destaca una procedencia por encima del resto, y es, de nuevo, México.
El próximo inquilino de la Casa Blanca pretende establecer un cordón de seguridad con México: un muro para las personas y una barrera impositiva para los coches que fabrican. Un importante golpe para el país azteca, que es el séptimo fabricante del mundo, justo por delante de España, con una producción de vehículos ligeros de 3,5 millones de unidades en 2016, según la patronal mexicana del sector, Amia. De esta producción, el 77% tiene como destino Estados Unidos, convirtiendo a México en el cuarto mayor exportador mundial de automóviles. El sector emplea a más de un millón de trabajadores, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Las compañías consideran este país un lugar perfecto para fabricar sus coches. Sus tratados de libre comercio con América Central y el Mercosur, la Unión Europea y, sobre todo, con Estados Unidos y Canadá en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), lo convierten en un sitio estratégico. Además, el coste de producción es menor gracias a los bajos salarios que se pagan en el país y que, por otro lado, compensan el gasto logístico que tiene el traslado de las unidades.
México es el séptimo fabricante mundial,por delante de España, con una producción de vehículos de 3,5 millones, el 77% de los cuales exporta a EEUU
Un escenario que ha propiciado que, según datos del Center for Automotive Research, compañías como Mazda, Nissan, Volkswagen, BMW, Fiat Chrysler, Ford, General Motors, Toyota o Hyundai hayan decidido invertir más de 25.000 millones de dólares en los últimos seis años en este país. Por ello, las amenazas de Trump tienen en jaque a las principales empresas del país, que ha sido el gran beneficiado del NAFTA y que ha visto en esta industria un importante pulmón para su economía. De hecho, ya es el cuarto sector económico que más empleo genera en México.
DEUDAS PENDIENTES CON OHIO Y MICHIGAN
El emblema de Trump, 'Make America great again', fue su llave a la Casa Blanca. Un mensaje patriótico que se fundamentaba en la recuperación de la supuesta grandeza de Estados Unidos pérdida durante el mandato de Obama y que, entre otras cuestiones, afectaba al empleo que, como aseguraba en la campaña, se había perdido por acuerdos como el NAFTA.
“En el imaginario colectivo estadounidense está muy presente la caída de Lehman Brothers y la posterior crisis económica, que muchos piensan que se originó por la deslocalización de empresas a México y a otras partes del mundo como India. Lo que quiere transmitir Trump es que bajo su mandato eso no va ocurrir y más que crear empleo, como ha dicho, se dirige a esos trabajadores que temen perder su lugar de trabajo. Es difícil que genere nuevos empleos porque Estados Unidos tiene un paro del 4,7%”, explica José Antonio Gurpegui, catedrático de Estudios Norteamericanos de la Universidad de Alcalá.
El discurso del republicano arrastró a las urnas a la clase trabajadora blanca de los cinturones industriales de Pensilvania, Wisconsin, Ohio y Michigan. Estos dos últimos estados, fundamentales en su victoria electoral, son los grandes beneficiados del miedo de las compañías a las amenazas arancelarias del futuro presidente de Estados Unidos. “La industria del automóvil es un símbolo tradicional del poder económico del país, un motivo de orgullo para muchos estados. Es célebre la frase del congresista demócrata Charles Wilson: 'Lo que es bueno para General Motors, es bueno para Estados Unidos', que refleja la importancia del sector al que ha querido acercarse Trump”, comenta Gurpegui.
La primera automovilística en cambiar sus planes de inversión y abrir la ‘caja de pandora’ tras los ‘tweets’ de Trump fue Ford. La compañía del óvalo canceló la semana pasada la construcción de una nueva plantaen San Luis Potosí (México) y con ello también a una inversión de 1.600 millones de dólares. Este movimiento vino acompañado de un nuevo anuncio, en el que Ford ‘apostaba’ 700 millones de dólares en Michigan para la construcción de nuevos modelos eléctricos.
GM, es la única de las tres grandes automovilísticas estadounidenses, que no ha anunciado inversiones en el país después de los comentarios en Twitter de Donald Trump
Fiat Chrysler hizo lo propio y anunció una inversión de 1.000 millones de dólares en Ohio y Michigan con la que creará 2.000 nuevos empleos. Toyota fue la última gran empresa del sector en seguir los pasos de la compañía que inventó la manera de construir coches en serie, Ford, e informó esta misma semana que destinará 10.000 millones durante los próximos cinco años en sus plantas estadounidenses. General Motors, alertada por Trump por Twitter como la japonesa, no ha movido ficha por la presión del magnate e incluso desafió sus pretensiones en el salón del automóvil de Detroit anunciando que ensamblará su modelo Terrain en México.
Se da la paradoja que GM la dirige Mary Barra, una declarada republicana que forma parte de la comisión asesora de política económica del empresario neoyorquino. En la feria de Detroit, Barra dijo estar de acuerdo en algunas políticas con Trump, pero que las decisiones respecto a las inversiones en nuevos modelos se toman en el medio plazo. Pese a la 'espinita' de GM, Trump se mostró pletórico en su primera rueda de prensa desde que ganó las elecciones el pasado miércoles tras su mediática 'victoria': “Voy a ser el mayor productor de empleo que ha creado Dios jamás".
EL SECTOR ESPAÑOL EN ALERTA
“Trump está poniendo en marcha medidas que yo llevo años pidiendo. Esta política es proteccionismo inteligente y patriotismo económico”, replicó al otro lado del charco Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional francés y una de las candidatas a ocupar el Palacio del Elíseo a partir de mayo. La ultraderechista asegura que tratará de recuperar la producción local de vehículos y que las compañías francesas fabriquen todos sus coches en Francia si gana las elecciones. Un movimiento que tiene como objetivo que Peugeot, Citroën y Renault cierren sus fábricas en el exterior, lo que podría afectar a las plantas que estas compañías tienen en España.
PSA, el grupo que integra a las dos primeras, tiene factorías en Vigo y Madrid, mientras que la marca del rombo dispone de cuatro plantas entre Valladolid, Palencia y Sevilla. El sector de la automoción en España representa el 10% del Producto Interior Bruto (PIB), es la principal industria exportadora y genera 300.000 puestos de trabajo directos y cerca de dos millones indirectos. En concreto, hay nueve multinacionales con plantas en España, como las estadounidenses Ford en Almusafes (Valencia) y General Motors en Figueruelas (Zaragoza).
Ante este panorama futuro las principales firmas bajo la lupa de Trump y Le Pen no han querido pronunciarse a las preguntas de Bolsamanía, salvo General Motors. “Los planes de Trump respecto al sector no afectan de forma directa a la filial de GM en España, ya que ninguno de los modelos fabricados en Zaragoza se comercializan en Estados Unidos. Nuestra empresa espera trabajar con el presidente electo Trump, su equipo y otros líderes corporativos y civiles en políticas que apoyen una economía fuerte y competitiva así como a la industria de automoción”, subraya Fernando Saiz, director de comunicación de GM España.
Desde la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) consideran que “la industria española no está en riesgo alguno ante la posible política proteccionista que pudiese poner en práctica Donald Trump”. En este sentido, apuntan que “la mayor parte de la exportación se dirige a mercados de la Unión Europea. De los extra-comunitarios, EEUU no es el más importante de ellos”, indica Anfac.
“Trump está poniendo en marcha medidas que yo llevo años pidiendo. Esta política es proteccionismo inteligente y patriotismo económico”, replicó Marine Le Pen
Según las cifras de esta asociación, del total de 2.273.732 vehículos exportados durante el año 2015, sólo 42.433 fueron destinados a EEUU. Son sólo unos 1.000 vehículos más que lo que, por ejemplo, se exportaron en el mismo periodo a Suiza.
Aunque estos movimientos políticos no sólo afectan a los vehículos completos. La Asociación Española de Fabricantes de Equipos y Componentes para Automoción (Sernauto) sí muestra su preocupación por esta amenaza, ya que “Estados Unidos es el segundo destino de las exportaciones españolas de equipos y componentes para automoción”.
Desde Sernauto destacan que “el NAFTA ha sido clave para España, como dinamizador económico, por los intereses que el sector de componentes de automoción tiene en estos mercados”. Además, indican que “en el primer trimestre de 2016 el sector exportó productos por valor de más de 417 millones de euros a EEUU y por 106,2 millones de euros a México en el mismo período”. A ello hay que sumar que “tanto en Estados Unidos como en México hay más de 40 plantas de producción y centros de I+D+i de empresas españolas del sector”, indican desde Sernauto.
La posibilidad de que Le Pen fuerce a las compañías francesas a producir todo en el país es una probabilidad que el sector no contempla. La patronal gallega del metal, Asime, sin embargo, sí que asume que “la industria podría verse afectada por dirigentes que buscan una rentabilidad política inmediata, pero confiamos en que las multinacionales actúen según los parámetros empresariales lógicos”.
Habrá que esperar a los próximos meses para juzgar los movimientos de Trump y quién sabe si también de Le Pen al frente de la presidencia de la República Francesa. Pero una cosa es cierta: no han llegado a gobernar y ya han generado movimientos importantes en la economía mundial y también grandes incertidumbres.