• El Fondo Monetario Europeo controlará también un futuro presupuesto anticrisis de la Eurozona
Europa

Los progresos en las negociaciones sobre el Brexit acaparan toda la atención mediática en la antesala de la cumbre comunitaria que se celebra el 14 y 15 de diciembre. Si bien la factura final del divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea (UE) es una de las cuestiones clave que se abordarán los socios del club europeo, ‘los diecinueve’ afrontarán también su propio cónclave en el que dirimirán el futuro de la Unión Monetaria Europea (UME) y acabarán de dibujar las líneas maestras de la arquitectura del euro.

El objetivo es precisamente culminar el proceso de unificación de la Eurozona, basándose en las prioridades del Libro Blanco publicado a finales de mayo en el que se acordó, a grandes rasgos, avanzar en la Unión Bancaria y simplificar el conjunto de reglas presupuestarias. En estas cuestiones se centró el Eurogrupo en su reunión de noviembre que, junto con el debate sobre el futuro del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) que tuvieron en octubre, son los tres puntos principales de la "profundización" de la UME.

Y serán los ejes sobre los que Bruselas presentó sus propuestas este 6 de diciembre, con horizonte 2025, antes de la cumbre del euro de mediados de mes, donde se prevé que arranquen las deliberaciones con vistas a que tomen decisiones “concretas” en la reunión del Consejo europeo de junio de 2018 como muy tarde. Los socios comunitarios tienen claro que en este momento la ventana de oportunidad para avanzar hacia la plena unión monetaria está abierta. No obstante, la senda hacia la Europa que persigue, principalmente el presidente de Francia, Emmanuel Macron, presenta varios obstáculos.

"Europa avanza cuando Francia y Alemania bailan juntas y ahora la locomotora del 'Viejo Continente' está coja"

El primero, y el que estuvo a punto de hacerlo saltar todo por los aires, es la falta de Gobierno en Alemania. La canciller alemana, Angela Merkel, está en plenas negociaciones con el socialdemócrata Martin Schulz, para reeditar la llamada ‘gran coalición’ entre la CDU y el SPD, y “el Ejecutivo en funciones no toma decisiones políticas”, explica el profesor de relaciones internacionales de Comillas ICAI-ICADE, José Manuel Sáenz Rotko. “Y no es factible que se adopten compromisos comunitarios sin el posicionamiento germano”, asegura el también experto en política alemana.

Sin un límite de tiempo establecido para que se prolonguen las conversaciones entre ambas fuerzas, el vacío de poder en Alemania no juega a favor de un proceso que debían liderar galos y germanos, señala el también profesor de la Universidad Pontificia Comillas, Gonzalo Gómez Bengoechea. “Europa avanza cuando Francia y Alemania bailan juntas y ahora la locomotora del viejo continente está coja”, argumenta. No obstante, el especialista en política de la Eurozona no cree que la negociación entre Merkel y Schultz provoque un “retraso significativo”.

Superado este escollo, tampoco apuesta Sáenz Rotko porque el socialdemócrata ponga demasiadas pegas a los acuerdos ya alcanzados entre Merkel y Macron. “Durante las negociaciones puede haber discusiones que buscarán satisfacer al electorado. Pero en cuanto se forme el Gobierno de coalición no habrá pegas y Schultz se atenderá a lo acordado”, asegura.

LA UNIÓN BANCARIA: SOSPECHAS SOBRE ESPAÑA E ITALIA

Y entre lo estipulado, están los requisitos alemanes impuestos a las entidades de a Eurozona y del resto países que se incluyen en la Unión Bancaria. En lo referente a los préstamos de dudoso cobro en los balances de los bancos privados, “el sector sigue teniendo un problema”, avisa el profesor de ISEFi y Gestor de carteras en SLM, Robert Casajuana.

La Unión Bancaria persigue una armonización en la regulación y supervisión de las entidades, tradicionalmente competencia de los bancos centrales nacionales. “Este proceso crea un terreno de juego igual para todos y así permite monitorizar y sobre todo anticiparse a posibles crisis en bancos nacionales encarado a evitar nuevos episodios de uso de dinero público para salvar bancos. Se busca disponer de un fondo común para atajar estas crisis y para garantizar el dinero de los depositantes de manera única”, explica el experto.

Italia “arroja malos datos en cuanto a los préstamos de dudoso cobro. España presenta números más favorables en este terreno, pero aún hay margen de mejora”

Puesta en marcha en 2012 para restablecer la confianza en la moneda comunitaria, el objetivo que persigue principalmente el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, es que la unificación de las entidades se culmine en 2018. Se creó como respuesta a la crisis financiera y consta actualmente de dos elementos: el Mecanismo Único de Supervisión (MUS) y el Mecanismo Único de Resolución (MUR). El MUS supervisa los bancos de mayor tamaño e importancia de la zona del euro directamente en el nivel europeo, mientras que la finalidad del MUR es la resolución de los bancos en dificultades de una manera ordenada con costes mínimos para los contribuyentes y para la economía real.

Actualmente, se está debatiendo un tercer elemento, el Sistema Europeo de Garantía de Depósitos (SEGD), que se propuso en noviembre de 2015 y permanece estancado desde entonces. Se prevé que se despliegue en dos fases, la segunda de las cuales está relacionada con la reducción de riesgos. El Eurogrupo lleva ya algunas horas de vuelo sobre este tema, y “la banca está mucho más saneada que en 2008, ratios como el de core capital (capital más reservas) han mejorado sustancialmente o como la morosidad también han mejorado", señala Casajuana.

Sin embargo, particularmente Italia “arroja malos datos en cuanto a los préstamos de dudoso cobro”, avisa el experto. En cuanto a España, "presenta números más favorables en este terreno, pero aún hay margen de mejora", comenta. "Los estándares que quiere Alemania no los cumplen varios bancos italianos, pocos bancos españoles y algunos Landesbank (que serían las cajas alemanas) tampoco”, matiza el profesor de ISEFi.

Menos optimista es Alberto Muñoz Cabanes, profesor de la UNED, ya que cree que “hoy por hoy la Unión Bancaria en la Eurozona es poco menos que una utopía”. “El famoso 'too big to fail' sigue estando en la mente de todos” y el rescate de las entidades italianas Veneto Banca y Banca Popolare di Vicenza el pasado mes de junio, con la inyección de importantes ayudas estatales, “ha puesto de manifiesto que la participación de los contribuyentes en este tipo de operaciones aún está lejos de finalizar, si bien es cierto que la Directiva de Recuperación y Resolución Bancaria aprobada en 2015 traslada una parte sustancial de la carga a los acreedores de los bancos”, explica.

“Una posible solución para avanzar en el proceso de Unión Bancaria sería forzar a los bancos a reducir su ‘sesgo local’, rebajando los límites de exposición soberana; sin embargo, esto funcionaría únicamente en un contexto de alto crecimiento pues de lo contrario incrementaría los costes de financiación de los Estados miembro y crearía una nueva crisis en la zona euro”, opina el experto.

UN 'FMI A LA EUROPEA'

Si bien la Unión Bancaria es una de las metas, como el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, expuso a mediados de noviembre, no es menos importante la creación del llamado FMI europeo. O lo que es lo mismo, la “evolución natural del Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede) en un Fondo Monetario Europeo (FME)”, como lo define Gómez Bengoechea. Mientras el instrumento actual se creó en 2011 por el Consejo Europeo como un mecanismo permanente para la gestión de crisis y salvaguarda de la estabilidad financiera en la eurozona, el fondo “se concibe como una institución en sí misma, con sus propias estructuras”, amplía el profesor de Comillas ICAI-ICADE.

El Fondo Monetario Europeo controlará también un futuro presupuesto anticrisis de la Eurozona, con capacidad para financiarse en los mercados

El documento de 47 páginas que detalla su funcionamiento expone que dispondrá de 500.000 millones de euros (ampliable hasta un 20%), que empleará para la misma función que el Mede: rescatar países a cambio de ajustes. Pero también estará dotado con funciones que reforzarán la Unión Bancaria, ya que actuará como cortafuegos en caso de quiebra de una entidad y podrá cerrar bancos. Para Gómez Bengoechea, sin embargo, para que el fondo pueda desarrollar sus funciones y “prestar dinero a los bancos” -medida para la que dispondrá de 60.000 millones de euros-, debe darse primero la integración completa de la banca.

Además, el nuevo organismo controlará también un futuro presupuesto anticrisis de la eurozona, con capacidad para financiarse en los mercados. Entre las funciones futuras del FME se prevé que sea capaz de luchar contra crisis en un sólo país, pero solo después de cada Gobierno use sus estabilizadores automáticos (el seguro de desempleo, por ejemplo) y las políticas fiscales discrecionales. Estas medidas, en opinión de Casajuana, “deberían ser suficientes porque con todos los mecanismos y procesos instaurados después de la crisis de 2008 nuestra capacidad de respuesta es mayor y más rápida y eso es crucial para que los cortafuegos permitan evitar crisis bancarias trasfronterizas entre estados miembros”.

“Este fondo era impensable hace cinco años”, subraya Gómez Bengechea. Según el experto en política comunitaria, esto demuestra que aunque queda mucho por hacer, los socios comunitarios han madurado y avanzado en cuanto a tener una “visión compartida del proyecto europeo y ser capaces de tener capacidad de negociación”.

Entre las asignaturas pendientes, la Unión Fiscal destaca sobre las demás. Para el profesor de la Universidad Pontificia Comillas, queda un largo trecho por recorrer y cuestiones elementales por abordar como la emisión de deuda conjunta o el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Pero cree que la Unión Monetaria se aproxima cada vez más al modelo “perfectible” deseado.

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