Andrea Enria, actual presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) y candidato del Banco Central Europeo (BCE) para presidir a partir de enero de 2019 el Mecanismo Único de Supervisión de la institución, se ha mostrado partidario de acometer un cambio en el diseño de las pruebas de esfuerzo a las que se somete a las entidades europeas y cuyos últimos resultados se hicieron públicos el pasado 2 de noviembre. En estas pruebas, las entidades británicas fueron las peor paradas al ser probadas en un escenario adverso teniendo en cuenta el brexit.
"Me pregunto si no deberíamos considerar, quizás a medio plazo, una revisión más estructural de la forma en que se realizan las pruebas de resistencia en la UE que pudiera ofrecer un ejercicio más acorde con la asignación real de tareas entre las instituciones de la UE", ha señalado el presidente de la EBA, institución encargada de diseñar estas pruebas en colaboración con el BCE, durante una conferencia en Rumanía.
El italiano ha subrayado que estos exámenes, a pesar de no estar exentos de críticas, han permitido un significativo fortalecimiento de las posiciones de capital de los bancos europeos, así como la identificación apropiada de los préstamos no productivos y las acciones para reducirlos, demostrando ser una herramienta flexible y adaptable, aunque ha admitido que "hay ciertas áreas donde son necesarias mejoras y aspectos que requieren un cambio en la manera en que son abordados".
Entre los elementos mejorables de las pruebas de resistencia, el presidente de la EBA ha citado la falta de alineación entre las tareas encomendadas a esta institución y sus poderes efectivos, ya que la EBA no cuenta con la capacidad de obligar a las entidades a cumplir, impugnar o anular los resultados.
Asimismo, Enria ha recordado que, a diferencia de lo que sucede en EEUU con los test de estrés de la Reserva Federal, en la UE existe una brecha entre la publicación de los resultados de los exámenes y la implementación de las acciones correctivas.
"En EEUU el proceso siempre ha sido sencillo: las medidas de supervisión se anuncian en el momento, o con pocas semanas de retraso, de la publicación de resultados", ha añadido el italiano, señalando que, de este modo, "existe un vínculo claro y directo entre los resultados de las pruebas de estrés y las consecuencias para los bancos".
DIFERENCIA DE ENFOQUE CON EEUU
Sin embargo, el "desacoplamiento" entre los resultados de las pruebas de resistencia europeas y las acciones de supervisión, además de la inconsistencia entre la transparencia de las primeras y la opacidad de las segundas, son en opinión de Enria, "la principal deficiencia del enfoque de la UE en comparación con EEUU".
Ante esta situación, el presidente de la EBA ha indicado que, bien puede mantenerse el enfoque actual, incluyendo mejoras en la metodología, o bien rediseñar la herramienta enriqueciendo el ejercicio bottom-up con un componente top-down.
El Consejo de Gobierno del BCE remitió la semana pasada al Parlamento Europeo la propuesta para nombrar a Andrea Enria como próximo presidente del Consejo de Supervisión del BCE a partir del 1 de enero de 2019 en sustitución de la francesa Danièle Nouy, cuyo mandato expira a final de año.
Enria, de 57 años, ocupa la presidencia de la EBA desde febrero de 2011 y su mandato al frente de la entidad encargada de elaborar las pruebas de estrés de la banca europea no acababa hasta 2021, después de ser reelegido en 2016 para un segundo periodo de cinco años.
La elección de Enria, que asumirá el cargo el próximo 1 de enero por un periodo de cinco años no renovables, dará lugar a que la presidencia del BCE como la del Mecanismo Único de Supervisión de la entidad, recaigan sobre dos italianos, rompiendo así una regla no escrita sobre los equilibrios de poder en el banco central y la eurozona, aunque el presidente del BCE, Mario Draghi, dejará su actual cargo el 31 de octubre de 2019.
Además de la sucesión de Danièle Nouy al frente del Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo (BCE), en los próximos meses Europa asistirá a la renovación de varios puestos de relevancia en sus principales instituciones, ya que en 2019 se producirá el relevo en las presidencias de la Comisión Europea y del propio BCE, donde también se renovarán otros dos de los seis puestos del Comité Ejecutivo, con la sustitución a partir de junio del belga Peter Praet, economista jefe de la entidad, mientras que el 31 de diciembre de 2019 abandonará el cargo el francés Benoit Coeure, considerado como la mano derecha de Draghi en el directorio del BCE.
En 2017, la presidenta del Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo (BCE) recibió un salario anual de 283.488 euros en 2017, cifra que representó una mejora del 1,8% en relación a 2016.