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El ministro de Finanzas italiano, Giovanni Tria.

El vice-primer ministro italiano, Luigi Di Maio, ha confirmado -aunque de manera bastante ambigua y sin concretar cifras- que el Ejecutivo valora rebajar los objetivos de déficit para 2020 y 2021 mientras mantiene invariable, en el 2,4%, el de 2019.

"Entendemos que el hecho de que el Ejecutivo italiano esté dispuesto a dar un paso atrás, por pequeño que sea, es positivo y debe servir para tranquilar algo a los inversores", señalan los expertos de Link Securities.

Sin embargo, estos mismos analistas explican que el problema con Italia no es el porcentaje de déficit público propuesto, que se mantiene por debajo del límite establecido por la CE del 3%, sino el hecho de que el déficit estructural aumenta, lo que no está permitido por la CE. "Además, los ingresos estimados parecen poco creíbles", añaden desde Link.

Las bolsas han vuelto a aumentar las ganancias nada más conocer la noticia y la prima de riesgo italiana ha seguido cayendo por debajo de los 300 puntos básicos que superó en la pasada sesión.

El Gobierno italiano firmó el pasado 27 de septiembre el cuadro macroeconómico para el próximo trienio y fijó sus previsiones de déficit en el 2,4 % tanto para 2019 como para 2020 y 2021.

"La cifra del déficit del 2,4 % del PIB se mantiene para 2019", dijo hoy Di Maio a los medios, aunque reconoció que para el 2020 y el 2021 el Ejecutivo estudia rebajar las previsiones del déficit con incentivos al crecimiento y recortes en los gastos.

Por su parte, el ministro de Finanzas, Giovanni Tria, afirmó que "el perfil de desarrollo del déficit experimentará un aumento limitado en 2019 en comparación con 2018 y una reducción gradual en los años siguientes".

El mercado especulaba con que Italia anunciara un objetivo de déficit del 2,2% para 2020 y del 2,0% para 2021, pero ni Di Maio ni Tria han concretado en este sentido.

Esta decisión del Ejecutivo italiano llega después de que los mercados se tensionaran este martes después de que el presidente del comité de presupuestos del Gobierno italiano, Claudio Borghi, afirmara que Italia solucionaría sus problemas con una moneda propia. Sus palabras, luego matizadas por el primer ministro Conte, tuvieron un impacto muy negativo en los mercados.

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