El repunte de la inflación que ha experimentado Estados Unidos en marzo, con un IPC general que ha subido al 3,5%, supone un nuevo jarro de agua fría para las expectativas sobre los recortes de tipos de interés, ya que la Reserva Federal, en su narrativa de dependencia de los datos, vinculó la flexibilización monetaria a un descenso continuado de la inflación hacia su meta del 2%.
En este sentido, Bret Kenwell, analista de inversiones en EEUU para eToro, asegura que los datos conocidos este miércoles ponen al banco central estadounidense "en una situación difícil tras haber reiterado recientemente su previsión de tres recortes de tipos este año".
"Tras un sólido informe de empleo a principios de mes, las probabilidades de un recorte de tipos en junio -que sería el primer recorte de tipos de este ciclo- empezaron a caer. Un informe de inflación caliente sólo reduce aún más esas probabilidades, disminuyendo o incluso eliminando un catalizador clave para los alcistas a corto y medio plazo", asegura.
Además, la subida del IPC de marzo "aumenta la preocupación de que el reciente repunte de la inflación sea más sostenible", y pone en serias dudas la idea de un "bache en el camino" instaurada en el merado tras los malos datos conocidos en el arranque del año.
"Después de ganancias trimestrales consecutivas superiores al 10%, somos optimistas pero realistas: el entorno general es bueno para la renta variable, pero un retroceso sería razonable. Aunque la inflación de marzo no es la ideal, seguimos en un mercado alcista y acogemos con satisfacción cualquier leve retroceso como una oportunidad. Hasta que el mercado laboral se debilite materialmente o la fortaleza de las acciones se deteriore significativamente, consideramos que una caída de la bolsa es saludable", asegura.
¿SIGUEN EN PIE LOS TRES RECORTES?
Por su parte, los analistas de Oxford Economics ven "probable" que estos datos "no le sienten bien a la Reserva Federal y pueden empujar a más autoridades hacia el bando de los dos recortes de tasas".
"La Reserva Federal tiene tendencia a recortar las tasas de interés este año, pero la fortaleza del mercado laboral y los recientes aumentos de la inflación le están dando al banco central margen de maniobra para ser paciente. Si la Reserva Federal no reduce las tasas de interés en junio, entonces la ventana podría cerrarse hasta septiembre porque hay pocos datos publicados entre las reuniones de junio y julio que puedan alterar los cálculos de la Reserva Federal", detallan.
De esta manera, aseguran que "cada vez hay más probabilidades de que la Reserva Federal reduzca las tasas en menos de 75 puntos básicos este año".
"El mantra del banco central de depender de los datos podría obligarlo a mantener las tasas altas por más tiempo. El IPC subyacente ha aumentado un 0,4% mensual cada mes este año, el tramo más fuerte desde esta misma época el año pasado. Hay algunas similitudes inquietantes entre la inflación de este año y la del pasado: fuertes ganancias a principios de año y una inflación que se modera en la segunda mitad del año", agregan.
UN IMPULSO AL TONO HAWKISH
Para Christian Scherrmann, economista para Estados Unidos en DWS, "una desinflación desigual ofrece un impulso al tono hawkish" de la Fed.
"Analizando al detalle, vemos que la vivienda se mantiene estable y continúa la deflación en los bienes duraderos. Sin embargo, otros servicios básicos, como los servicios médicos y de transporte, se han acelerado algo. En conjunto, estos factores han frenado una vez más la desinflación en sectores básicos, mientras que la volatilidad de los precios de la energía ha impulsado el sector general", comenta.
De todas formas, el analista ve "improbable que esto último afecte significativamente a la Reserva Federal", aunque "el estancamiento de la desinflación de los precios subyacentes intensifica sin duda el debate sobre la conveniencia de un primer recorte de tipos en junio y sobre si el gráfico de puntos más reciente sigue reflejando fielmente el sentimiento del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC)".
"No obstante, es importante recordar que el indicador de precios preferido por la Reserva Federal sigue siendo el deflactor de los gastos de consumo personal (PCE). En este contexto, es probable que un mayor peso de la atención médica compense con creces un menor peso de los servicios de transporte. Sin embargo, en general, esta lectura ya envía otra clara señal hawkish a los mercados", concluye.